Crítica: "Las delicias del jardín", vivir por amor al arte
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Por Eduardo Larrocha
Fernando Colomo dirige y, junto a su hijo Pablo, escribe el guión de "Las delicias del jardín", que ha llegado a las salas a la vez que abría la sección española del Festival de San Sebastián. Ambos también protagonizan la película. La divertida acción de la que por ahora es la última comedia de Fernando Colomo transcurre en la ciudad de Madrid, que de alguna manera se convierte también en protagonista a través de sus calles y espacios urbanos, de un modo similar a la Nueva York de Woody Allen.
En esta producción cien por cien española, Fermín —interpretado por el propio director— es un pintor abstracto que siente la necesidad de seguir en la brecha y dar un nuevo giro hacia lo figurativo. Un giro lleno de ironía sobre el complejo mundo del mercado del arte, con sus galeristas, mercaderes y críticos especializados. Además, el protagonista debe ocultar un temblor tipo Parkinson que le dificulta seguir pintando. Su galerista y exmujer, Pepa (Carmen Machi), en un primer momento rechaza la idea de echar una mirada moderna y universal al tríptico de El Bosco "El jardín de las delicias". Con esa obra pretenden presentarse a un concurso millonario que podría sacar a todos de sus variados apuros.
Dos episodios obligan a Fermín a replantearse su trabajo artístico: la notificación de embargo sobre sus cuentas y tarjetas bancarias y, más apremiante aún, la aparición de su hijo Pablo, pintor como él —aunque figurativo—, que regresa de un viaje a la India. Padre e hijo tendrán que olvidar sus diferencias artísticas y personales para realizar juntos una versión moderna y disparatada de la obra maestra de El Bosco.
Hace casi cincuenta años, en 1977, Fernando Colomo inició su carrera cinematográfica, ya entonces en tono de comedia, con "Tigres de papel", que fue una revelación aquel año en el Festival de San Sebastián. Echando una ojeada a sus películas más destacadas, vemos que, con distintos matices, Fernando Colomo ha continuado en la comedia: "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?" (1978), "Bajarse al moro" (1989), "Los años bárbaros" (1998), "Al sur de Granada" (2003) e "Isla bonita" (2015), esta última tan personal en cuanto a la construcción del guión como su más reciente comedia. El director madrileño se mantiene fiel al género hasta "Las delicias del jardín", que resulta ser su película número 27.
Un papel breve pero ingenioso interpreta Antonio Resines, dando vida al mejor —o quizás único— amigo de Fermín. Además, vemos en una fiesta nada menos que a Antonio López, haciendo un cameo de sí mismo. La presencia en el rodaje del gran pintor del hiperrealismo español contemporáneo fue un momento especial para todo el equipo, y también lo es para el espectador de la película.
Sorprendente resulta la fotografía de José Luis Alcaine, que decidió rodar la totalidad de "Las delicias del jardín" con varias cámaras de smartphones. A Fernando Colomo le pareció sugerente la idea del director de fotografía, aunque tuvo que cambiar su propia manera de trabajar. Era una apuesta arriesgada, planteada con la intención de que todos los personajes estuvieran siempre en foco. Un acierto que le sale redondo, pues los noventa minutos de "Las delicias del jardín" se ven con gran nitidez.
Con todos estos ingredientes y una producción independiente, el espectador pasa una hora y media —metraje canónico— disfrutando del ingenio de un maestro de la comedia, de un argumento ocurrente y de un equipo artístico y técnico que, por lo que hemos sabido, ha estado muy bien complementado.
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Fernando Colomo dirige y, junto a su hijo Pablo, escribe el guión de "Las delicias del jardín", que ha llegado a las salas a la vez que abría la sección española del Festival de San Sebastián. Ambos también protagonizan la película. La divertida acción de la que por ahora es la última comedia de Fernando Colomo transcurre en la ciudad de Madrid, que de alguna manera se convierte también en protagonista a través de sus calles y espacios urbanos, de un modo similar a la Nueva York de Woody Allen.
En esta producción cien por cien española, Fermín —interpretado por el propio director— es un pintor abstracto que siente la necesidad de seguir en la brecha y dar un nuevo giro hacia lo figurativo. Un giro lleno de ironía sobre el complejo mundo del mercado del arte, con sus galeristas, mercaderes y críticos especializados. Además, el protagonista debe ocultar un temblor tipo Parkinson que le dificulta seguir pintando. Su galerista y exmujer, Pepa (Carmen Machi), en un primer momento rechaza la idea de echar una mirada moderna y universal al tríptico de El Bosco "El jardín de las delicias". Con esa obra pretenden presentarse a un concurso millonario que podría sacar a todos de sus variados apuros.
Dos episodios obligan a Fermín a replantearse su trabajo artístico: la notificación de embargo sobre sus cuentas y tarjetas bancarias y, más apremiante aún, la aparición de su hijo Pablo, pintor como él —aunque figurativo—, que regresa de un viaje a la India. Padre e hijo tendrán que olvidar sus diferencias artísticas y personales para realizar juntos una versión moderna y disparatada de la obra maestra de El Bosco.
Hace casi cincuenta años, en 1977, Fernando Colomo inició su carrera cinematográfica, ya entonces en tono de comedia, con "Tigres de papel", que fue una revelación aquel año en el Festival de San Sebastián. Echando una ojeada a sus películas más destacadas, vemos que, con distintos matices, Fernando Colomo ha continuado en la comedia: "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?" (1978), "Bajarse al moro" (1989), "Los años bárbaros" (1998), "Al sur de Granada" (2003) e "Isla bonita" (2015), esta última tan personal en cuanto a la construcción del guión como su más reciente comedia. El director madrileño se mantiene fiel al género hasta "Las delicias del jardín", que resulta ser su película número 27.
Un papel breve pero ingenioso interpreta Antonio Resines, dando vida al mejor —o quizás único— amigo de Fermín. Además, vemos en una fiesta nada menos que a Antonio López, haciendo un cameo de sí mismo. La presencia en el rodaje del gran pintor del hiperrealismo español contemporáneo fue un momento especial para todo el equipo, y también lo es para el espectador de la película.
Sorprendente resulta la fotografía de José Luis Alcaine, que decidió rodar la totalidad de "Las delicias del jardín" con varias cámaras de smartphones. A Fernando Colomo le pareció sugerente la idea del director de fotografía, aunque tuvo que cambiar su propia manera de trabajar. Era una apuesta arriesgada, planteada con la intención de que todos los personajes estuvieran siempre en foco. Un acierto que le sale redondo, pues los noventa minutos de "Las delicias del jardín" se ven con gran nitidez.
Con todos estos ingredientes y una producción independiente, el espectador pasa una hora y media —metraje canónico— disfrutando del ingenio de un maestro de la comedia, de un argumento ocurrente y de un equipo artístico y técnico que, por lo que hemos sabido, ha estado muy bien complementado.
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