Crítica: "Las noches son de los monstruos", Sebastián Perillo vuelve al género con una mirada feminista
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Rolando Gallego
Una vez más, con pericia y conocimiento del género, el realizador argentino Sebastián Perillo construye en clave fantástica, con "Las noches son de los monstruos" (2021), un nervioso y logrado relato sobre vínculos tóxicos, acosos y violencia.
Perillo tiene al género como motor para narrar, con las leyes propias del mismo, un intrigante relato en donde Sol (Luciana Grasso), una joven recién llegada a una ciudad balnearia junto a su madre (Jazmín Stuart), deberá lidiar con una serie de acosos y violencias que sólo cuando se conecta con su costado animal comienzan a cesar.
Su madre tiene que atender una farmacia todas las noches, y si durante el día Sol sueña con un poco de quietud y paz, pero no lo consigue, menos lo hará en la noche (como lo alude el título), donde ese espacio habilita los deseos de su funesto padrastro (Esteban Lamothe).
Hay mucho de coming of age de la recién llegada, que debe sortear los obstáculos en la escuela para poder deambular tranquila por los pasillos, al que se le suma el bullyng físico y verbal que sufre, pero peor será cuando en el silencio de la madrugada, el novio de su madre quiera ingresar a su cuarto a hacer de las suyas.
Sol se conecta con alguna fuerza animal en un relato digno de Stephen King, redirigiendo su energía contra aquellos que le hacen daño, pero también, contra aquel que la entiende y quiere cobijar (Agustín Daulte), en un espiral de violencia que al ritmo de sintetizadores enmarcado en escenas de cuidada fotografía, no hacen otra cosa que potenciar su relato.
Grasso se luce como Sol, con sus miedos e inseguridades, pero también con sus deseos y pulsiones, al igual que Stuart y Lamothe (recurrentes en el cine de Perillo) que ofrecen actuaciones verosímiles para sus personajes. Mención especial para Gustavo Garzón, que compone a ese comisario de pueblo, que duda de todos, hasta de sí mismo, y que en la caricatura que compone pinta de cuerpo y alma a la policía inoperante de cualquier lugar de Argentina y del mundo.
"Las noches son de los monstruos" dispara muchas preguntas. ¿Quién es más animal? ¿Ese perro callejero que es confundido con un puma y alerta a los pueblerinos de su posible amenaza? ¿O esas jóvenes a la moda que detestan a la recién llegada mal vestida? ¿O ese hombre fanático del Renaul 12 Alpine, plagado de deudas, que quiere calmar su sexo en la hija de su mujer?
Las respuestas en una nueva y atrapante propuesta de Perillo, que se reafirma con este nuevo largo como un faro en el cine de género local, no sólo por su profunda sapiencia del mismo, sino porque respeta al espectador logrando entretener, reflexionar y, además, hablar de temas que la ficción esquiva y que en tiempos de conquistas de géneros son necesarios.
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Una vez más, con pericia y conocimiento del género, el realizador argentino Sebastián Perillo construye en clave fantástica, con "Las noches son de los monstruos" (2021), un nervioso y logrado relato sobre vínculos tóxicos, acosos y violencia.
Perillo tiene al género como motor para narrar, con las leyes propias del mismo, un intrigante relato en donde Sol (Luciana Grasso), una joven recién llegada a una ciudad balnearia junto a su madre (Jazmín Stuart), deberá lidiar con una serie de acosos y violencias que sólo cuando se conecta con su costado animal comienzan a cesar.
Su madre tiene que atender una farmacia todas las noches, y si durante el día Sol sueña con un poco de quietud y paz, pero no lo consigue, menos lo hará en la noche (como lo alude el título), donde ese espacio habilita los deseos de su funesto padrastro (Esteban Lamothe).
Hay mucho de coming of age de la recién llegada, que debe sortear los obstáculos en la escuela para poder deambular tranquila por los pasillos, al que se le suma el bullyng físico y verbal que sufre, pero peor será cuando en el silencio de la madrugada, el novio de su madre quiera ingresar a su cuarto a hacer de las suyas.
Sol se conecta con alguna fuerza animal en un relato digno de Stephen King, redirigiendo su energía contra aquellos que le hacen daño, pero también, contra aquel que la entiende y quiere cobijar (Agustín Daulte), en un espiral de violencia que al ritmo de sintetizadores enmarcado en escenas de cuidada fotografía, no hacen otra cosa que potenciar su relato.
Grasso se luce como Sol, con sus miedos e inseguridades, pero también con sus deseos y pulsiones, al igual que Stuart y Lamothe (recurrentes en el cine de Perillo) que ofrecen actuaciones verosímiles para sus personajes. Mención especial para Gustavo Garzón, que compone a ese comisario de pueblo, que duda de todos, hasta de sí mismo, y que en la caricatura que compone pinta de cuerpo y alma a la policía inoperante de cualquier lugar de Argentina y del mundo.
"Las noches son de los monstruos" dispara muchas preguntas. ¿Quién es más animal? ¿Ese perro callejero que es confundido con un puma y alerta a los pueblerinos de su posible amenaza? ¿O esas jóvenes a la moda que detestan a la recién llegada mal vestida? ¿O ese hombre fanático del Renaul 12 Alpine, plagado de deudas, que quiere calmar su sexo en la hija de su mujer?
Las respuestas en una nueva y atrapante propuesta de Perillo, que se reafirma con este nuevo largo como un faro en el cine de género local, no sólo por su profunda sapiencia del mismo, sino porque respeta al espectador logrando entretener, reflexionar y, además, hablar de temas que la ficción esquiva y que en tiempos de conquistas de géneros son necesarios.
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