Crítica: "La fiera y la fiesta", el oficio de Chaplin
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Nicolás Quinteros
Jean-Louis Jorge era un director de cine nacido en la República Dominicana. Prácticamente desconocido fuera de las fronteras de su país, muchos lo consideran un pionero de la cinematografía dominicana. Autor de una obra semi amateur, transgresora, sensual y kitsch, fue brutalmente asesinado por tres adolescentes en el año 2000.
Partiendo de esta mítica figura, los realizadores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas construyen la historia de "La fiera y la fiesta" (2019) en la que un grupo de viejos amigos y colaboradores de Jean-Louis Jorge, tratarán de filmar uno de sus guiones.
La veterana actriz y exdiva Skrappy Vera (Geraldine Chaplin) se hará cargo de la dirección de la película; Victor (Jaime Piña) oficiará de productor; Henry (Udo Kier) será el coreógrafo y Martín el director de fotografía (interpretado por el cineasta colombiano Luis Ospina, amigo de Jean-Louis Jorge y responsable de la preservación de su patrimonio artístico).
Entre un rodaje sumamente accidentado, fiestas con un deje de glamour, recuerdos de juventud y de un pasado más glamouroso, la historia del film transcurre sin nunca encontrar un horizonte, con vampiros, escenas de baile e introduciendo elementos fantásticos que nunca logran encajar (en claro homenaje a la obra del director fallecido, igualmente loca e imprevisible).
Los protagonistas parecen encontrarse en un estado de anomia, del que no podrán escapar, incluso cuando se desatan una serie de tragedias. Todos ellos parecen atrapados en el pasado, cuando sus vidas transcurrían en el universo de Jean-Louis Jorge. "Sólo los que tienen frenos pueden parar", dice en un momento de la película el personaje interpretado por Geraldine Chaplin.
La historia naufraga, pero las interpretaciones de Chaplin, Kier, Piña y hasta el propio Ospina, justifican el visionado de esta película. La presencia escénica, los movimientos corporales, las miradas y los silencios de la hija del gran Charlie, son una clase magistral de actuación.
En un momento del film, su personaje culpa al fantasma de Jorge por los problemas durante el rodaje. Si algo despierta esta coproducción dominicana, mexicana y argentina, son las ganas de conocer más la historia del director Jean-Louis Jorge. No es un mérito menor.
Entrevista exclusiva con Geraldine Chaplin
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Jean-Louis Jorge era un director de cine nacido en la República Dominicana. Prácticamente desconocido fuera de las fronteras de su país, muchos lo consideran un pionero de la cinematografía dominicana. Autor de una obra semi amateur, transgresora, sensual y kitsch, fue brutalmente asesinado por tres adolescentes en el año 2000.
Partiendo de esta mítica figura, los realizadores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas construyen la historia de "La fiera y la fiesta" (2019) en la que un grupo de viejos amigos y colaboradores de Jean-Louis Jorge, tratarán de filmar uno de sus guiones.
La veterana actriz y exdiva Skrappy Vera (Geraldine Chaplin) se hará cargo de la dirección de la película; Victor (Jaime Piña) oficiará de productor; Henry (Udo Kier) será el coreógrafo y Martín el director de fotografía (interpretado por el cineasta colombiano Luis Ospina, amigo de Jean-Louis Jorge y responsable de la preservación de su patrimonio artístico).
Entre un rodaje sumamente accidentado, fiestas con un deje de glamour, recuerdos de juventud y de un pasado más glamouroso, la historia del film transcurre sin nunca encontrar un horizonte, con vampiros, escenas de baile e introduciendo elementos fantásticos que nunca logran encajar (en claro homenaje a la obra del director fallecido, igualmente loca e imprevisible).
Los protagonistas parecen encontrarse en un estado de anomia, del que no podrán escapar, incluso cuando se desatan una serie de tragedias. Todos ellos parecen atrapados en el pasado, cuando sus vidas transcurrían en el universo de Jean-Louis Jorge. "Sólo los que tienen frenos pueden parar", dice en un momento de la película el personaje interpretado por Geraldine Chaplin.
La historia naufraga, pero las interpretaciones de Chaplin, Kier, Piña y hasta el propio Ospina, justifican el visionado de esta película. La presencia escénica, los movimientos corporales, las miradas y los silencios de la hija del gran Charlie, son una clase magistral de actuación.
En un momento del film, su personaje culpa al fantasma de Jorge por los problemas durante el rodaje. Si algo despierta esta coproducción dominicana, mexicana y argentina, son las ganas de conocer más la historia del director Jean-Louis Jorge. No es un mérito menor.
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