Crítica: "Una novia de Shanghai", paciencia oriental
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Por Edurne Sarriegui
"Una novia de Shanghai" (2015) llega a las carteleras porteñas después de haber tenido su preestreno durante el BACIFI (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires). Cuarto largometraje del argentino Mauro Andrizzi ("Mono", "En el futuro", "Accidentes gloriosos") se trata de una rareza dentro del panorama nacional por tratarse de una película realizada y escrita por un argentino, pero totalmente filmada en la ciudad china de Shanghai, con equipo técnico y actores chinos, hablada en mandarín y con postproducción argentina. Todo ello gracias a una beca otorgada por una institución chino-suiza.
Cuenta la historia de dos rateros de Shanghai que sobreviven realizando pequeños hurtos, los cuales, en los mejores días, les permiten pasar la noche en algún hotel modesto y en los peores, apenas comer para después dormir debajo de un puente. Desde el principio se hace evidente la exclusión de los dos personajes que viven a la sombra de la megalópolis.
Una de esas noches afortunadas en la que consiguen dormir bajo techo, reciben la visita del fantasma del último residente de la habitación que ocupan. El anciano fallecido les pide que envíen el cadáver de la mujer que amó en vida y que permanece en Shanghai, hasta el lejano pueblo en el que él mismo está enterrado para tener a su amada junto a él.
Dicho pedido tiene sentido para los protagonistas ya que, según una antigua tradición china, para que dos amantes permanezcan juntos en la eternidad deben descansar uno junto al otro. A cambio recibirán indicaciones del fantasma para desenterrar una importante cantidad de dinero que el previsor caballero enterró en vida para así poder pagar el favor a quienes llevaran a cabo tal gestión. Tras aceptar tan extravagante encargo, deberán robar el ataúd de un cementerio y atravesar la ciudad con él hasta llegar al puerto, desde donde lo enviarán a su último destino. En el camino, claro está, vivirán dificultades y complicaciones.
Actúan los actores chinos Jiao Jian, Hu Chen-gwei y Sun Yu-han además de la argentina Lorena Damonte.
Andrizzi parte de una premisa interesante que enfrenta antiguas tradiciones con la modernidad de una ciudad colosal. Cuenta con dos protagonistas que resultan atractivos con su particular mezcla de picardía, inocencia y romanticismo, que sueñan con alcanzar una vida mejor en un destino exótico y lejano como algún país de Suramérica o Centroamérica. Un lugar donde la gente haga cosas divertidas, como tomar tequila y fumar habanos, según palabras de uno de ellos.
Sin embargo, esa propuesta inicial pierde fuerza y atractivo a medida que avanza su metraje y se incorporan escenas y personajes que no tienen finalidad reconocible en el film. El trazo grueso en esa suerte de "realismo mágico asiático" resta más de lo que suma a la historia de fantasmas.
"Una novia de Shanghai" resulta una película un tanto errática que a veces parece olvidarse de lo que estaba contando. Hay que proveerse de una buena cuota de paciencia oriental para verla.
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"Una novia de Shanghai" (2015) llega a las carteleras porteñas después de haber tenido su preestreno durante el BACIFI (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires). Cuarto largometraje del argentino Mauro Andrizzi ("Mono", "En el futuro", "Accidentes gloriosos") se trata de una rareza dentro del panorama nacional por tratarse de una película realizada y escrita por un argentino, pero totalmente filmada en la ciudad china de Shanghai, con equipo técnico y actores chinos, hablada en mandarín y con postproducción argentina. Todo ello gracias a una beca otorgada por una institución chino-suiza.
Cuenta la historia de dos rateros de Shanghai que sobreviven realizando pequeños hurtos, los cuales, en los mejores días, les permiten pasar la noche en algún hotel modesto y en los peores, apenas comer para después dormir debajo de un puente. Desde el principio se hace evidente la exclusión de los dos personajes que viven a la sombra de la megalópolis.
Una de esas noches afortunadas en la que consiguen dormir bajo techo, reciben la visita del fantasma del último residente de la habitación que ocupan. El anciano fallecido les pide que envíen el cadáver de la mujer que amó en vida y que permanece en Shanghai, hasta el lejano pueblo en el que él mismo está enterrado para tener a su amada junto a él.
Dicho pedido tiene sentido para los protagonistas ya que, según una antigua tradición china, para que dos amantes permanezcan juntos en la eternidad deben descansar uno junto al otro. A cambio recibirán indicaciones del fantasma para desenterrar una importante cantidad de dinero que el previsor caballero enterró en vida para así poder pagar el favor a quienes llevaran a cabo tal gestión. Tras aceptar tan extravagante encargo, deberán robar el ataúd de un cementerio y atravesar la ciudad con él hasta llegar al puerto, desde donde lo enviarán a su último destino. En el camino, claro está, vivirán dificultades y complicaciones.
Actúan los actores chinos Jiao Jian, Hu Chen-gwei y Sun Yu-han además de la argentina Lorena Damonte.
Andrizzi parte de una premisa interesante que enfrenta antiguas tradiciones con la modernidad de una ciudad colosal. Cuenta con dos protagonistas que resultan atractivos con su particular mezcla de picardía, inocencia y romanticismo, que sueñan con alcanzar una vida mejor en un destino exótico y lejano como algún país de Suramérica o Centroamérica. Un lugar donde la gente haga cosas divertidas, como tomar tequila y fumar habanos, según palabras de uno de ellos.
Sin embargo, esa propuesta inicial pierde fuerza y atractivo a medida que avanza su metraje y se incorporan escenas y personajes que no tienen finalidad reconocible en el film. El trazo grueso en esa suerte de "realismo mágico asiático" resta más de lo que suma a la historia de fantasmas.
"Una novia de Shanghai" resulta una película un tanto errática que a veces parece olvidarse de lo que estaba contando. Hay que proveerse de una buena cuota de paciencia oriental para verla.
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