Crítica: "Tiempo compartido", psicosis en el paraíso

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Luis Gerardo Méndez, en "Tiempo compartido"
Por Frida Jasso    

La idea de pasar unos días de descanso en uno de esos grandes complejos turístico "all inclusive" suena tentadora para muchos, pero para otro tanto es una alternativa perturbadora.  Esos lugares donde todo parece ser perfecto y todo está diseñado para ser feliz, es el ambiente de la película "Tiempo compartido" (2018), segunda realización de Sebastián Hofmann, quien debutó en 2012 con "Haley", una extraña fábula zombi. Pero la idea de la felicidad es algo tan efímero como puede ser un espejismo. De esto es lo que trata esta película.

"Tiempo compartido" cuenta el viaje de Pedro (Luis Gerardo Méndez), su esposa Eva (Cassandra Ciangherotti) y su pequeña hija, quienes se hospedan en una villa de un paraidisiaco complejo turístico. Un error administrativo les obliga a compartir la villa con unos desconocidos, Abel (Andres Almeida), su  esposa Gloria (Montserrat Marañon) y sus dos niños. La convivencia se vuelve una pesadilla para Pedro, quien progresivamente pasa de la incomodidad al odio por la amistad que traba su mujer con los intrusos, mientras él queda marginado y frustrado. Al mismo tiempo, el film cuenta una historia paralela, la de Gloria (Montserrat Marañón) y Andrés (Miguel Rodarte), un matrimonio de empleados del hotel que han cruzado una tragedia y trabajan en un ambiente de psicosis permanente, alentada por la turbia dirigencia de la corporación a la que sirven.

La película de Hoffman, con guion suyo y de Julio Chavezmontes, es una mordaz alegoría sobre la perturbación que emerge de la normalidad, donde la paranoia y la  confusión se mueven a pasos lentos como hormigas por un árbol, incontenibles y voraces. Con un ritmo sosegado, lo que contribuye a fortalecer la atmósfera del film, la realidad se confunde con las alucinaciones, pequeños brotes de locura que nos establecen en un campo de desconcierto y de sufrimiento que palpita sutilmente hasta un punto donde la ira estalla. En esta vertiente, se nota que el director abreva del cine de David Lynch y Jim Jarmusch.

La realización de "Tiempo compartido" saca provecho a sus locaciones, al trabajo fotográfico de Matías Penachino, quien hace su aporte para que el entorno luminoso de la trama se vuelva un sitio sombrío y amargo. Además, el film suma otros puntos por el estimable desempeño del cuadro actoral, donde Luis Gerardo Méndez se sale de sus personajes estereotipados por los que se dio a conocer con éxito, además de permitir que Miguel Rodarte y Andrés Almeida luzcan con nota sobresaliente, especialmente éste último, en el papel de un tipo ordinario pero irritante hasta la médula.

Otros asuntos que toca "Tiempo compartido" se relacionan con las estructuras de poder al interior de las corporaciones, donde el mundo capitalista y las jerarquías conforman complicidades de sumisión y conductas cercanas al fanatismo. Aquí es donde cobra relevanccia el personaje que interpreta el actor RJ Mitte, célebre por su participación como el hijo minusválido de la serie "Breaking Bad".

"Tiempo compartido" se presentó con una buena acogida en el pasado Festival de Sundance donde obtuvo el Premio especial del jurado, además de ganar dos Arieles por las actuaciones de Rodarte y Almedia. Ha sido uno de los estrenos del pasado fin de semana que no hay que perderse.

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