Crimen y castigo

Estreno: "Rosario Tijeras", sexo, pistolas y droga, con cierto caos

8-VIII-05

Los jóvenes pandilleros de Medellín, Colombia, también llamados sicarios, son profundamente religiosos y todos los días, antes de salir a matar por encargo o por gusto ofrecen sus balas hervidas en agua bendita a una imagen de la Virgen mientras cargan sus pistolas, encienden un cirio y musitan una oración temblorosa para protegerse de sus enemigos, una oración elevada al Santo Juez: "Si ojos tienen que no me vean; si manos tienen que no me agarren; no permitas que me sorprendan por la espalda; no permitas que mi muerte sea violenta; no permitas que mi sangre se derrame. Tú, que todo lo conoces, sabes de mis pecados, pero tambien sabes de mi fe. No me desampares, Amén". Muchas veces el Santo Juez se hace el sordo, ciego y mudo, y los desampara, pero a ellos no les importa.

Los muchachos matones de Medellín, Colombia, regresan al cine luego de espantar y provocar en numerosos festivales del mundo con historias como "La virgen de los sicarios", de Barbet Schroeder, "Rodrigo D", "La vendedora de rosas" y, a su manera, "Sumas y Restas" de Víctor Gaviria. El regreso ofrece una negra y terrible novedad. Ahora quien reza y mata y se prostituye y agoniza es una joven, hermosa y sensual, ingenua y misteriosa, malvada e inalcanzable protagonista de una historia de amor entre tres.

En "Rosario Tijeras", una de las escenas más conmovedoras, surrealistas, violentas e insoportables de la primera película del mexicano Emilio Maillé sobre la novela del colombiano Jorge Franco, hubiera podido ser firmada y filmada por Brian de Palma.

Johnefe., el hermano de la muchacha, el centro de su vida, la razón de sobrevivir en esas calles de Medellín llenas de policías, pandilleros y enemigos dispuestos a acribillarla, su lazo con la sinrazón, el hilo con la misma muerte y la violencia que la han sostenido durante los pocos años de su accidentada vida, ese muchacho que lidera una de las bandas más peligrosas, es asesinado.

Ella enloquece de dolor, sabe quién lo mató (varios días después en una acción suicida acompañada por su ex novio, irá hasta la comuna donde velan el cuerpo del culpable y en un ritual macabro que solo cabe en esa cultura de la violencia y la muerte, a la colombiana, acribilla el cadáver, despedaza el altar, espanta el funeral, atemoriza el cortejo y deja la firma de su venganza, aunque el otro ya no lo sienta pero los parientes nunca podrán olvidar esa escena delirante), se pasa varias horas abrazada al cuerpo del hermano tendido en una cama y vestido con sus mejores ropas, mimándole, hablándole como cuando compartían un apartamento de clase media, lejos del fango y las calles empinadas del gueto en las colinas de Medellín.

Entonces, reacciona y con los mejores amigos del muerto, toma el cuerpo que tiene las gafas puestas para que las luces de la noche no lo deslumbren y lo lleva a su discoteca favorita donde lo sienta en un lugar privilegiado, como siempre, y le ofrece licor y droga y el cuerpo desnudo y sudoroso de una muchacha que se contorsiona, quizás esperando que su cercanía lo despierte a la vida. Esa escena terrible solo es posible en el universo violento, macabro, sangriento, doloroso e insoportable de Brian de Palma, con quien el debutante director mexicano tiene varias deudas.

La novela, escrita por el joven Jorge Franco y convertida en éxito de librerías gracias al entusiasta comentario del más leído de los columnistas de la prensa colombiana, está narrada por Antonio, el mejor amigo de Emilio, el amante de la joven. Muchachos adinerados, viciosos e irresponsables, comparten los mismos sitios de los pobres que ya no son pobres porque el narcotráfico los ha envilecido y llenado sus bolsillos. Descubren a Rosario una noche de discoteca y la novela, sostenida por las escenas de la clínica donde la muchacha es atendida después de ser acribillada (en la película, por su ex amante) en esa misma discoteca, alterna la pesadilla de esa noche y el recuento de sus relaciones tormentosas.

Mentirosa que altera su pasado (hija de una empleada adicta a las telenovelas de sirvientas que se casan con millonarios y que quiere triunfar como modista; abandonadas por el padre, violada a los 8 años, poseída luego por uno de tantos maridos con el consentimiento de la madre que busca retenerlo), abandona el hogar a los 11 años, se convierte pronto en asesina a sueldo (en Colombia las mujeres que matan son pocas y cuando se conoce el caso de atractivas jóvenes contratadas como sicarias, todos se sorprenden o hacen como si se sorprendieran), prostituta favorita de los dueños de la droga, es la nueva adicción de estos dos jóvenes que agonizan por ella. Veneno y antídoto que empeora el mal, Rosario copula desesperadamente con Emilio, mientras habla y se ríe con Antonio. Como si alternara las dos caras de la vida. La misma que a los 13 años le permitió adquirir su apodo porque, seis meses después de ser violada por un pandillero, lo sedujo en casa de su madre y cuando lo tuvo desnudo y vulnerable en la cama, lo atacó con unas tijeras, lo emasculó y dejó moribundo. La misma vida que la obliga a besar a sus víctimas antes de matarlas. Los besos que a Emilio le saben a muerto. La vida que se le escapa a lo largo de la novela publicada por Seix Barral.

El guionista, periodista y novelista Marcelo Figueras (tiene grandes éxitos como "Kamchatka" y "Plata Quemada" con el director Marcelo Piñeyro), con la asesoría de Jorge Franco escribió el guiòn de "Rosario Tijeras" y es el responsable original del caos y la indecisión que pesan tanto en las manos del director. Lo que en la novela es una narración tranquila, sostenida por el monólogo del amante frustrado en la clínica e intercalada con los recuerdos, en la película es una mezcolanza de tiempos, lugares, situaciones y personajes que no ayudan al espectador, lo obligan a adivinar lo que está pasando, sin que los caracteres profundicen, ni el trasfondo social y económico asome lo suficiente. Sin embargo, los tres actores (especialmente el vasco Unax Ugalde y la colombiana Flora Martínez), logran unos papeles tan redondos, tan verìdicos que uno le perdona a la película que está tan mal contada y pretenda que el público sepa lo que no le dicen.

La película tiene su éxito asegurado. No por la historia de estos tres personajes arrastrados por el amor, el sexo, la droga, la muerte, la violencia, la soledad y el desarraigo. No por su narración desordenada. No por su excelente fotografía (Pascal Martí) y sus elementos técnicos muy cuidados. No, la película será vista por miles de espectadores, ávidos de explorar el hermoso cuerpo de Flora Martínez, expuesto impùdica y excesivamente al ojo voyeurista de la cámara que no pierde ocasión para enseñarla copulando en todas las formas.

Para el cine colombiano y latinoamericano "Rosario Tijeras" es un gran paso adelante, sobre todo con el formato de una coproducción en la que intervienen talentos y capitales de México, Francia, España, Brasil y Colombia. En medio del caos de su narración, quedan escenas memorables: la pelea de la madre y la hija junto a la tumba de Johnefe; el sepelio del muchacho con mariachis; la venganza de Rosario sobre el cadáver del asesino de su hermano; la fiesta en la discoteca con el cuerpo de Johnefe, rodeado de pandilleros y prostitutas; los distintos asesinatos cometidos por la joven y, como homenaje a la sensibilidad del escritor, la escena que reproducimos del libro: "La mayoría de las veces se fumaba su cigarrillo en silencio y después se iba para la ducha. Y yo siempre, después de verla salir, buscaba el sitio de la sábana donde se había sentado para encontrar el regalo inmenso que siempre me dejaba: una manchita húmeda que pegaba a mi nariz, a mi boca, para saber a qué sabía Rosario por dentro".

Como dice Antonio, tìmido y obsesionado con ella, eso es todo, Rosario. Se nos acabó todo. Te vamos a querer siempre. Tus siete escapularios no te sirvieron de nada. Te gastaste tus siete vidas. No sabemos qué vamos a hacer con todas las pregundas que seguirán apareciendo a partir de ahora, Rosario Tijeras.
© Alberto Duque (Colombia)-NOTICINE.com
Watling

Ripstein no sale de los ambientes sórdidos con "El carnaval de sodoma"

5-VIII-05

Humo en la semioscuridad, corazones destrozados, pasiones ocultas, personajes frustrados y mediocres, música decadente y diálogos que mezclan lo más vulgar con lo más literario. Esta ambientación es familiar a varias de las cintas del mexicano Arturo Ripstein, como la última de ficción, "La virgen de la lujuria" o antes "La reina de la noche". A partir de una novela del dominicano Pedro Antonio Valdez, el cineasta tan encumbrado en los festivales internacionales como ignorado por el público de su propio país, filmará desde el próximo día 23 su nuevo trabajo, como de costumbre guionizado por su esposa, Paz Alicia Garcíadiego, y con dos de sus actores fetiche, Patricia Reyes Spíndola y Luis Felipe Tovar. Junto a ellos están la española Leonor Watling, Alejandro Camacho, Gina Moret, Arturo Yañez y Martha Aura.

"El carnaval de Sodoma", premio nacional en su país de origen hace tres años, es la segunda novela de Valdez. En ella encontramos a diversos personajes que se mueven en torno al Royal Palace, un burdel de tercera categoría, situado frente a la catedral de La Vega, clientes, el propietario chino, algunas "chicas", el sacerdote que quiere clausurar el antro... "Este film se mueve en el territorio del sueño, entre lo imposible posible y el absurdo cotidiano", ha explicado Ripstein.

El mes pasado, Valdez decía a EFE que no estaba preocupado por los cambios que Garciadiego y Ripstein hicieran sobre su libro: "Una de las cosas por las cuales no me he querido involucrar mucho en esta película es, primero, porque estoy seguro de que Ripstein no me lo permitiría, por su manera de hacer las cosas, pero también porque no espero que él me sea fiel a la obra".

Para la española Watling, este rodaje en México es un paso más en la internacionalización de su carrera, que ya le ha permitido trabajar en inglés dos veces con Isabel Coixet ("Mi vida sin mí" y "La vida secreta de las palabras") y con el ecuatoriano Sebastián Cordero y el colombiano John Leguizamo en "Crónicas". Su lista de directores incluye nombres tan sonados como Pedro Almodóvar ("Hable con ella"), Bigas Luna ("Son de mar") o Vicente Aranda ("Tirant lo Blanc").

El último trabajo del autor de "El coronel no tiene quien le escriba" y "Profundo carmesí" fue el documental "Los héroes y el tiempo", que se presentó en un apartado paralelo del Festival de Cannes, siendo una especie de continuación, casi tres décadas después, de un film similar llamado "Lecumberri", sobre presos políticos y guerrilleros en las cárceles mexicanas.
© Redacción-NOTICINE.com
Portada de En el camino

Walter Salles llevará al cine la obra máxima de Jack Kerouac

5-VIII-05

La adaptación cinematográfica del clásico "En el camino", de Jack Kerouac, es un sueño que desde hace varios años es motivo de desvelo para directores, productores, actores y guionistas de Hollywood; pero finalmente será llevada a la gran pantalla por dos profesionales latinoamericanos: el realizador brasileño Walter Salles y el guionista puertorriqueño José Rivera.

"En el camino", novela donde Kerouac narra la historia de dos amigos que se lanzan a las rutas norteamericanas para experimentar todo tipo de vivencias y que es el referente máximo para la generación Beat, es un proyecto gestado por Francis Ford Coppola, quien cuatro décadas atrás compró los derechos para ser llevada al celuloide. Desde entonces, el cineasta no había hallado la forma acertada de trasladarla al cine hasta la llegada de Salles y Rivera, quienes ya habían colaborado en otro film sobre un viaje iniciático: "Diarios de motocicleta".

Precisamente, Salles se rodeará de varios integrantes del equipo de "Diarios de motocicleta", incluyendo a la productora ejecutiva Rebecca Yeldham además de Rivera. Con producción de la compañía de Coppola, American Zoetrope, el casting y el rodaje tendrán lugar el próximo año; antes Salles volverá a su Brasil natal para realizar un nuevo largometraje.
© Redacción-NOTICINE.com
Maestro y Blades

"Secuestro Express": el venezolano Jakubowicz debuta a toda velocidad

4-VIII-05

Se llama Jonathan Jakubowicz y es un caraqueño de 27 años, cineasta debutante en el largometraje, al que la vida ha sonreido hasta el punto de estrenar su primera película, "Secuestro Express", no en Venezuela, donde se filmó y la verán desde el próximo día 12, sino en los mismísimos Estados Unidos. Miramax apoyó a Jakubowicz, quien tuvo como productora ejecutiva a Elizabeth Avellán, la esposa y compañera de fatigas profesionales de Robert Rodríguez, venezolana como él. Este opera prima cuenta en cabeza de cartel con dos figuras latinas de primer nivel, el panameño Rubén Blades y la argentina Mía Maestro.

En "Secuestro Express" se narra un caso familiar para miles de personas en toda América Latina, la nueva forma de delincuencia que consiste en asaltar a cualquiera que aparente cierto nivel económico y que sólo será liberado cuando su familia, en pocas horas, pague un rescate sustancioso aunque dentro de los supuestos márgenes de lo asumible. En el subcontinente, dice la propia publicidad del film, se produce uno de estos secuestros cada hora, y de ellos sólo salen vivas el 30% de las víctimas.

Escrita por el propio Jakubowicz, "Secuestro Express" es la historia de una pareja de buena posición, Carla (Mia Maestro) y Martín (Jean Paul Leroux), quienes a las cinco de la mañana regresan de rumba para toparse con tres "malandros", Trece (Carlos Molina), Budú (Pedro Pérez) y Niga (Carlos Madera), quienes tienen intención de ganarse 20.000 dólares pidiendo rescate por ellos, y lo solicitan al padre de Carla (Rubén Blades).

Hollywood Reporter consideró al joven cineasta uno de los valores en alza con más futuro del cine actual, tras el interés de los hermanos Weinstein, judíos como él y ya fuera de Miramax, por apoyar su carrera con un contrato de tres películas. Pero no se trata de una afinidad de origen, sino de talento. Jakubowicz brilló en el corto y el documental antes de alcanzar el cielo de la mano de Miramax. Hace tres años ganó varios premios con su corto sobre el 11 de septiembre "Distance" en festivales norteamericanos, y antes, con apenas 22 años, hizo un documental, "Los barcos de la esperanza", sobre los judíos que huyeron de los nazis para refugiarse en Venezuela, premiado por el CNAC en su propio país y también en eventos de Cuba y Estados Unidos.

Su trabajo atrajo el interés de la productora Elizabeth Avellán, quien le invitó a visitarles a ella y a Rodríguez en su base de Austin (Texas) y le ofreció su respaldo. Así empezó un camino que culmina este fin de semana con el estreno en Los Angeles, Nueva York, San Diego, San Francisco y Miami, al que se irán incorporando más ciudades en semanas siguiente. También se verá en Venezuela y otros mercados iberoamericanos.

En una reciente entrevista a un medio norteamericano, el cineasta venezolano afirma que coincide con Robert Rodríguez en la filosofía de sus películas, que se resume en la palabra "rápidas": "Desde el momento en que escribo hasta que termino de editar me siento próximo a esa idea. En la vida matamos el tiempo, pero en el cine el tiempo es el que nos mata. Pienso que el 90% de las películas son demasiado largas y demasiado lentas. La audiencia hoy tiene una rapidez mental increible, captura ideas y sentimientos en fracciones de segundo. Cuando tocas temas sociales como en "Secuestro Express", puede que los espectadores se distraigan pensando en experiencias personales, y es por ello que debes mantenerlos excitados, en tensión, con miedo, emocionados y sin aliento. El editor de Hollywood Reporter dijo que mi película es hipnótica porque al cabo de una hora y media le había dado la sensación que él también había sido secuestrado. Ese creo que es mi acierto".
© Corresponsal-NOTICINE.com
Escenas de la cinta

Exito popular de "Viva Cuba", para todos los públicos

4-VIII-05

Los vecinos de butacas de este comentarista habían visto más de una vez "Viva Cuba", la más reciente producción nacional que lleva el sello Cremata ("Nada"), y de inmediato me explico: esos espectadores anticipaban algunos diálogos del film, que en esto del apellido no sólo significa que ya el inquieto egresado de la Escuela de Cine en San Antonio de los Baños detenta un indudable "estilo propio", sino que se trata de todo un "encuentro de familia": la madre de Juan Carlos, Iraida Malberti es la co directora, su hermano Carlos Alberto dirige La Colmenita (coproductora), el primo Amaury Ramírez Malberti compuso la música, mientras la dirección de arte es de Guillermo Ramírez Alberti...

¿De qué va "Viva Cuba"? Reduciría extraordinariamente la cuestión si digo que esta coproducción DDC Films LLC, TVC Casa Productora ICRT, La Colmenita y El Ingenio, que está colmando las salas fílmicas de toda Cuba en este intenso verano. Se trata de un "road movie" con niños, aunque en esencia se postule así, pero claro que es mucho más: el punto de partida, un Romeo y Julieta en la Cuba actual, da pie a consideraciones nada desdeñables sobre la responsabilidad de padres e hijos, sobre los adolescentes como pequeñas personas con las cuales, sin embargo, hay que contar, sobre todo para decisiones importantes, como esas que dan médula a la trama: el recurrente "irse o quedarse", el exilio cubano que como perenne problema, sigue omnipresente en la literatura y el cine nuestros.

Esta vez, en la conformación de los personajes adultos, se aprecia, de entrada, cierto maniqueísmo en relación con la postura ante ese problema: la familia "patriota" es atea, modesta en sus recursos, el padre es un dirigente gritón y cerrado; en el otro extremo está esa madre creyente, casada con extranjero, con mejores recursos...

Ello, afortunadamente, no afecta un diseño de caracteres mucho más rico y sugestivo en los principales actantes de la acción: Jorgito y Malú, en cuyas contradicciones y complementos los guionistas (Manolito Rodríguez y el propio Cremata) han afinado el pulso.

Debe anotarse también que la narración es muy ágil, asistida por una eficaz edición de Angélica Salvador, de modo que debe perdonársele cierta rémora en la media hora inicial, como un tanto retrasada a la hora de despegar el conflicto del todo, lo mismo que se nota apresuramiento a la hora de cerrar el desenlace.

Aún cuando Cremata, fiel a sus fantasmas, continúa indagando en las aristas y complejidades de la nacionalidad cubana (algo que recuperó con orgullo y propiedad tras sus diez años viviendo fuera de Cuba), aún cuando se introduce, como de pasada, en algunos clichés para los cuales lanza sus habituales dardos (el consignismo, el kitch en la conformación de actos culturales infantiles, las deficiencias en determinadas actitudes educativas...), "Viva Cuba" no deja de ser una divertida película de aventuras, de entretenimiento, como corresponde a un "cine de carretera" que se respete.

Y donde, aunque se aprecia menos despliegue de efectos y de esa imaginería crematiana (a veces excesiva), también aparece oportunamente, esta vez, aplicando un toque de "realismo mágico" a su historia. Otros valores del film se localizan en la música, que logra un verdadero collage de ritmos y células muy cubanas (danzón, afro, son...) matizando notablemente los distintos pasajes, y definitivamente, en las actuaciones. Mucho se ha hablado de la mayúscula labor de los niños protagonistas, con toda razón: Malú Tarrau y Jorgito Miló bordan admirablemente cada matiz y transición requerida por sus diminutos y a la vez, inmensos personajes, pero no debemos olvidar que los que pudieran quedar un tanto deslucidos, los mayores (sobre todo por comparación), dejan de serlo ante los desempeños ejemplares de Larisa Vega, Luisa María Jiménez o los "especiales" de Eslinda Núñez, Manuel Porto, Lieter Ledesma, Alberto Pujols y Abel Rodríguez.

A la fotografía de Alejandro Pérez, pese a ceder en ocasiones al paisajismo turístico, debe agradecérsele la oportunidad de captar con lucidez la luz cubana, tan peculiar y rica, y de revelarnos, develarnos, hermosuras y verdores no siempre conocidos por los propios cubanos.

"Viva Cuba" es, inconformidades a un lado, una traviesa aventura donde se afirman valores con frecuencia ignorados u olvidados y muchas virtudes cívicas y morales. Su mayor mérito, a mi juicio, es que, sin dejar de divertir y entretener, tendiendo en cuenta sobre todo el público al que, principalmente va destinado, enseña y motiva a la reflexión, combinando lo cubano y universal y dando otro voto, sin discursos ni alharacas políticas, por esos a los que Martí llamó "la esperanza del mundo".
© Frank Padrón (Cuba)- NOTICINE.com