Crítica: "Frontera", el solidario deseo de salvar vidas
- por © NOTICINE.com
Por Miguel Castelo
En las proximidades de los Pirineos, los habitantes de una pequeña población son testigos del movimiento de grupos de personas que con frecuencia intentan atravesar el lugar huyendo de la persecución nazi. El dictador Franco se ha declarado neutral ante la II Gran Guerra pero se muestra agradecido al Führer por la ayuda recibida para ganar su "cruzada" en la guerra española que él mismo provocó, por lo que ha accedido a su deseo de crear un puesto fronterizo bajo el control de fuerzas militares alemanas.
Los tiempos son adversos, la libertad limitada, la economía escasa, el estraperlo (contrabando) un posible remedio al alcance de la mano, sin embargo, aún más cerca de la subsistencia que de la resistencia, quienes sobrevieron a la guerra española, conservan su sentido de la solidaridad, si bien, sobre su sentimiento de frustración sobrevuela el fantasma de la denuncia.
Del grado de delación, de la indiferencia o de la ayuda que puedan recibir de los habitantes de esa población cercana, los fugitivos de la represión nazi en su tentativa de cruzar y salvar la vida pese a quienes están dispuestos a impedirlo a toda costa, dependerá que puedan conseguirlo o perecer en el intento. En esto radica el conflicto que presenta la historia de Frontera.
El responsable del puesto de aduana y su esposa, el alcalde de la pequeña población, algunos habitantes de la misma, principalmente mujeres y menores, el cabo de la Guardia Civil y su novato inferior, y, no lejos al otro lado de la frontera, el oficial nazi al frente de su destacamento, constituyen con el miembro de la Resistencia francesa, la galería de personajes en torno a los cuales, en mayor o menor medida, gira la historia.
Provista de sobrada solvencia y eficacia narrativa, Judith Colell maneja "Frontera" con sensibilidad y firmeza todos sus recursos -el amplio y bien escogido elenco interpretativo, con marcada presencia femenina e infantil, que encabezan Miki Esparabé y María Rodríguez; la magnífica caracterización de todos; la acertada inclusión de diálogos plurilingües -catalán y la correspondiente variante zonal, castellano, francés y alemán-, conjunto que, además de internacionalidad, aporta riqueza sonora; la diversidad de escenarios elegidos, etc.- y pone en pie un relato de alto dramátismo y emotividad que mantiene la atención desde el primer momento. Las partes nos van siendo entregadas sin prisa y con puntual precisión en una suerte de thriller nada convencional. Más allá de los diálogos, no son pocos los pequeños detalles, las miradas, los silencios..., que de modo delicado destilan sugerencias. La propuesta adquiere mayor y estimulante complejidad en situaciones puntuales como las del francés en su decidida labor de ayuda a los escapados de la barbarie nazi, la controversia personal entre el responsable aduanero y su mujer, las valientes actitudes de ella, las protagonizadas por el hijo de ambos, preadolescente afanado en comprender la realidad que lo rodea y de modo principal cuál es la implicación de su padre en ella, así como las acciones de las niñas, producto de diferentes inquietudes y otra mirada sobre la vida. A su manera, todos se esfuerzan y ocupan en la tarea de salvar vidas.
Resulta significativo que la recreación cinematográfica de la Guerra Civil Española haya sido siempre objeto de polémica. Por otra parte, sabido es que hay películas que no tratando esta parte de nuestra historia de manera explícita, consiguen que el espectador atento perciba la referencia y se sienta conmovido por la capacidad reveladora de las mismas. "El espíritu de la colmena" y "El Sur" tal vez sean las más sobresalientes. En ellas, como en "Frontera", son reconocibles las huellas de la miseria económica y la degradación moral que nuestra guerra trajo para quienes sobrevivieron al millón de muertos.
Estamos ante un bien construído y estimulante relato sobre una de las más grandes tragedias perpetradas por la condición humana -en claro diálogo con la realidad más actual-, donde necesarios momentos de tensión y violencia extremas y la práctica del terror conviven con el padecimiento del miedo, la asunción del riesgo y los sentimientos de la cobardía, la resiliencia activa, el sentido de culpa, el deseo de redención, la compasión y la solidaridad. Una historia conmovedora nunca antes contada en el cine español, cuyo polisémico título deja entrever que en una frontera todo puede ser posible.
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En las proximidades de los Pirineos, los habitantes de una pequeña población son testigos del movimiento de grupos de personas que con frecuencia intentan atravesar el lugar huyendo de la persecución nazi. El dictador Franco se ha declarado neutral ante la II Gran Guerra pero se muestra agradecido al Führer por la ayuda recibida para ganar su "cruzada" en la guerra española que él mismo provocó, por lo que ha accedido a su deseo de crear un puesto fronterizo bajo el control de fuerzas militares alemanas.
Los tiempos son adversos, la libertad limitada, la economía escasa, el estraperlo (contrabando) un posible remedio al alcance de la mano, sin embargo, aún más cerca de la subsistencia que de la resistencia, quienes sobrevieron a la guerra española, conservan su sentido de la solidaridad, si bien, sobre su sentimiento de frustración sobrevuela el fantasma de la denuncia.
Del grado de delación, de la indiferencia o de la ayuda que puedan recibir de los habitantes de esa población cercana, los fugitivos de la represión nazi en su tentativa de cruzar y salvar la vida pese a quienes están dispuestos a impedirlo a toda costa, dependerá que puedan conseguirlo o perecer en el intento. En esto radica el conflicto que presenta la historia de Frontera.
El responsable del puesto de aduana y su esposa, el alcalde de la pequeña población, algunos habitantes de la misma, principalmente mujeres y menores, el cabo de la Guardia Civil y su novato inferior, y, no lejos al otro lado de la frontera, el oficial nazi al frente de su destacamento, constituyen con el miembro de la Resistencia francesa, la galería de personajes en torno a los cuales, en mayor o menor medida, gira la historia.
Provista de sobrada solvencia y eficacia narrativa, Judith Colell maneja "Frontera" con sensibilidad y firmeza todos sus recursos -el amplio y bien escogido elenco interpretativo, con marcada presencia femenina e infantil, que encabezan Miki Esparabé y María Rodríguez; la magnífica caracterización de todos; la acertada inclusión de diálogos plurilingües -catalán y la correspondiente variante zonal, castellano, francés y alemán-, conjunto que, además de internacionalidad, aporta riqueza sonora; la diversidad de escenarios elegidos, etc.- y pone en pie un relato de alto dramátismo y emotividad que mantiene la atención desde el primer momento. Las partes nos van siendo entregadas sin prisa y con puntual precisión en una suerte de thriller nada convencional. Más allá de los diálogos, no son pocos los pequeños detalles, las miradas, los silencios..., que de modo delicado destilan sugerencias. La propuesta adquiere mayor y estimulante complejidad en situaciones puntuales como las del francés en su decidida labor de ayuda a los escapados de la barbarie nazi, la controversia personal entre el responsable aduanero y su mujer, las valientes actitudes de ella, las protagonizadas por el hijo de ambos, preadolescente afanado en comprender la realidad que lo rodea y de modo principal cuál es la implicación de su padre en ella, así como las acciones de las niñas, producto de diferentes inquietudes y otra mirada sobre la vida. A su manera, todos se esfuerzan y ocupan en la tarea de salvar vidas.
Resulta significativo que la recreación cinematográfica de la Guerra Civil Española haya sido siempre objeto de polémica. Por otra parte, sabido es que hay películas que no tratando esta parte de nuestra historia de manera explícita, consiguen que el espectador atento perciba la referencia y se sienta conmovido por la capacidad reveladora de las mismas. "El espíritu de la colmena" y "El Sur" tal vez sean las más sobresalientes. En ellas, como en "Frontera", son reconocibles las huellas de la miseria económica y la degradación moral que nuestra guerra trajo para quienes sobrevivieron al millón de muertos.
Estamos ante un bien construído y estimulante relato sobre una de las más grandes tragedias perpetradas por la condición humana -en claro diálogo con la realidad más actual-, donde necesarios momentos de tensión y violencia extremas y la práctica del terror conviven con el padecimiento del miedo, la asunción del riesgo y los sentimientos de la cobardía, la resiliencia activa, el sentido de culpa, el deseo de redención, la compasión y la solidaridad. Una historia conmovedora nunca antes contada en el cine español, cuyo polisémico título deja entrever que en una frontera todo puede ser posible.
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