Crítica: "El viento que arrasa", Paula Hernández entre la luz y la oscuridad

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"El viento que arrasa"
"El viento que arrasa"
Por Juan Pablo Russo       

Con "El viento que arrasa" (2023), Paula Hernández se sumerge en las complejidades de la relación entre un pastor religioso (Alfredo Castro) y su hija (Almudena González), quienes se ven atrapados en un viaje evangelizador por el interior de Argentina. La trama gira en torno a Leni, una joven que anhela escapar de un destino que no eligió y que se ve forzada a acompañar a su padre, el reverendo Pearson, en sus misiones religiosas.

La historia, ambientada en los años 90 en el interior de la Argentina profunda, está narrada desde el punto de vista de Leni y sigue una cronología única, en contraste con la estructura narrativa del libro. Esta elección permite a los espectadores sumergirse por completo en la mente de la protagonista, lo que a su vez les brinda la oportunidad de explorar en detalle su visión del mundo y las luchas internas que experimenta.

El viento que arrasa comienza con una luz solar vibrante mientras Leni observa a su padre entregarse apasionadamente a un ritual de exorcismo en un entorno rural que anhela desesperadamente encontrar alguna chispa de esperanza. No obstante, a medida que la historia profundiza en la intrincada dinámica entre el padre y la hija, el entorno naturalista cede su lugar a una paleta de colores intensos que establece una oposición visual sorprendente.



Este cambio tiene un propósito claro: plasmar en la pantalla las tensiones, los miedos y los deseos internos de Leni. La labor fotográfica de Iván Gierasinchuk brilla de manera notable al estilizar la imagen sin caer en la superficialidad ni en la banalización de la difícil realidad que los personajes enfrentan.

Una avería en el vehículo de Leni y su padre conduce a un inesperado encuentro con un hombre aislado, magistralmente interpretado por Sergi López, quien a su vez cuida de un joven (Joaquín Acebo). A partir de esta confluencia de destinos, la narrativa se adentra en una tensión anunciada que sirve como telón de fondo para explorar las profundidades de los vínculos familiares, las cicatrices de ausencias maternas y las heridas de la infancia que se mantienen latentes. La película, en su sabia ambigüedad, refleja la intrincada complejidad de estas relaciones, a menudo borrosas y enigmáticas, ilustrando el inquietante pero liberador acto de confrontar lo desconocido en la búsqueda de la propia identidad.

Hernández arroja luz sobre la intrincada naturaleza de las relaciones familiares y los desafíos que surgen al confrontar creencias arraigadas con deseos individuales. "El viento que arrasa" es un viaje revelador de autodescubrimiento y resistencia en un contexto opresivo y caracterizado por el patriarcado, cuestionando las normas impuestas y explorando la libertad que surge al atreverse a abrazar lo desconocido.

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