Crítica Venecia: "Lobo y Cão", retrato sin compromisos de una generación que lucha por existir

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"Lobo y Cão"
"Lobo y Cão"
Por Muriel Del DonCineuropa     

La cineasta portuguesa Cláudia Varejão se ha hecho un nombre entre público y crítica gracias a obras que mezclan realidad y ficción a través de imágenes oníricas que transforman lo cotidiano en poesía. Estos incluyen "Ama-San" (2016), un homenaje a una comunidad de pescadoras japonesas, que recibió una mención especial en Karlovy Vary, y "Amor Fati" (2020), seleccionado en numerosos festivales como Visions du Réel, Doclisboa y CPH:DOX, que presenta parejas "atípicas" que desafían las convenciones sociales: amigos, familiares, amantes o animales con sus dueños.

Su último largometraje "Lobo y Cão", estrenado en la sección Giornate degli Autori de la 79 Mostra de Venecia, se sitúa dentro de este complejo y delicado proceso de fusión entre realidad y ficción, el poder de la observación directa y la magia de la narración.  El espíritu documental de Varejão resurge en su deseo de rodar la película en un lugar muy específico, habitado por realidades sociales y culturales fuertes y a veces asfixiantes, así como en su elección de contar con un elenco compuesto por actores no profesionales. En este sentido, la directora precisa que "Lobo y Cão" es una condensación de sus recuerdos, de su mundo interior pero también de la larga investigación realizada con los jóvenes y habitantes de la isla de São Miguel. Distintas historias se unen para dar forma a una narrativa formada por microuniversos y microheridas por sanar. La comunidad local, concretamente involucrada en la realización de la película, se convierte, como subraya Varejão, en "la columna vertebral de la obra".

Ana (Ana Cabral) nació en la isla de São Miguel, en las Azores, en medio del Océano Atlántico, donde reinan la religión y las tradiciones ancestrales. Al crecer en una familia de dos hermanos, su madre y su abuela, Ana se da cuenta desde muy temprana edad de que las niñas y los niños no tienen que regirse por las mismas reglas. Gracias a su amistad con el carismático y misterioso Luis (Rubén Pimenta), su mejor amigo queer que expresa una diversidad orgullosamente lúcida a través de su barroca y fluida mirada de género, Ana comienza a cuestionar el mundo que la rodea, las injusticias de una sociedad en la que estrictamente la identidad de género binaria es adorada como una reliquia. Al respecto, una de las drag queens del club frecuentado por Ana y Luis dice con triste previsión: "El binarismo es una prisión". Cuando Cloé (Cristiana Branquinho), una amiga de Ana, llega desde Canadá para pasar el verano en la isla portuguesa, la liviandad de la adolescencia y la riqueza de un espectro de géneros multicolor se apoderan de su mundo. Embriagada por sensaciones estimulantes que nunca pensó que podría experimentar y por una dosis liberadora de rebeldía, Ana emprende un viaje que la llevará lejos de su isla natal. Un viaje que le hará descubrir otras realidades, más acordes con su espíritu polifacético e indómito.

"Lobo y Cão" es un retrato a la vez luminoso y poderoso de la comunidad LGTB de la isla de São Miguel, una oda de género fluido que transforma la violencia en ternura, la intolerancia en un espíritu comunitario con poder calmante. Conmovedoras y poéticas son las escenas íntimas en las que criaturas que parecen salidas del onírico universo pop de David LaChapelle se apoderan de la escena, recordándonos que ellas también tienen derecho a existir a pesar de una diversidad que la sociedad quisiera relegar para siempre a la oscuridad. Particularmente poderoso en este sentido es el uso de "The Cold Song" de Klaus Nomi cuando Luis, obligado a afeitarse el cabello como señal de sumisión, se para en el escenario rodeado de Ana, Cloé y las otras drag queens. "Lobo y Cão" es un canto a la fragilidad entendida como un acto de rebelión a favor de una diversidad que se impone en toda su conmovedora verdad.

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