Crítica: "La misma sangre", misterios en familia
- por Super User
Por Edurne Sarriegui
El argentino Miguel Cohan ("Betibú"), estrena esta semana su último trabajo en su país. En "La misma sangre", su tercer largometraje, vuelve a compartir la escritura del guion con su hermana, Ana Cohan, como ya lo hiciera con su ópera prima, la laureada "Sin retorno" (2010). De coproducción argentino-chilena, participan en esta cinta actores de ambos lados de la cordillera andina tan prestigiosos como Oscar Martínez, Paulina García y Dolores Fonzi, que contribuyen con su buen hacer al resultado final de la misma.
Como en sus anteriores trabajos -"Betibú" (2014), además del mencionado- se decanta por el thriller. La particularidad de este caso radica en que la investigación y las conjeturas no involucran instancias policiales ni judiciales pues el misterio se limita a las sospechas intrafamiliares sobre un accidente doméstico.
La familia encabezada por Elías (Martínez) y Adriana (García) aparenta perfección. Con treinta y cinco años de casados, padres de dos hijas y devotos abuelos de un nieto, las reuniones familiares no hacen sino confirmar la buena relación de sus miembros y la cordialidad en sus relaciones. Sin embargo las cosas no son como parecen y la muerte de Adriana en un desgraciado accidente abre la puerta a las sospechas. Primero será Santiago (Diego Velázquez) el que reparará en pequeñas fisuras en la relación de sus suegros. Después será Carla (Fonzi), su esposa, la que dudará sobre la verdadera naturaleza del matrimonio de sus padres.
El desarrollo de la narración parte desde el punto de vista de Santiago para después derivar hacia la percepción de Elías. Esta elección narrativa le sirve al espectador para completar el cuadro de los hechos pero tiene como contrapartida algunas reiteraciones que ralentizan la acción.
La película, además de adentrarse en las miserias de una familia que se derrumba afectiva y económicamente, saca partido de las situaciones para hablar de otras cosas: la tensión causada en la pareja por el éxito desigual de sus empresas, las dificultades ocasionadas por la burocracia que siempre juega en contra del que pretende trabajar y los mandatos familiares de los cuales es difícil desprenderse. El espíritu de la tragedia griega revolotea sobre las cabezas de sus protagonistas.
"La misma sangre", uno de los títulos esperados este año, hace un planteo con la suficiente tensión como para trasladar las sospechas y la incertidumbre de sus personajes al espectador, aunque después afloje debido a algunas redundancias. El resultado cumple dentro de los términos de lo aceptable aunque no llega a brillar.
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El argentino Miguel Cohan ("Betibú"), estrena esta semana su último trabajo en su país. En "La misma sangre", su tercer largometraje, vuelve a compartir la escritura del guion con su hermana, Ana Cohan, como ya lo hiciera con su ópera prima, la laureada "Sin retorno" (2010). De coproducción argentino-chilena, participan en esta cinta actores de ambos lados de la cordillera andina tan prestigiosos como Oscar Martínez, Paulina García y Dolores Fonzi, que contribuyen con su buen hacer al resultado final de la misma.
Como en sus anteriores trabajos -"Betibú" (2014), además del mencionado- se decanta por el thriller. La particularidad de este caso radica en que la investigación y las conjeturas no involucran instancias policiales ni judiciales pues el misterio se limita a las sospechas intrafamiliares sobre un accidente doméstico.
La familia encabezada por Elías (Martínez) y Adriana (García) aparenta perfección. Con treinta y cinco años de casados, padres de dos hijas y devotos abuelos de un nieto, las reuniones familiares no hacen sino confirmar la buena relación de sus miembros y la cordialidad en sus relaciones. Sin embargo las cosas no son como parecen y la muerte de Adriana en un desgraciado accidente abre la puerta a las sospechas. Primero será Santiago (Diego Velázquez) el que reparará en pequeñas fisuras en la relación de sus suegros. Después será Carla (Fonzi), su esposa, la que dudará sobre la verdadera naturaleza del matrimonio de sus padres.
El desarrollo de la narración parte desde el punto de vista de Santiago para después derivar hacia la percepción de Elías. Esta elección narrativa le sirve al espectador para completar el cuadro de los hechos pero tiene como contrapartida algunas reiteraciones que ralentizan la acción.
La película, además de adentrarse en las miserias de una familia que se derrumba afectiva y económicamente, saca partido de las situaciones para hablar de otras cosas: la tensión causada en la pareja por el éxito desigual de sus empresas, las dificultades ocasionadas por la burocracia que siempre juega en contra del que pretende trabajar y los mandatos familiares de los cuales es difícil desprenderse. El espíritu de la tragedia griega revolotea sobre las cabezas de sus protagonistas.
"La misma sangre", uno de los títulos esperados este año, hace un planteo con la suficiente tensión como para trasladar las sospechas y la incertidumbre de sus personajes al espectador, aunque después afloje debido a algunas redundancias. El resultado cumple dentro de los términos de lo aceptable aunque no llega a brillar.
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