Crítica: "Desbarrancada", Carla Pandolfi entre el erotismo y la dictadura
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Emiliano Basile
Pese a las actuaciones de Carla Pandolfi y Luis Machín, "Desbarrancada" es una producción argentina de nobles intenciones que desbarranca en su ejecución. La película se instala audazmente en la Argentina de 1977 para un relato de emancipación femenina en el contexto opresivo de la dictadura militar.
Protagonizada por Carla Pandolfi, el film articula su trama sobre ejes potentes —represión política, deseo femenino y control corporal—, pero su voluntad de provocar termina desequilibrando la balanza, dejando al espectador ante una propuesta de intenciones nobles y ejecución fallida.
La directora Guadalupe Yepes realiza una narración propia del thriller erótico, que busca elevar el conflicto íntimo de Gina (Pandolfi) —una mujer atrapada por un esposo siniestro (Luis Machín) con turbias conexiones con la Armada— a un plano de resistencia política y personal. El cuerpo de Gina se convierte en el territorio central de la disputa.
Sin embargo, la producción se entrega sin reservas a la exageración, convirtiendo la intención en pretensión. Algunos elementos —como el peluquín de Machín— refuerzan una teatralidad extrema que, en lugar de intensificar la opresión, roza el grotesco. Este espíritu declamatorio es la principal falla del film.
Si bien el viaje de emancipación de Gina y la conexión entre la represión marital y la dictatorial son los ejes más potentes de la trama, "Desbarrancada" no logra equilibrar su discurso reflexivo con el drama humano, diluyendo su crítica social en un espectáculo visual sobrecargado.
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Pese a las actuaciones de Carla Pandolfi y Luis Machín, "Desbarrancada" es una producción argentina de nobles intenciones que desbarranca en su ejecución. La película se instala audazmente en la Argentina de 1977 para un relato de emancipación femenina en el contexto opresivo de la dictadura militar.
Protagonizada por Carla Pandolfi, el film articula su trama sobre ejes potentes —represión política, deseo femenino y control corporal—, pero su voluntad de provocar termina desequilibrando la balanza, dejando al espectador ante una propuesta de intenciones nobles y ejecución fallida.
La directora Guadalupe Yepes realiza una narración propia del thriller erótico, que busca elevar el conflicto íntimo de Gina (Pandolfi) —una mujer atrapada por un esposo siniestro (Luis Machín) con turbias conexiones con la Armada— a un plano de resistencia política y personal. El cuerpo de Gina se convierte en el territorio central de la disputa.
Sin embargo, la producción se entrega sin reservas a la exageración, convirtiendo la intención en pretensión. Algunos elementos —como el peluquín de Machín— refuerzan una teatralidad extrema que, en lugar de intensificar la opresión, roza el grotesco. Este espíritu declamatorio es la principal falla del film.
Si bien el viaje de emancipación de Gina y la conexión entre la represión marital y la dictatorial son los ejes más potentes de la trama, "Desbarrancada" no logra equilibrar su discurso reflexivo con el drama humano, diluyendo su crítica social en un espectáculo visual sobrecargado.
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