Crítica: "Todos los nombres de Dios", acción y emoción

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"Todos los nombres de Dios"
"Todos los nombres de Dios"
por Alfonso RiveraCineuropa   

El corazón de Madrid está a punto de saltar por los aires en " Todos los nombres de Dios", una de las más trepidantes y emocionales películas de Daniel Calparsoro, protagonizada, de nuevo en su filmografía, por Luis Tosar.

En España todo el mundo recuerda esa imagen de la Gran Vía, la calle más famosa del país, arteria comercial de su capital, completa y sorprendentemente vacía que recorre un desconcertado Eduardo Noriega en "Abre los ojos", segundo largometraje de Alejandro Amenábar. Si cerrar a los transeúntes y tráfico esa concurridísima avenida fue una proeza allá por 1997, algo similar ha logrado Daniel Calparsoro filmando una de las escenas más tensas de "Todos los nombres de Dios", otro artefacto de acción trepidante del responsable de "Cien años de perdón" y "Hasta el cielo", que se estrenó en salas de cine españolas el pasado fin de semana, distribuida por Tripictures.

De nuevo, como en esos dos últimos films, el gallego Luis Tosar está al frente del reparto de una película suya, secundado esta vez por Inma Cuesta, Nourdin Batán, Roberto Enríquez, Patricia Vico y Fernando Cayo. El drama comienza con un atentado terrorista en el aeropuerto, del que sale milagrosamente ileso el protagonista, Santi, un taxista que arrastra el intenso dolor de una pérdida reciente. Cuando este héroe por accidente ayuda a una de las víctimas, esta lo toma como rehén: lo que sigue es una auténtica yincana por sobrevivir cuando adhieren al cuerpo de este pobre individuo una enorme cantidad de explosivos, que estallarán si deja de caminar… por el mismísimo centro de Madrid.



Semejante idea –perpetrada por la guionista Gemma Ventura ("53 días de invierno") – le sirve a Calparsoro para demostrar su nervio narrativo y espolear la adrenalina del espectador gracias a un oficio que tiene sobradamente entrenado tras sus últimas incursiones en un género que se ha convertido en su zona de confort. Así, aunque la credibilidad sí salte por los aires en algún momento de la trama y hasta pueda parecer en conjunto un gran spot sobre la eficacia de las fuerzas del orden patrias, "Todos los nombres de Dios" resulta altamente disfrutable por ese ritmo trepidante y unas localizaciones familiares para el españolito de a pie.

Pero, sobre todo, este largometraje aúna algo que faltaba en los últimos trabajos del director: emoción de alta graduación. Así, el conflicto externo de sus protagonistas armoniza con el interno que angustia a esos personajes atrapados por un destino cruel del que intentan escabullirse, tanto como de esos terroristas fanáticos cegados por sus creencias religiosas. Y, aunque la enloquecida cámara de Calparsoro a veces parezca poseída por el baile de San Vito, en conjunto esta cinta emerge victoriosa con su perfectamente engrasada aleación a base de crítica política, tensión emocional y personajes que generan gran empatía.

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