Crítica: "Muy lejos", Mario Casas en una huida que se convierte en espejo

por © NOTICINE.com
"Muy lejos"
"Muy lejos"
Por Santiago Echeverría     

El catalán Gerard Oms, conocido en ambientes profesionales por ser "acting coach" de conocidas figuras del cine español, entre ellos su protagonista ahora, Mario Casas, debuta en la dirección con "Muy lejos / Molt lluny" (2024), un relato autobiográfico filmado con la crudeza del neorrealismo europeo y la sensibilidad de quien conoce los pliegues de la interpretación. Protagonizada por un Casas en estado de gracia — premio a mejor actor exaequo en Málaga—, la película sigue a Sergio, un catalán que tras un ataque de ansiedad en un viaje futbolístico a Utrecht, decide quedarse en Holanda. Lo que comienza como una escapada se convierte en un viaje de autodescubrimiento donde el personaje choca contra sus propios límites: la masculinidad tóxica heredada, el racismo latente y una sexualidad reprimida.

Mario Casas construye a Sergio desde lo físico: su espalda encorvada en trabajos precarios, sus puños apretados ante comentarios homófobos, esa mirada esquiva que delata el miedo a ser visto. El actor abandona cualquier rasgo de estrella para encarnar a un hombre que se desarma en silencio. La cámara al hombro de Oms —con claras influencias de los Dardenne y del realismo europeo contemporáneo— no lo abandona ni en los momentos más ínfimos: cuando duerme en un colchón en el suelo, cuando lava platos en una cocina industrial o cuando juega al fútbol en un descampado, último vínculo con una identidad que ya no le cabe.

La película evita el paternalismo al mostrar las contradicciones de Sergio: es un emigrante blanco en Europa, pero también un outsider que reproduce los prejuicios de su entorno. Un encuentro clave con Yusuf (Yliass El Ouahdani), inmigrante ilegal marroquí, le revela su propio racismo. Oms no juzga; muestra cómo la marginalidad puede ser un espejo deformante. En contraste, David Verdaguer brilla como Manel, un compatriota cínicamente adaptado al sistema, que funciona como antítesis del protagonista.



El guion —del propio Oms, con elementos autobiográficos— opta por la elipsis. Nunca sabremos qué trauma específico huye Sergio, pero intuimos su lucha interna a través de detalles: la incomodidad ante bromas machistas, la fascinación al ver a dos hombres besarse en un bar, la ternura con su casera (Jetty Mathurin), quien le ofrece refugio sin pedir explicaciones. La película encuentra su mayor potencia en estos gestos mínimos, lejos de discursos grandilocuentes.

El ritmo lento y la ausencia de puntos de giro convencionales pueden desafiar a espectadores acostumbrados a narrativas más explícitas. Algunos secundarios —como el poeta callejero— quedan en esbozos. Pero el film gana en autenticidad lo que pierde en espectacularidad. La secuencia final, donde Sergio por fin respira sin máscaras, justifica todo el viaje.

"Muy lejos" es un ejercicio de cine puro: honesto, incómodo y necesario. Oms demuestra que lo personal es político al retratar una generación atrapada entre mandatos sociales y el deseo de libertad. Casas confirma aquí su transformación actoral, lejos de la imagen de galán romántico de sus inicios. Es una película que, como su protagonista, encuentra fuerza en la vulnerabilidad.

Sigue nuestras últimas noticias por INSTAGRAM, BLUESKY o FACEBOOK.