Crítica: "Bad Boys: Ride or Die", una saga que envejece junto a sus protagonistas
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Emiliano Basile
Will Smith y Martin Lawrence regresan con la cuarta entrega de una franquicia que presenta síntomas de agotamiento, aunque no en lo que a la apreciación del público, ya que debutó este pasado fin de semana con 104,6 millones de dólares en todo el mundo.
"Bad Boys: Hasta la muerte / Ride or Die" (2024) cumple con todos y cada uno de los requisitos de la buddy movie (o buddy cop en este caso) prolongada en el tiempo. La pareja dispareja envejece y varios de los chistes están relacionados con los achaques de la edad. Al mismo tiempo, la familia se amplía; ya no son solo ellos dos, sino que cada uno tiene sus propias esposas, hijos y yernos con quienes lidiar.
Siguiendo una lógica similar a la de la saga de "Fast & Furious", la película es una continuación directa de "Bad Boys para siempre / Bad Boys for Life" (2020). En esta entrega, Mike (Will Smith) y Marcus (Martin Lawrence) defienden el legado del Capitán Howard (Joe Pantoliano), quien falleció en la película anterior. El jefe de los "chicos malos" es acusado de narcotraficante por una investigación que llevaba a cabo antes de morir. El dúo de policías deberá resolver el caso mientras son perseguidos junto a Jacob (Armando Aretas), el hijo recluso de Mike.
La siempre efectiva estructura del fugitivo, que consiste en atrapar al villano antes de ser atrapados por la policía, funciona en una película sin riesgos de ningún tipo. La producción del legendario Jerry Bruckheimer, quien ha acompañado la saga desde sus inicios hace casi 30 años, imprime mucho vértigo al relato. Sin embargo, la sensación que queda es que a esta secuela le falta algo, un plus que nunca llega y que borre la idea de estar viendo una continuación forzada y realizada solo para la taquilla.
La dirección recae, como en la película anterior, en Adil El Arbi y Bilall Fallah, quienes han demostrado suplantar muy bien a Michael Bay, el director de las dos primeras entregas. La misma estética publicitaria de Miami, junto con una cámara en constante movimiento y con puntos de vista extravagantes, roza el ridículo, al igual que los giros de un guion débil y predecible.
"Bad Boys: Hasta la muerte" continúa la historia de los chicos/viejos policías y mantiene vivo un género de comedia policial que parece haber muerto en los años noventa. Lo mismo sucede con las pocas buenas ideas para la continuación de una franquicia que parece estirarse, como el título indica, hasta la muerte.
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Will Smith y Martin Lawrence regresan con la cuarta entrega de una franquicia que presenta síntomas de agotamiento, aunque no en lo que a la apreciación del público, ya que debutó este pasado fin de semana con 104,6 millones de dólares en todo el mundo.
"Bad Boys: Hasta la muerte / Ride or Die" (2024) cumple con todos y cada uno de los requisitos de la buddy movie (o buddy cop en este caso) prolongada en el tiempo. La pareja dispareja envejece y varios de los chistes están relacionados con los achaques de la edad. Al mismo tiempo, la familia se amplía; ya no son solo ellos dos, sino que cada uno tiene sus propias esposas, hijos y yernos con quienes lidiar.
Siguiendo una lógica similar a la de la saga de "Fast & Furious", la película es una continuación directa de "Bad Boys para siempre / Bad Boys for Life" (2020). En esta entrega, Mike (Will Smith) y Marcus (Martin Lawrence) defienden el legado del Capitán Howard (Joe Pantoliano), quien falleció en la película anterior. El jefe de los "chicos malos" es acusado de narcotraficante por una investigación que llevaba a cabo antes de morir. El dúo de policías deberá resolver el caso mientras son perseguidos junto a Jacob (Armando Aretas), el hijo recluso de Mike.
La siempre efectiva estructura del fugitivo, que consiste en atrapar al villano antes de ser atrapados por la policía, funciona en una película sin riesgos de ningún tipo. La producción del legendario Jerry Bruckheimer, quien ha acompañado la saga desde sus inicios hace casi 30 años, imprime mucho vértigo al relato. Sin embargo, la sensación que queda es que a esta secuela le falta algo, un plus que nunca llega y que borre la idea de estar viendo una continuación forzada y realizada solo para la taquilla.
La dirección recae, como en la película anterior, en Adil El Arbi y Bilall Fallah, quienes han demostrado suplantar muy bien a Michael Bay, el director de las dos primeras entregas. La misma estética publicitaria de Miami, junto con una cámara en constante movimiento y con puntos de vista extravagantes, roza el ridículo, al igual que los giros de un guion débil y predecible.
"Bad Boys: Hasta la muerte" continúa la historia de los chicos/viejos policías y mantiene vivo un género de comedia policial que parece haber muerto en los años noventa. Lo mismo sucede con las pocas buenas ideas para la continuación de una franquicia que parece estirarse, como el título indica, hasta la muerte.
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