Crítica: "La funeraria", terror argentino doblemente fantástico

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"La funeraria"
"La funeraria"
Por Emiliano Basile    

Después de estrenarse en salas y plataformas especializadas en cine de terror, llega a los cines argentinos la película nacional "La funeraria" (2020), que no tiene nada que envidiarle a las producciones norteamericanas.

Producida por Néstor Sánchez Sotelo, cuenta la historia de una familia disfuncional que vive en una casa en cuyo frente funciona una sala velatoria. La relación entre los vivos y los muertos no es sólo intrínseca al negocio familiar, las "presencias" modo de nombrar a los espectros que deambulan el inmueble, tienen un peso protagónico en este relato.

Bernardo (Luis Machín, poniendo el cuerpo una vez más al género) es la cabeza de familia y encargado del trabajo en la funeraria. Su mujer Estela (Celeste Gerez) y su hija adolescente Irina (Camila Vaccarini) viven en constante conflicto con el hogar pero, la ausencia / presencia del padre de la chica recientemente fallecido, las "ata" a la casa.

La película está llena de falsas pistas sobre el accionar tenebroso de las presencias, entre las que se encuentra también el padre de Bernardo, Salvador (interpretado por el recientemente fallecido Hugo Arana). Descubrir la verdadera motivación de los espíritus será tarea de Ramona (Susana Varela), una médium para destrabar el conflicto entre ambos mundos.

Del mismo modo que "Expediente Warren / El conjuro / The Conjuring" (2013), la opera prima de Mauro Iván Ojeda recorre todos los tópicos asociados al formato de casa embrujada. No faltarán las referencias cinéfilas a clásicos de la talla de "Poltergeist" (1982), "El legado del Diablo / Hereditary" (2018), "El resplandor / The Shining" (1980) o "El ente / The Entity" (1982), por citar algunas, para darle forma a las ánimas que conviven con la familia de turno y transformar el melodrama en una auténtica pesadilla.

Pero el mayor logro de esta producción es el manejo de los recursos del cine del terror con maestría. El uso, diseño y producción del sonido, fundamental para el género fantástico, desarrolla una atmósfera angustiante, necesaria para contextualizar el drama familiar y darle el tinte terrorífico deseado. De igual manera el diseño de arte y la dirección de fotografía, transforman la casona en un escenario semi abandonado, lúgubre e ideal para que el universo de los vivos se "mezcle" con el de los muertos.

Ojeda realiza un cine de calidad con conocimiento del género y solidez en el manejo de los recursos, que se suma a las producciones de los ya consagrados Daniel de la Vega y Demián Rugna.

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