Crítica: "Los que aman, odian", misterio convincente
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Por Edurne Sarriegui
Al argentino Alejandro Maci, cineasta y dramaturgo con una extensa carrera televisiva, parece que la escritora Silvina Ocampo le resulta fascinante y atrayente. Su ópera prima, "El impostor" (1997) estuvo basada en un cuento de la autora, así como uno de los trabajos que dirigió para la televisión. Ahora, veinte años después de su debut cinematográfico, vuelve con "Los que aman, odian", un drama inspirado en la novela del mismo título que publicaron en 1946 Silvina Ocampo y su marido Adolfo Bioy Casares.
El guion del propio Maci y Esther Feldman se toma algunas libertades con respecto a la obra original a la hora de hacer la adaptación cinematográfica pero conserva las características de un policial en el que un grupo acotado de personas permanece en un lugar aislado en el que ocurre una muerte misteriosa. La propuesta que remite al estilo de Agatha Christie, resulta entretenida y capaz de mantener el interés en el misterio planteado.
Corren los años cuarenta y el doctor Enrique Huberman (Guillermo Francella), médico homeópata, se toma unos días de vacaciones en el hotel que una prima suya (Marilú Marini) posee en Ostende, en la todavía agreste costa atlántica argentina. Huyendo de un desengaño amoroso, no espera encontrar allí a la mujer que es la causa de su mal de amores y en el pequeño hotel es imposible eludir su presencia.
Mary Fraga (Luisiana Lopilato), el objeto de los desvelos del doctor, está acompañada por su hermana Emilia (Justina Bustos), Atuel (Juan Minujín), el novio de ésta y un tutor (Mario Alarcón). Se encuentra allí otro huésped (Gonzalo Urtizberea) además de la dueña del hotel que comparte mesa todas las noches con los veraneantes, el pequeño sobrino de ésta y algún empleado. Cuando Mary aparece envenenada en su habitación habrá que dilucidar si se trata de un suicidio o de un crimen y de confirmarse éste último caso se torna evidente que habría un asesino entre los presentes en el alojamiento veraniego.
Mary es traductora de novelas -detalle que no resulta menor en la trama- y una seductora irremediable. Vanidosa en extremo, a ella lo que le gusta es gustar, según sus propias palabras. La narración se torna en un muestrario de pasiones humanas, tales como la envidia, la codicia, la venganza o el despecho, que podrían conducir a cometer un crimen.
La recreación de la época resulta sobresaliente tanto por los escenarios interiores como por los exteriores. Estos últimos expresan el aspecto de los establecimientos pioneros cuando las playas argentinas todavía no habían sido domesticadas y los médanos se movían según el capricho del viento y las mareas.
"Los que aman, odian" es una película entretenida y fácil de ver. Genera misterio con la dosis de suspense necesaria y lo resuelve respondiendo a todas las preguntas y sospechas que plantea. Presenta una línea argumental lineal y directa, actuaciones adecuadas de sus intérpretes y el atractivo adicional de remitir a la única colaboración literaria de la dupla Bioy Casares-Ocampo.
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Al argentino Alejandro Maci, cineasta y dramaturgo con una extensa carrera televisiva, parece que la escritora Silvina Ocampo le resulta fascinante y atrayente. Su ópera prima, "El impostor" (1997) estuvo basada en un cuento de la autora, así como uno de los trabajos que dirigió para la televisión. Ahora, veinte años después de su debut cinematográfico, vuelve con "Los que aman, odian", un drama inspirado en la novela del mismo título que publicaron en 1946 Silvina Ocampo y su marido Adolfo Bioy Casares.
El guion del propio Maci y Esther Feldman se toma algunas libertades con respecto a la obra original a la hora de hacer la adaptación cinematográfica pero conserva las características de un policial en el que un grupo acotado de personas permanece en un lugar aislado en el que ocurre una muerte misteriosa. La propuesta que remite al estilo de Agatha Christie, resulta entretenida y capaz de mantener el interés en el misterio planteado.
Corren los años cuarenta y el doctor Enrique Huberman (Guillermo Francella), médico homeópata, se toma unos días de vacaciones en el hotel que una prima suya (Marilú Marini) posee en Ostende, en la todavía agreste costa atlántica argentina. Huyendo de un desengaño amoroso, no espera encontrar allí a la mujer que es la causa de su mal de amores y en el pequeño hotel es imposible eludir su presencia.
Mary Fraga (Luisiana Lopilato), el objeto de los desvelos del doctor, está acompañada por su hermana Emilia (Justina Bustos), Atuel (Juan Minujín), el novio de ésta y un tutor (Mario Alarcón). Se encuentra allí otro huésped (Gonzalo Urtizberea) además de la dueña del hotel que comparte mesa todas las noches con los veraneantes, el pequeño sobrino de ésta y algún empleado. Cuando Mary aparece envenenada en su habitación habrá que dilucidar si se trata de un suicidio o de un crimen y de confirmarse éste último caso se torna evidente que habría un asesino entre los presentes en el alojamiento veraniego.
Mary es traductora de novelas -detalle que no resulta menor en la trama- y una seductora irremediable. Vanidosa en extremo, a ella lo que le gusta es gustar, según sus propias palabras. La narración se torna en un muestrario de pasiones humanas, tales como la envidia, la codicia, la venganza o el despecho, que podrían conducir a cometer un crimen.
La recreación de la época resulta sobresaliente tanto por los escenarios interiores como por los exteriores. Estos últimos expresan el aspecto de los establecimientos pioneros cuando las playas argentinas todavía no habían sido domesticadas y los médanos se movían según el capricho del viento y las mareas.
"Los que aman, odian" es una película entretenida y fácil de ver. Genera misterio con la dosis de suspense necesaria y lo resuelve respondiendo a todas las preguntas y sospechas que plantea. Presenta una línea argumental lineal y directa, actuaciones adecuadas de sus intérpretes y el atractivo adicional de remitir a la única colaboración literaria de la dupla Bioy Casares-Ocampo.
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