Crítica: "Papá x 2", Benjamín Vicuña y Celeste Cid en una comedia con más aspiraciones que realidades
- por © NOTICINE.com

Por Santiago Echeverría
Las comedias más o menos familiares y de vocación comercial suelen deparar pocas sorpresas agradables. "Papá x 2" (2025), la nueva comedia del argentino Hernán Guerschuny, se atreve a colocar a su protagonista, un hombre estructurado e inseguro interpretado por Benjamín Vicuña, en el centro de una tormenta perfecta de emociones: su nueva pareja, encarnada por Celeste Cid, está embarazada de su exnovio, quien, para colmo, aparece de sorpresa y decide instalarse en su nuevo hogar.
La premisa, que huele a sitcom desde lejos, es el vehículo para una exploración que intenta ser más contemporánea y más inteligente. La película no se conforma con el chiste fácil del triángulo amoroso y la rivalidad masculina, sino que aspira a bucear en las posibilidades afectivas de una convivencia a tres, desafiando los mandatos tradicionales y proponiendo una mirada sobre cómo se construyen los lazos familiares en la actualidad. La intención es clara: reírse con cariño, sin ironías hirientes, de las inseguridades de sus personajes mientras estos navegan una situación inverosímil pero planteada de forma plausible.
El film encuentra su mayor fortaleza en el terreno actoral. Vicuña logra transmitir la angustia contenida y la perplejidad de un hombre cuyo mundo ordenado se desmorona, mientras que Lucas Akoskin, como el exseductor despreocupado, aporta la chispa necesaria para alimentar la rivalidad. Celeste Cid actúa como el contrapunto cálido y seguro que mantiene el equilibrio, sosteniendo con convicción a una mujer atrapada entre dos hombres con modos opuestos de entender la vida. El elenco secundario, incluyendo a la hermana de Santiago y una fresca Julieta Poggio, aporta autenticidad y momentos de alivio cómico bienvenidos.
Sin embargo, la ambición del relato choca constantemente con una realización que se siente estática y carente de pulso. La dirección parece vacilar, permitiendo que escenas concebidas para la comedia física, como una guerra de agua y pintura, se extiendan más de lo necesario y pierdan su gracia inicial por un ritmo desigual. Los planos a menudo se sienten vacíos, sin la tensión visual que debería acompañar los conflictos narrativos, lo que genera una sensación de que la película avanza a paso de hormiga, con una fluidez interrumpida por secuencias que funcionan como compartimentos estancos.
El guion de Mili Roque Pitt y Matías Rodríguez ofrece diálogos efectivos, con momentos de ternura e ironía, pero no logra escapar por completo de la sensación de cálculo. Muchas de las situaciones, desde una escena de baile hasta la inevitable reconciliación final, lucen forzadas, como si estuvieran marcadas por el esquema de la comedia romántica tradicional, faltándoles ese timing cómico preciso y ese desparpajo que transforma lo predecible en hilarante.
"Papá x 2" es una comedia que cumple. Entretiene al público general con su química protagónica y su espíritu familiar, y ofrece una mirada loable, aunque no profundamente revolucionaria, sobre las nuevas formas de amor y convivencia. Es una propuesta liviana y cercana para una tarde de cine, pero que se queda a medio camino entre la comedia de enredos clásica y la sátira social moderna, dejando en deuda la ambición de una realización a la altura de su interesante premisa.
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Las comedias más o menos familiares y de vocación comercial suelen deparar pocas sorpresas agradables. "Papá x 2" (2025), la nueva comedia del argentino Hernán Guerschuny, se atreve a colocar a su protagonista, un hombre estructurado e inseguro interpretado por Benjamín Vicuña, en el centro de una tormenta perfecta de emociones: su nueva pareja, encarnada por Celeste Cid, está embarazada de su exnovio, quien, para colmo, aparece de sorpresa y decide instalarse en su nuevo hogar.
La premisa, que huele a sitcom desde lejos, es el vehículo para una exploración que intenta ser más contemporánea y más inteligente. La película no se conforma con el chiste fácil del triángulo amoroso y la rivalidad masculina, sino que aspira a bucear en las posibilidades afectivas de una convivencia a tres, desafiando los mandatos tradicionales y proponiendo una mirada sobre cómo se construyen los lazos familiares en la actualidad. La intención es clara: reírse con cariño, sin ironías hirientes, de las inseguridades de sus personajes mientras estos navegan una situación inverosímil pero planteada de forma plausible.
El film encuentra su mayor fortaleza en el terreno actoral. Vicuña logra transmitir la angustia contenida y la perplejidad de un hombre cuyo mundo ordenado se desmorona, mientras que Lucas Akoskin, como el exseductor despreocupado, aporta la chispa necesaria para alimentar la rivalidad. Celeste Cid actúa como el contrapunto cálido y seguro que mantiene el equilibrio, sosteniendo con convicción a una mujer atrapada entre dos hombres con modos opuestos de entender la vida. El elenco secundario, incluyendo a la hermana de Santiago y una fresca Julieta Poggio, aporta autenticidad y momentos de alivio cómico bienvenidos.
Sin embargo, la ambición del relato choca constantemente con una realización que se siente estática y carente de pulso. La dirección parece vacilar, permitiendo que escenas concebidas para la comedia física, como una guerra de agua y pintura, se extiendan más de lo necesario y pierdan su gracia inicial por un ritmo desigual. Los planos a menudo se sienten vacíos, sin la tensión visual que debería acompañar los conflictos narrativos, lo que genera una sensación de que la película avanza a paso de hormiga, con una fluidez interrumpida por secuencias que funcionan como compartimentos estancos.
El guion de Mili Roque Pitt y Matías Rodríguez ofrece diálogos efectivos, con momentos de ternura e ironía, pero no logra escapar por completo de la sensación de cálculo. Muchas de las situaciones, desde una escena de baile hasta la inevitable reconciliación final, lucen forzadas, como si estuvieran marcadas por el esquema de la comedia romántica tradicional, faltándoles ese timing cómico preciso y ese desparpajo que transforma lo predecible en hilarante.
"Papá x 2" es una comedia que cumple. Entretiene al público general con su química protagónica y su espíritu familiar, y ofrece una mirada loable, aunque no profundamente revolucionaria, sobre las nuevas formas de amor y convivencia. Es una propuesta liviana y cercana para una tarde de cine, pero que se queda a medio camino entre la comedia de enredos clásica y la sátira social moderna, dejando en deuda la ambición de una realización a la altura de su interesante premisa.
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