Crítica: "Adulto", Mariano González y una exploración íntima sobre el abandono y las responsabilidades prematuras
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com

Por Juan Pablo Russo
Con una narrativa intimista, "Adulto" (2024) explora las dificultades de la adolescencia cuando las figuras adultas desaparecen. La película de Mariano González pone en primer plano temas como la responsabilidad forzada, el abandono y las dinámicas sociales, revelando un retrato honesto y universal.
Dirigido por Mariano González y protagonizado por Alfonso González Lesca y Juan Minujín, el film combina una sensibilidad narrativa cuidadosamente trabajada con una incisiva crítica social. Desde su planteo inicial, la película confronta al espectador con una realidad incómoda: cómo las estructuras sociales y familiares fracasan en su función de protección, dejando a los más vulnerables frente a desafíos para los que no están preparados.
La historia sigue a Antonio, un adolescente de 14 años, quien, tras la desaparición de su padre Raúl a raíz de un accidente, se enfrenta de golpe con las demandas de un mundo adulto. Obligado a asumir responsabilidades desproporcionadas, Antonio atraviesa una serie de situaciones que exponen las fracturas de un sistema incapaz de sostener a quienes más lo necesitan. Desde los trabajos precarios que emprende hasta las exigencias del ámbito escolar, cada decisión que toma refleja un entorno que impone cargas excesivas y deja poco margen para el error.
El guion de Mariano González evita estrategias narrativas orientadas al melodrama. En lugar de provocar emociones exacerbadas, opta por un enfoque centrado en la autenticidad de las situaciones y la complejidad de las experiencias humanas. Los personajes evolucionan de manera orgánica, dejando que sus acciones, más que los diálogos o los conflictos explícitos, sean las que construyan su narrativa. Este equilibrio entre lo emocional y lo estructural permite a la película trascender lo anecdótico para conectar con problemáticas universales.
En el plano visual, Adulto apuesta por una cámara que acompaña a los personajes con discreción, sin interrumpir su dinámica natural. Este acercamiento, sumado a un montaje que prioriza la continuidad emocional, invita al espectador a observar desde la perspectiva de Antonio, intensificando la inmersión en su experiencia. La estética, lejos de recurrir a artificios, traduce con precisión las condiciones de precariedad y aislamiento que atraviesa el protagonista. Además, el entorno narrativo se enriquece gracias al trabajo de Sofía Gala, Valeria Lois y Camila Peralta, cuyas actuaciones complementan y profundizan el universo que rodea a Antonio, aportando matices significativos.
Lejos de limitarse a relatar una historia personal, "Adulto" plantea una reflexión más amplia sobre las responsabilidades compartidas frente al abandono y las desigualdades estructurales. González aborda las fallas de las redes familiares y sociales, exponiendo cómo estas dejan a los más vulnerables enfrentando cargas desmedidas. La película, con su enfoque sensible pero crítico, establece un vínculo entre lo íntimo y lo colectivo, invitando a reflexionar sobre las dinámicas que perpetúan estas problemáticas en distintos contextos.
"Adulto" invita a observar críticamente las responsabilidades que como sociedad asumimos –o eludimos– frente a quienes más dependen de un sistema de apoyo. Mariano González construye una película que dialoga tanto con las emociones como con las estructuras, logrando una película que interpela desde lo humano y lo social.
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Con una narrativa intimista, "Adulto" (2024) explora las dificultades de la adolescencia cuando las figuras adultas desaparecen. La película de Mariano González pone en primer plano temas como la responsabilidad forzada, el abandono y las dinámicas sociales, revelando un retrato honesto y universal.
Dirigido por Mariano González y protagonizado por Alfonso González Lesca y Juan Minujín, el film combina una sensibilidad narrativa cuidadosamente trabajada con una incisiva crítica social. Desde su planteo inicial, la película confronta al espectador con una realidad incómoda: cómo las estructuras sociales y familiares fracasan en su función de protección, dejando a los más vulnerables frente a desafíos para los que no están preparados.
La historia sigue a Antonio, un adolescente de 14 años, quien, tras la desaparición de su padre Raúl a raíz de un accidente, se enfrenta de golpe con las demandas de un mundo adulto. Obligado a asumir responsabilidades desproporcionadas, Antonio atraviesa una serie de situaciones que exponen las fracturas de un sistema incapaz de sostener a quienes más lo necesitan. Desde los trabajos precarios que emprende hasta las exigencias del ámbito escolar, cada decisión que toma refleja un entorno que impone cargas excesivas y deja poco margen para el error.
El guion de Mariano González evita estrategias narrativas orientadas al melodrama. En lugar de provocar emociones exacerbadas, opta por un enfoque centrado en la autenticidad de las situaciones y la complejidad de las experiencias humanas. Los personajes evolucionan de manera orgánica, dejando que sus acciones, más que los diálogos o los conflictos explícitos, sean las que construyan su narrativa. Este equilibrio entre lo emocional y lo estructural permite a la película trascender lo anecdótico para conectar con problemáticas universales.
En el plano visual, Adulto apuesta por una cámara que acompaña a los personajes con discreción, sin interrumpir su dinámica natural. Este acercamiento, sumado a un montaje que prioriza la continuidad emocional, invita al espectador a observar desde la perspectiva de Antonio, intensificando la inmersión en su experiencia. La estética, lejos de recurrir a artificios, traduce con precisión las condiciones de precariedad y aislamiento que atraviesa el protagonista. Además, el entorno narrativo se enriquece gracias al trabajo de Sofía Gala, Valeria Lois y Camila Peralta, cuyas actuaciones complementan y profundizan el universo que rodea a Antonio, aportando matices significativos.
Lejos de limitarse a relatar una historia personal, "Adulto" plantea una reflexión más amplia sobre las responsabilidades compartidas frente al abandono y las desigualdades estructurales. González aborda las fallas de las redes familiares y sociales, exponiendo cómo estas dejan a los más vulnerables enfrentando cargas desmedidas. La película, con su enfoque sensible pero crítico, establece un vínculo entre lo íntimo y lo colectivo, invitando a reflexionar sobre las dinámicas que perpetúan estas problemáticas en distintos contextos.
"Adulto" invita a observar críticamente las responsabilidades que como sociedad asumimos –o eludimos– frente a quienes más dependen de un sistema de apoyo. Mariano González construye una película que dialoga tanto con las emociones como con las estructuras, logrando una película que interpela desde lo humano y lo social.
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