Crítica: "Matar a la bestia", una fábula sobre el abuso y el miedo
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Juan Pablo Russo
Estrenada en el último Festival de Cine de Toronto, "Matar a la bestia" (2021), opera prima de la realizadora de los cortos "No hay bestias" (2015), "La prima sueca" (2017), y "Monstruo Dios" (2019), Agustina San Martín, mantiene la impronta realista fantástica que atraviesa su obra.
Tras la muerte de su madre, Emilia (Tamara Rocca) llega a un pueblo fronterizo que une Argentina con Brasil para saldar una deuda con su hermano Mateo. Se instala en casa de su tía (Ana Brun), una pensionista, que recibe visitantes ocasionales, mientras intenta encontrarse con Mateo. Pero una extraña bestia, que toma la forma de diferentes animales, acecha al lugar y ataca a las mujeres.
Agustina San Martín construye un original y fantastico cuento lyncheano, mezcla de fábula rural y leyenda urbana. Para hacerlo se nutre de símbolos mitológicos que son cruzados con la realidad. A través de una puesta en escena onírica, envuelta en una atmosfera claustrofóbica, con un gran manejo de los climas, conduce a los personajes (y al espectador) a través de un ambiente opresivo, donde la tensión sexual se apodera del relato y el deseo de las acciones.
Hay algo de Lucrecia Martel en la forma que San Martín tiene para concebir el cine, pero también mucho de una impronta personal arriesgada y que no le tiene miedo a los cruces y la hibridación de los géneros. "Matar a la bestia" transita por un abanico de tópicos que van desde el abuso y el silencio hasta la construcción de las nuevas masculinidades y los feminismos, pero abordados con una sensibilidad, una elegancia estilística y desde un lugar tan poco frecuente que se destacan en un universo cinematográfico que no siempre puede correrse del lugar común.
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Estrenada en el último Festival de Cine de Toronto, "Matar a la bestia" (2021), opera prima de la realizadora de los cortos "No hay bestias" (2015), "La prima sueca" (2017), y "Monstruo Dios" (2019), Agustina San Martín, mantiene la impronta realista fantástica que atraviesa su obra.
Tras la muerte de su madre, Emilia (Tamara Rocca) llega a un pueblo fronterizo que une Argentina con Brasil para saldar una deuda con su hermano Mateo. Se instala en casa de su tía (Ana Brun), una pensionista, que recibe visitantes ocasionales, mientras intenta encontrarse con Mateo. Pero una extraña bestia, que toma la forma de diferentes animales, acecha al lugar y ataca a las mujeres.
Agustina San Martín construye un original y fantastico cuento lyncheano, mezcla de fábula rural y leyenda urbana. Para hacerlo se nutre de símbolos mitológicos que son cruzados con la realidad. A través de una puesta en escena onírica, envuelta en una atmosfera claustrofóbica, con un gran manejo de los climas, conduce a los personajes (y al espectador) a través de un ambiente opresivo, donde la tensión sexual se apodera del relato y el deseo de las acciones.
Hay algo de Lucrecia Martel en la forma que San Martín tiene para concebir el cine, pero también mucho de una impronta personal arriesgada y que no le tiene miedo a los cruces y la hibridación de los géneros. "Matar a la bestia" transita por un abanico de tópicos que van desde el abuso y el silencio hasta la construcción de las nuevas masculinidades y los feminismos, pero abordados con una sensibilidad, una elegancia estilística y desde un lugar tan poco frecuente que se destacan en un universo cinematográfico que no siempre puede correrse del lugar común.
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