Crítica: "La encomienda", crónica de un naufragio
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Juan Pablo Russo
"La encomienda" (2022), tercera película del argentino Pablo Giorgelli, tras la premiada "Las Acacias" (2011) e "Invisible" (2017), es la historia de un naufragio, dos sobrevivientes y una tragedia donde los roles entre opresores y oprimidos se invierten para que nada cambie.
Un barco que trafica personas y sustancias ilegales naufraga cerca de una isla caribeña. Pietro (Ettore D’Alessandro) es, en principio, el único sobreviviente, y debe luchar por su vida para salir airoso de esa situación límite, mientras, pese a todo, la avaricia aún lo domina y los escrúpulos parecen no tener límites. Pero, Pietro no está solo en ese mar abierto. Pronto descubrirá que uno de esos hombres que transportaba de manera ilegal también sobrevivió. Los roles se invierten y el poder cambia de manos.
Giorgelli sigue en la línea de películas intimistas que abordan temáticas comprometidas socialmente, pero ya no trabajadas desde lo autoral sino a partir del género. Mientras en "Las Acacias" apelaba a la road movie en "La encomienda" (2021) recurre al cine catástrofe y de supervivencia para enfrentar a dos hombres que, antes de la tragedia, tenían roles opuestos y de como a través esta todo se invierte. Para que al final nada cambie.
La primera parte de "La encomienda", basada en un cuento de Ettore D’Alessandro y Thomas Vilorio, transcurre en el mar, con la cámara en primer plano sobre Pietro tratando de sobrevivir, mostrando su avaricia y mezquindades aún en situaciones límites. Una mención especial para el excepcional trabajo de fotografía de Diego Poleri. Los diálogos verbales casi no existen y las palabras se dicen a través de las imágenes. Es casi una hora de un hombre luchando contra el mar. La segunda parte funciona como un contrapunto y es ahí donde la película trabaja el dilema ético y la cuestión social. Aparece la lucha de clases pero también la lucha por la supervivencia (en su sentido más amplio).
La encomienda podría funcionar como una metáfora de la pandemia del COVID-19, donde si en un principio se creía que el mundo podía cambiar para mejor al final de cuentas resultó que todo sigue igual y que el poder no cambia de manos sino que se concentra aún más. Como en el final de la historia.
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"La encomienda" (2022), tercera película del argentino Pablo Giorgelli, tras la premiada "Las Acacias" (2011) e "Invisible" (2017), es la historia de un naufragio, dos sobrevivientes y una tragedia donde los roles entre opresores y oprimidos se invierten para que nada cambie.
Un barco que trafica personas y sustancias ilegales naufraga cerca de una isla caribeña. Pietro (Ettore D’Alessandro) es, en principio, el único sobreviviente, y debe luchar por su vida para salir airoso de esa situación límite, mientras, pese a todo, la avaricia aún lo domina y los escrúpulos parecen no tener límites. Pero, Pietro no está solo en ese mar abierto. Pronto descubrirá que uno de esos hombres que transportaba de manera ilegal también sobrevivió. Los roles se invierten y el poder cambia de manos.
Giorgelli sigue en la línea de películas intimistas que abordan temáticas comprometidas socialmente, pero ya no trabajadas desde lo autoral sino a partir del género. Mientras en "Las Acacias" apelaba a la road movie en "La encomienda" (2021) recurre al cine catástrofe y de supervivencia para enfrentar a dos hombres que, antes de la tragedia, tenían roles opuestos y de como a través esta todo se invierte. Para que al final nada cambie.
La primera parte de "La encomienda", basada en un cuento de Ettore D’Alessandro y Thomas Vilorio, transcurre en el mar, con la cámara en primer plano sobre Pietro tratando de sobrevivir, mostrando su avaricia y mezquindades aún en situaciones límites. Una mención especial para el excepcional trabajo de fotografía de Diego Poleri. Los diálogos verbales casi no existen y las palabras se dicen a través de las imágenes. Es casi una hora de un hombre luchando contra el mar. La segunda parte funciona como un contrapunto y es ahí donde la película trabaja el dilema ético y la cuestión social. Aparece la lucha de clases pero también la lucha por la supervivencia (en su sentido más amplio).
La encomienda podría funcionar como una metáfora de la pandemia del COVID-19, donde si en un principio se creía que el mundo podía cambiar para mejor al final de cuentas resultó que todo sigue igual y que el poder no cambia de manos sino que se concentra aún más. Como en el final de la historia.
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