Crítica: "La odisea de los giles", la unión hace la fuerza
- por © NOTICINE.com
Por Edurne Sarriegui
Sebastián Borenzstein ("Un cuento chino", "Koblic") estrena "La odisea de los giles" en su país, antes de viajar con ella a Toronto y San Sebastián. Cuenta una historia tan argentina como el mate o el dulce de leche y balancea ambos sabores suavizando con la dulzura de momentos de comedia otros más amargos y dramáticos.
La adaptación cinematográfica corrió a cargo del realizador y de Eduardo Sacheri ("El secreto de sus ojos"), autor de la novela "La noche de la usina" en la que se basa el relato. A diferencia de la novela que mantiene el suspense sobre las intenciones de los protagonistas hasta el final, la cinta expone casi desde el inicio sus propósitos y desarrolla la intriga sobre el modo con el que los llevarán a cabo.
La acción comienza en las postrimerías del año 2001 en Alsina, un remoto pueblo de la provincia de Buenos Aires. Allí, un grupo de vecinos liderados por Fermín Perlassi (Ricardo Darín) -gloria futbolística del lugar- unen fuerzas y ahorros para concretar el sueño de formar una cooperativa que impulse el empleo en la localidad. No pueden prever que la deshonesta maniobra financiera de un gerente de banco y de un abogado se sumará a las disposiciones gubernamentales para disolver su capital.
Cuando se dan cuenta de que han sido doblemente estafados pergeñarán un plan para recuperar lo que es suyo.
Que Argentina es un país que tiene acostumbrados a sus habitantes a convulsiones económicas y sociales periódicas no es noticia nueva. Pero lo acontecido a finales del año 2001 fue tan notorio que llegó incluso a acuñar un neologismo en la jerga económica. El "corralito bancario" definió el hecho de que todos los fondos depositados en los bancos -incluido el último sueldo de cada argentino- quedaron en poder de las entidades bancarias, el monto disponible en efectivo fue reducido a una cantidad irrisoria y cada depósito en dólares convertido a pesos antes de una devaluación monstruosa que licuó los ahorros de los "giles" que apostaron a una vida de trabajo y sacrificio para alcanzar un futuro mejor.
La película de Borezstein comienza justamente con una definición de quiénes son los giles y del significado por extensión de dicha palabra. Y está claro que este concepto no incluye a marrulleros y desaprensivos que siempre sacan ventaja de la situación, vengan de donde vengan los sopapos.
Perlassi encabeza un variopinto grupo de personajes redondos. Aquí no hay secundarios, todos tienen un lugar importante en la narración y están bien definidos como acostumbra a hacer Sacheri con sus personajes. El anarquista solitario que interpreta Luis Brandoni, el nostálgico peronista de Daniel Aráoz que cuida de una estación por la que ya no pasan más trenes, el marginal de Carlos Belloso, la empresaria de Rita Cortese o la aguerrida esposa que interpreta Verónica Llinás podrían haber protagonizado esta historia. Sus intérpretes conforman un elenco sólido como pocos que está a la altura de semejantes personajes.
Completan el elenco Chino Darín -que replica el vínculo con su padre en la vida real- Marco Antonio Caponi y el colombiano Andrés Parra que interpreta al abogado mafioso.
"La odisea de los giles" viene pisando fuerte para ser uno de los éxitos del cine nacional de este año.
Tiene un elenco de primera y una producción impecable con la participación de Kramer & Sigman, responsables de muchos de los éxitos nacionales de los últimos tiempos, y de Kenya Films, recién formada productora de los Darín. Se centra en un hecho reciente de la historia del país que no dejó a nadie ni indiferente ni incólume. Plantea la situación siempre atractiva de David frente a Goliat y cuenta con la empatía e identificación que la misma puede causar en el público. Mezcla con prudencia el drama, la intriga, la aventura y el humor.
Imposible que no cale en el espectador local, incapaz de olvidar que también fue víctima de semejante injusticia, siempre expuesto a alguna otra. Uno nunca sabe cuál será la siguiente idea mágica del iluminado de turno.
Y el próximo mes, cuando el film se vea en los Festivales de Toronto y San Sebastián, sabremos el efecto que causará sobre públicos foráneos que tal vez solo lo perciban como una imaginativa ficción.
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Sebastián Borenzstein ("Un cuento chino", "Koblic") estrena "La odisea de los giles" en su país, antes de viajar con ella a Toronto y San Sebastián. Cuenta una historia tan argentina como el mate o el dulce de leche y balancea ambos sabores suavizando con la dulzura de momentos de comedia otros más amargos y dramáticos.
La adaptación cinematográfica corrió a cargo del realizador y de Eduardo Sacheri ("El secreto de sus ojos"), autor de la novela "La noche de la usina" en la que se basa el relato. A diferencia de la novela que mantiene el suspense sobre las intenciones de los protagonistas hasta el final, la cinta expone casi desde el inicio sus propósitos y desarrolla la intriga sobre el modo con el que los llevarán a cabo.
La acción comienza en las postrimerías del año 2001 en Alsina, un remoto pueblo de la provincia de Buenos Aires. Allí, un grupo de vecinos liderados por Fermín Perlassi (Ricardo Darín) -gloria futbolística del lugar- unen fuerzas y ahorros para concretar el sueño de formar una cooperativa que impulse el empleo en la localidad. No pueden prever que la deshonesta maniobra financiera de un gerente de banco y de un abogado se sumará a las disposiciones gubernamentales para disolver su capital.
Cuando se dan cuenta de que han sido doblemente estafados pergeñarán un plan para recuperar lo que es suyo.
Que Argentina es un país que tiene acostumbrados a sus habitantes a convulsiones económicas y sociales periódicas no es noticia nueva. Pero lo acontecido a finales del año 2001 fue tan notorio que llegó incluso a acuñar un neologismo en la jerga económica. El "corralito bancario" definió el hecho de que todos los fondos depositados en los bancos -incluido el último sueldo de cada argentino- quedaron en poder de las entidades bancarias, el monto disponible en efectivo fue reducido a una cantidad irrisoria y cada depósito en dólares convertido a pesos antes de una devaluación monstruosa que licuó los ahorros de los "giles" que apostaron a una vida de trabajo y sacrificio para alcanzar un futuro mejor.
La película de Borezstein comienza justamente con una definición de quiénes son los giles y del significado por extensión de dicha palabra. Y está claro que este concepto no incluye a marrulleros y desaprensivos que siempre sacan ventaja de la situación, vengan de donde vengan los sopapos.
Perlassi encabeza un variopinto grupo de personajes redondos. Aquí no hay secundarios, todos tienen un lugar importante en la narración y están bien definidos como acostumbra a hacer Sacheri con sus personajes. El anarquista solitario que interpreta Luis Brandoni, el nostálgico peronista de Daniel Aráoz que cuida de una estación por la que ya no pasan más trenes, el marginal de Carlos Belloso, la empresaria de Rita Cortese o la aguerrida esposa que interpreta Verónica Llinás podrían haber protagonizado esta historia. Sus intérpretes conforman un elenco sólido como pocos que está a la altura de semejantes personajes.
Completan el elenco Chino Darín -que replica el vínculo con su padre en la vida real- Marco Antonio Caponi y el colombiano Andrés Parra que interpreta al abogado mafioso.
"La odisea de los giles" viene pisando fuerte para ser uno de los éxitos del cine nacional de este año.
Tiene un elenco de primera y una producción impecable con la participación de Kramer & Sigman, responsables de muchos de los éxitos nacionales de los últimos tiempos, y de Kenya Films, recién formada productora de los Darín. Se centra en un hecho reciente de la historia del país que no dejó a nadie ni indiferente ni incólume. Plantea la situación siempre atractiva de David frente a Goliat y cuenta con la empatía e identificación que la misma puede causar en el público. Mezcla con prudencia el drama, la intriga, la aventura y el humor.
Imposible que no cale en el espectador local, incapaz de olvidar que también fue víctima de semejante injusticia, siempre expuesto a alguna otra. Uno nunca sabe cuál será la siguiente idea mágica del iluminado de turno.
Y el próximo mes, cuando el film se vea en los Festivales de Toronto y San Sebastián, sabremos el efecto que causará sobre públicos foráneos que tal vez solo lo perciban como una imaginativa ficción.
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