Crónicas

El agradable olor de un roble, en el último estreno cubano (y II)
23-X-03
La puesta en escena, en "Roble de olor", de Rigoberto López, (el más reciente estreno del cine cubano de ficción) resulta espléndida; no sólo por la época o por la dirección de arte nos recordó "La última cena", aquella maravillosa contribución de Tomás G. Alea a lo que pudiéramos llamar "la Historia ficcionada" y sus lecturas contemporáneas, sino por la elegancia que se logra en la representación toda, y en la dialéctica interrelación conseguida entre lo escrito y su plasmación escénica.
Tanto ese aspecto referido (la dirección artística, de Derubín Jácome y Nieves Laferté) como otros directamente relacionados con el mismo (el diseño de vestuario de Diana Fernández y Vladimir Cuenca; la fotografía de Livio Delgado; el maquillaje y peluquería de Magalys Pompa y Paco Aguiar...) apuntan a algo más que a conseguir notablemente la tan necesaria ambientación de un "film de época"; mucho más que ello, tienden a la exquisitez y el detalle, conscientes de la importancia que detentan sus respectivos acápites en el todo que significa el sistema fílmico; Livio, por ejemplo, traduce su experiencia y veteranía en el lente mediante una expansiva recreación del paisaje caribeño: sus verdores, sus rejuegos luminosos, su exuberancia cromática, huyen sin embargo, a años-luz de la postal turística, para concentrarse en la importancia que el contexto natural , digamos, juega en la historia; y no por ello olvida la lobreguez y asfixia que trasmiten ciertos espacios urbanos (tabernas, calles, salas de casas aristrocráticas...) para atrapar admirablemente la sombra o la declarada penumbra (1).
Así, trajes, peinados, muebles, cocina, decorados interiores, hasta maneras de andar y bailar, reproducen con fidelidad los diversos estratos que conviven en la obra: la rancia aristocracia de la época, la casta rectora, la servidumbre, los negros esclavos (o los "negros obreros" de Angerona), la intelectualidad progresista ... todo respira autenticidad y fidelidad según el trabajo esmerado de estos artistas.
Una no menos cuidada edición (Nelson Rodríguez-Lina Baniela) logró imbricar los diferentes pasajes de la historia, y sumarse creadoramente al sutil crescendo con que la misma va alimentando el decursar narrativo. La música es también vital en Roble... que, amén de "oler" tan bien, suena como Dios manda: Sergio Vitier, ese culto y creativo músico nuestro, colaborador habitual de las bandas sonoras del cine cubano, es responsable de esos acordes incidentales que discretamente acompañan determinados pasajes, o de ciertos elementos y células en otros donde vibra y late el Caribe desde sus peculiaridades rítmicas y tímbricas, lo cual complementa perfectamente la selección hecha por el director, que trasmite y fija las coordenadas epocales: Mozart , Häendel y Vivaldi se integran a la perfección a la banda sonora, y no sólo desde esa sublime orquesta de negros que, con sus "conciertos barrocos", hubiera hecho las delicias de Carpentier, sino en determinados momentos (como el final), complementando su fuerza y dramatismo.
Todos estos acápites no son una mera sumatoria de talentos que han hecho lo suyo y por tanto, desde sus frentes, han generado la película; aunque pareciera obvio, no está de más recordar que los mismos responden a una idea rectora, un concepto, y han sido diseñados, concebidos previamente por el director, Rigoberto López.
Por la gran cantidad de actuaciones protagónicas, secundarias, especiales y corales, éste es sin dudas, uno de los rubros decisivos de Roble..., y amén de una encomiable labor de conjunto, quisiera resaltar ante todo la agradable sorpresa que significa el debut de la soprano Raquel Rubí (la prima), como para un premio de "actriz revelación" (amplia gama de recursos histriónicos, pero a la vez, contención y matización), junto a otros no sorprendentes por una aún no muy extensa pero ya consolidada trayectoria (Abel Rodríguez, Edwin Fernández, Idalmis del Risco...) y otro curioso despegue (el joven director teatral Raúl Martín).
En tanto protagónicos, el irregular Jorge Perugorría revela aquí uno de sus notables desempeños: nos recuerda que tiene fibra, "madera" como se dice, y cuando es bien dirigido en papeles de envergadura puede hacer emerger no poco para admirar. Lía Chapman, por su parte, ostenta una elegancia y una prestancia que van con el personaje, mas no siempre logra salir airosa de transiciones y matices; hubiera sido preciso redondear mejor un personaje rico y pletórico de interesantes aristas psicológicas y sociales.
De cualquier modo, aunque ante tantos actores uno siempre tiende a deslindar lo superlativo de lo simplemente funcional o correcto, no es menos cierto que este acápite no demerita el resto de los elementos integrantes del film.
"Roble de olor" es, sin lugar a dudas, madera preciosa del cine cubano (y no sólo del más reciente), entrada triunfal de Rigoberto López en el necesitado camino de la ficción y un título que nos permite llenar los pulmones de aire fresco, saludable, esperanzador, en el azaroso panorama de las nuevas producciones.
(1) NOTA: Me gustaría llamar la atención sobre la diferencia de concepción fotográfica entre el siglo XIX que ha reflejado su gran estudioso en el cine nuestro, Humberto Solás, y el que aquí se aventura; en los frescos anteriores (llámense "Cecilia", "Amada", "El siglo de las luces"...), predomina la casi oscuridad; Solás ha querido reflejar sobre todo el lado tenebroso de costumbres e ideas, y sus fotógrafos, magistralmente lo han entendido y proyectado así; Rigoberto y Livio, por el contrario, acercan tonos pasteles, espacios luminosos, amplios y claros, el blanco es una gama protagónica, pues justamente se trata de una utopía, un espacio excepcional dentro de la tiniebla reinante; debido a ello, a medida que el sueño cede a una umbrosa y terrible realidad, se aprecia un oscurecimiento progresivo de la imagen, lo cual delata así mismo cuidado y rigor dentro de este decisivo rubro tecno-expresivo.
La puesta en escena, en "Roble de olor", de Rigoberto López, (el más reciente estreno del cine cubano de ficción) resulta espléndida; no sólo por la época o por la dirección de arte nos recordó "La última cena", aquella maravillosa contribución de Tomás G. Alea a lo que pudiéramos llamar "la Historia ficcionada" y sus lecturas contemporáneas, sino por la elegancia que se logra en la representación toda, y en la dialéctica interrelación conseguida entre lo escrito y su plasmación escénica.
Tanto ese aspecto referido (la dirección artística, de Derubín Jácome y Nieves Laferté) como otros directamente relacionados con el mismo (el diseño de vestuario de Diana Fernández y Vladimir Cuenca; la fotografía de Livio Delgado; el maquillaje y peluquería de Magalys Pompa y Paco Aguiar...) apuntan a algo más que a conseguir notablemente la tan necesaria ambientación de un "film de época"; mucho más que ello, tienden a la exquisitez y el detalle, conscientes de la importancia que detentan sus respectivos acápites en el todo que significa el sistema fílmico; Livio, por ejemplo, traduce su experiencia y veteranía en el lente mediante una expansiva recreación del paisaje caribeño: sus verdores, sus rejuegos luminosos, su exuberancia cromática, huyen sin embargo, a años-luz de la postal turística, para concentrarse en la importancia que el contexto natural , digamos, juega en la historia; y no por ello olvida la lobreguez y asfixia que trasmiten ciertos espacios urbanos (tabernas, calles, salas de casas aristrocráticas...) para atrapar admirablemente la sombra o la declarada penumbra (1).
Así, trajes, peinados, muebles, cocina, decorados interiores, hasta maneras de andar y bailar, reproducen con fidelidad los diversos estratos que conviven en la obra: la rancia aristocracia de la época, la casta rectora, la servidumbre, los negros esclavos (o los "negros obreros" de Angerona), la intelectualidad progresista ... todo respira autenticidad y fidelidad según el trabajo esmerado de estos artistas.
Una no menos cuidada edición (Nelson Rodríguez-Lina Baniela) logró imbricar los diferentes pasajes de la historia, y sumarse creadoramente al sutil crescendo con que la misma va alimentando el decursar narrativo. La música es también vital en Roble... que, amén de "oler" tan bien, suena como Dios manda: Sergio Vitier, ese culto y creativo músico nuestro, colaborador habitual de las bandas sonoras del cine cubano, es responsable de esos acordes incidentales que discretamente acompañan determinados pasajes, o de ciertos elementos y células en otros donde vibra y late el Caribe desde sus peculiaridades rítmicas y tímbricas, lo cual complementa perfectamente la selección hecha por el director, que trasmite y fija las coordenadas epocales: Mozart , Häendel y Vivaldi se integran a la perfección a la banda sonora, y no sólo desde esa sublime orquesta de negros que, con sus "conciertos barrocos", hubiera hecho las delicias de Carpentier, sino en determinados momentos (como el final), complementando su fuerza y dramatismo.
Todos estos acápites no son una mera sumatoria de talentos que han hecho lo suyo y por tanto, desde sus frentes, han generado la película; aunque pareciera obvio, no está de más recordar que los mismos responden a una idea rectora, un concepto, y han sido diseñados, concebidos previamente por el director, Rigoberto López.
Por la gran cantidad de actuaciones protagónicas, secundarias, especiales y corales, éste es sin dudas, uno de los rubros decisivos de Roble..., y amén de una encomiable labor de conjunto, quisiera resaltar ante todo la agradable sorpresa que significa el debut de la soprano Raquel Rubí (la prima), como para un premio de "actriz revelación" (amplia gama de recursos histriónicos, pero a la vez, contención y matización), junto a otros no sorprendentes por una aún no muy extensa pero ya consolidada trayectoria (Abel Rodríguez, Edwin Fernández, Idalmis del Risco...) y otro curioso despegue (el joven director teatral Raúl Martín).
En tanto protagónicos, el irregular Jorge Perugorría revela aquí uno de sus notables desempeños: nos recuerda que tiene fibra, "madera" como se dice, y cuando es bien dirigido en papeles de envergadura puede hacer emerger no poco para admirar. Lía Chapman, por su parte, ostenta una elegancia y una prestancia que van con el personaje, mas no siempre logra salir airosa de transiciones y matices; hubiera sido preciso redondear mejor un personaje rico y pletórico de interesantes aristas psicológicas y sociales.
De cualquier modo, aunque ante tantos actores uno siempre tiende a deslindar lo superlativo de lo simplemente funcional o correcto, no es menos cierto que este acápite no demerita el resto de los elementos integrantes del film.
"Roble de olor" es, sin lugar a dudas, madera preciosa del cine cubano (y no sólo del más reciente), entrada triunfal de Rigoberto López en el necesitado camino de la ficción y un título que nos permite llenar los pulmones de aire fresco, saludable, esperanzador, en el azaroso panorama de las nuevas producciones.
(1) NOTA: Me gustaría llamar la atención sobre la diferencia de concepción fotográfica entre el siglo XIX que ha reflejado su gran estudioso en el cine nuestro, Humberto Solás, y el que aquí se aventura; en los frescos anteriores (llámense "Cecilia", "Amada", "El siglo de las luces"...), predomina la casi oscuridad; Solás ha querido reflejar sobre todo el lado tenebroso de costumbres e ideas, y sus fotógrafos, magistralmente lo han entendido y proyectado así; Rigoberto y Livio, por el contrario, acercan tonos pasteles, espacios luminosos, amplios y claros, el blanco es una gama protagónica, pues justamente se trata de una utopía, un espacio excepcional dentro de la tiniebla reinante; debido a ello, a medida que el sueño cede a una umbrosa y terrible realidad, se aprecia un oscurecimiento progresivo de la imagen, lo cual delata así mismo cuidado y rigor dentro de este decisivo rubro tecno-expresivo.
- © Frank Padrón- NOTICINE.com / Fotos: Cubacine

El agradable olor de un roble, en el último estreno cubano (I)
22-X-03
El pasado lunes en la noche tuvo lugar en La Habana con motivo del Día de la Cultura Cubana el pre-estreno de una nueva producción nacional, "Roble de olor", con la que debuta en la ficción el hasta ahora documentalista Rigoberto López ("Yo soy... del son a la salsa"). Se trata de melodrama basado en hechos reales sobre un comerciante de origen alemán (Jorge Perugorría) y una mulata haitiana (Lía Chapman), fundadores de una plantación de café en la Cuba del siglo XIX. Su estreno comercial coincidirá con el próximo Festival de La Habana.
Ya hemos lamentado la ausencia, o la pérdida de un "cine serio"; pareciera el cine cubano condenado eternamente a la ligereza de la comedia, o al menos, a la unipolaridad genérica, cuando de siempre ha habido en la producción cubana ost-revolucionaria, ese tipo de obra medular, que trata los conflictos en toda su desgarradora dimensión. Y siempre hay que hacer la aclaración: nada en contra del humor, somos y seremos un pueblo que ríe, y lo que es mejor, que acostumbra a exorcisar sus demonios, a paliar sus problemas y dificultades y hasta a buscarles alguna solución, a través del analgésico de la risa. Pero una cosa es ésta y otra que todo se reduzca a ello, que desaparezca "el otro" cine, o que el representante del mismo sea tan fallido que lo mejor sea continuar la prescindencia.
Y es aquí donde nos estimula y alienta un film como "Roble de olor (2003)", que firma un cineasta que ya había dado muestras de indudable talento sobre todo en el documental (a él pertenecen títulos tan aplaudidos y celebrados por la crítica, conquistadores de lauros en festivales nacionales e internacionales como "El viaje más largo" o "Mensajero de los dioses"), aunque no le era indiferente la ficción, no sólo porque en sus trabajos encontramos no pocos elementos y procedimientos ficticios, sino porque ya incursionó en ella con el original corto "La soledad de la jefa de despacho" (1990), crítica a formas de privilegios manifestadas en estratos de la burocracia, la rendición de principios éticos ante las tentaciones materiales, dados a través del personaje emblemático, un alto funcionario.
¿ Qué es su primera incursión "en grande" dentro de la ficción? El propio Rigoberto nos cuenta: "Primera mitad del siglo XIX, en Cuba, en el Caribe; espacio de inconstancias, de enigmas, sueños y tragedias sin fin. Una mujer negra, hermosa y distinguida procedente de Saint Domingue (Haiti), y un alemán -romántico comerciante recién llegado a la Isla-, protagonizan la historia del infinito amor que hizo fructificar el cafetal más rico de Cuba: Angerona. En un periodo oscuro, en un lugar cercado por la intolerancia y la incomprensión, la confabulación de intereses y el poder absoluto, Ursula Lambert y Cornelio Souchay son algo más que dos culturas encontradas, dos identidades, dos modos de pensar la vida. El amor es una condenada utopía que lucha por la consumación de un destino, el de un gran cafetal: Angerona, su belleza y su fragilidad. Metáfora de nuestro tiempo. La historia de una obsesión y de una esperanza: Vivir en un mundo mejor".
Con un guión escrito junto al dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa ("María Antonia"), López incursiona en la Historia desde su mejor lectura: la que se realiza para cuestionar el presente, incluso fuera de las coordenadas espaciales; su historia (ahora así, en minúsculas) apunta a reflexionar en torno a los problemas sociales, políticos, económicos y en general humanos, que coartan y hacen abortar los más hermosos sueños; el egoísmo, la envidia, la intolerancia, el racismo, el "monopolio del pensamiento", la egolatría, el estancamiento y otros males semejantes, no son entelequias, y es algo que el texto deja bien claro, sino personas, estructuras, hechos concretos, todo apuntando a una maquinaria, conformándola, que puede abortar los más consolidados proyectos, los más hermosos y nobles ideales.
La Angerona del film no es la Utopía de Moro o la Tule de Colón, sino un espacio que demostró como los seres humanos, al margen de sus creencias, el color de su piel o sus ideas políticas, pueden amar(se), crear, trabajar; la diferencia entre una prima celosa y malvada, un juez que considera endemoniados a unos negros músicos y un rico hacendado que alquila matones para interrumpir lo que huela a disidencia, es sólo de métodos; en el fondo, tanto ellos como los suyos sólo pueden odiar, y proyectar esa energía negativa hacia la destrucción y la muerte donde los otros, los creadores y los hombres de bien, han sembrado amor y obra.
Por otra parte, se insiste en el mestizaje como la columna vertebral no sólo de nuestra sincrética isla, sino del Caribe todo: el color de este roble es lo mulato, el tono es la amalgama, el guillenesco "todo mezclado", donde el piano del Romanticismo se une al tambor de la campiña, y donde las fugas barrocas europeas se enriquecen con el barroco americano de las frutas multicolores, las escalas musicales tan complejas como aquellas, y el ritmo de cajón, la clave esencial.
El guión de Espinosa-López ha cuidado tanto la compleja caracterización de personajes, como su imbricación histórica, como la evolución de sus acciones dentro de una narración coherente y fluída; quizá sólo haya que reprocharle cierto aire libresco, sentencioso a los diálogos, sobre todo en la primera parte, defecto que afortunadamente va cediendo a medida que avanza la historia.
Pero debe reconocerse, digamos, el tino de los escritores para rozar peligrosamente el exceso melodramático sin ceder a su tentación: la pasión que informa el argumento es tan fuerte, que sin tal cuidado pudo aterrizar peligrosamente en el folletín, mas son las ideas, los sentimientos legítimos, las motivaciones tanto individuales como de grupos (los varios que se cruzan en la anécdota) los que protagonizan el sujeto y sus implicaciones tanto narrativas como dramáticas.
El pasado lunes en la noche tuvo lugar en La Habana con motivo del Día de la Cultura Cubana el pre-estreno de una nueva producción nacional, "Roble de olor", con la que debuta en la ficción el hasta ahora documentalista Rigoberto López ("Yo soy... del son a la salsa"). Se trata de melodrama basado en hechos reales sobre un comerciante de origen alemán (Jorge Perugorría) y una mulata haitiana (Lía Chapman), fundadores de una plantación de café en la Cuba del siglo XIX. Su estreno comercial coincidirá con el próximo Festival de La Habana.
Ya hemos lamentado la ausencia, o la pérdida de un "cine serio"; pareciera el cine cubano condenado eternamente a la ligereza de la comedia, o al menos, a la unipolaridad genérica, cuando de siempre ha habido en la producción cubana ost-revolucionaria, ese tipo de obra medular, que trata los conflictos en toda su desgarradora dimensión. Y siempre hay que hacer la aclaración: nada en contra del humor, somos y seremos un pueblo que ríe, y lo que es mejor, que acostumbra a exorcisar sus demonios, a paliar sus problemas y dificultades y hasta a buscarles alguna solución, a través del analgésico de la risa. Pero una cosa es ésta y otra que todo se reduzca a ello, que desaparezca "el otro" cine, o que el representante del mismo sea tan fallido que lo mejor sea continuar la prescindencia.
Y es aquí donde nos estimula y alienta un film como "Roble de olor (2003)", que firma un cineasta que ya había dado muestras de indudable talento sobre todo en el documental (a él pertenecen títulos tan aplaudidos y celebrados por la crítica, conquistadores de lauros en festivales nacionales e internacionales como "El viaje más largo" o "Mensajero de los dioses"), aunque no le era indiferente la ficción, no sólo porque en sus trabajos encontramos no pocos elementos y procedimientos ficticios, sino porque ya incursionó en ella con el original corto "La soledad de la jefa de despacho" (1990), crítica a formas de privilegios manifestadas en estratos de la burocracia, la rendición de principios éticos ante las tentaciones materiales, dados a través del personaje emblemático, un alto funcionario.
¿ Qué es su primera incursión "en grande" dentro de la ficción? El propio Rigoberto nos cuenta: "Primera mitad del siglo XIX, en Cuba, en el Caribe; espacio de inconstancias, de enigmas, sueños y tragedias sin fin. Una mujer negra, hermosa y distinguida procedente de Saint Domingue (Haiti), y un alemán -romántico comerciante recién llegado a la Isla-, protagonizan la historia del infinito amor que hizo fructificar el cafetal más rico de Cuba: Angerona. En un periodo oscuro, en un lugar cercado por la intolerancia y la incomprensión, la confabulación de intereses y el poder absoluto, Ursula Lambert y Cornelio Souchay son algo más que dos culturas encontradas, dos identidades, dos modos de pensar la vida. El amor es una condenada utopía que lucha por la consumación de un destino, el de un gran cafetal: Angerona, su belleza y su fragilidad. Metáfora de nuestro tiempo. La historia de una obsesión y de una esperanza: Vivir en un mundo mejor".
Con un guión escrito junto al dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa ("María Antonia"), López incursiona en la Historia desde su mejor lectura: la que se realiza para cuestionar el presente, incluso fuera de las coordenadas espaciales; su historia (ahora así, en minúsculas) apunta a reflexionar en torno a los problemas sociales, políticos, económicos y en general humanos, que coartan y hacen abortar los más hermosos sueños; el egoísmo, la envidia, la intolerancia, el racismo, el "monopolio del pensamiento", la egolatría, el estancamiento y otros males semejantes, no son entelequias, y es algo que el texto deja bien claro, sino personas, estructuras, hechos concretos, todo apuntando a una maquinaria, conformándola, que puede abortar los más consolidados proyectos, los más hermosos y nobles ideales.
La Angerona del film no es la Utopía de Moro o la Tule de Colón, sino un espacio que demostró como los seres humanos, al margen de sus creencias, el color de su piel o sus ideas políticas, pueden amar(se), crear, trabajar; la diferencia entre una prima celosa y malvada, un juez que considera endemoniados a unos negros músicos y un rico hacendado que alquila matones para interrumpir lo que huela a disidencia, es sólo de métodos; en el fondo, tanto ellos como los suyos sólo pueden odiar, y proyectar esa energía negativa hacia la destrucción y la muerte donde los otros, los creadores y los hombres de bien, han sembrado amor y obra.
Por otra parte, se insiste en el mestizaje como la columna vertebral no sólo de nuestra sincrética isla, sino del Caribe todo: el color de este roble es lo mulato, el tono es la amalgama, el guillenesco "todo mezclado", donde el piano del Romanticismo se une al tambor de la campiña, y donde las fugas barrocas europeas se enriquecen con el barroco americano de las frutas multicolores, las escalas musicales tan complejas como aquellas, y el ritmo de cajón, la clave esencial.
El guión de Espinosa-López ha cuidado tanto la compleja caracterización de personajes, como su imbricación histórica, como la evolución de sus acciones dentro de una narración coherente y fluída; quizá sólo haya que reprocharle cierto aire libresco, sentencioso a los diálogos, sobre todo en la primera parte, defecto que afortunadamente va cediendo a medida que avanza la historia.
Pero debe reconocerse, digamos, el tino de los escritores para rozar peligrosamente el exceso melodramático sin ceder a su tentación: la pasión que informa el argumento es tan fuerte, que sin tal cuidado pudo aterrizar peligrosamente en el folletín, mas son las ideas, los sentimientos legítimos, las motivaciones tanto individuales como de grupos (los varios que se cruzan en la anécdota) los que protagonizan el sujeto y sus implicaciones tanto narrativas como dramáticas.
- © Frank Padrón- NOTICINE.com

Teletipo: Nuevo proyecto para América Ferrara, recuerdan a José Ferrer, Paternostro filmará "western criollo", ciclo-homenaje a Eduard Fernández
22-X-03
- América Ferrera, la protagonista del premiado telefilm norteamericano de Patricia Cardoso "Las mujeres de verdad tienen curvas", que produjo el canal HBO, protagonizará otra cinta sobre jóvenes latinas, la producción independiente "How the García girls spent their summer", de la debutante Georgina García Riedel, quien es además autora del guión. La historia más o menos autobiográfica gira en torno a tres generaciones de chicanas que pasan un caluroso verano en una pequeña ciudad fronteriza de Arizona. Lucy Gallardo será Doña Genoveva, la abuela, y Ferrera, hija de emigrantes hondureños, su nieta. También se busca la participación de otra conocida actriz latina en EEUU, Elizabeth Peña. La escasa experiencia hasta el momento de Ferrera, de 19 años, se ha limitado a la pequeña pantalla.
- Alguien que sí triunfó en Hollywood en una época menos receptiva que la actual a los talentos culturalmente foráneos fue el puertorriqueño José Ferrer, primer latino en ganar un Oscar y famoso por películas como "Cyrano de Bergerac" y "Moulin rouge", quien además compatibilizó su carrera de actor con la de director. En esta última disciplina fue también el primer hispano en entrar en el sindicato de realizadores DGA, el cual este lunes le dedicó un homenaje en Los Angeles. Ferrer, que empezó a dirigir a mediados de los años 50 y firmó media docena de títulos, siempre reivindicó su carácter boricua. En el acto organizado por el DGA participaron en un debate el cineasta puertorriqueño Ricardo Méndez Matta, y los actores Liz Torres y Esaí Morales, además de -entre el público- Yancey Arias, Angela Alvarado y los cantantes Robi Rosa y Ednita Nazario.
- Si directores punteros hoy en dia como Alex de la Iglesia, Tarantino o Robert Rodríguez se declaran inspirados por su estilo, nadie puede dudar que Sergio Leone y sus estilizados "espagueti westerns" están lejos de dormir en el olvido. El argentino Néstor Paternostro ("La pluma del ángel") buscará el año que viene también el recuerdo y/o el homenaje con "Por mandato de madre", adaptación de una novela del uruguayo Mario Delgado Aparaín, definida como un "western criollo". La acción se desarrolla en los años 20, en la frontera entre Uruguay y Brasil, con siete hermanos que se dedican al contrabandismo como principales personajes. En el proyecto trabajan compañías de Argentina y Uruguay, pero también de Brasil, España e Italia. En su adolescencia -ha explicado Delgado a AFP- devoró el cine del Oeste norteamericano y las novelas de Ricky Dickinson y Marcial Lafuente Estefanía, para después plantearse "por qué no hacer una novela de aventuras con gusto a western, ubicada en mi país, con el desprejuicio del maestro Sergio Leone y los bandoleros contrabandistas, ferrocarriles ingleses y
pequeños déspotas de mi tierra". Ese fue el origen de "Por mandato de madre", que costará alrededor de 1 millón de dólares.
- El próximo noviembre, la Filmoteca de Catalunya dedicará un ciclo a uno de los actores más premiados entre las última hornadas catalanas, Eduard Fernández, protagonista últimamente de películas como "En la ciudad" y "El misterio Galíndez". Este martes, Fernández presentó la retrospectiva en compañía del director de la institución, Roc Villas, quien explicó que el ciclo se desarrollará del 3 al 8 de noviembre, incluirá cinco largos y el corto "La simetría", de J.D. Wallovits. En la primera jornada, tras el pase de "Fausto 5.0", tendrá lugar un coloquio con el propio actor, que con esa cinta logró el Goya.
- América Ferrera, la protagonista del premiado telefilm norteamericano de Patricia Cardoso "Las mujeres de verdad tienen curvas", que produjo el canal HBO, protagonizará otra cinta sobre jóvenes latinas, la producción independiente "How the García girls spent their summer", de la debutante Georgina García Riedel, quien es además autora del guión. La historia más o menos autobiográfica gira en torno a tres generaciones de chicanas que pasan un caluroso verano en una pequeña ciudad fronteriza de Arizona. Lucy Gallardo será Doña Genoveva, la abuela, y Ferrera, hija de emigrantes hondureños, su nieta. También se busca la participación de otra conocida actriz latina en EEUU, Elizabeth Peña. La escasa experiencia hasta el momento de Ferrera, de 19 años, se ha limitado a la pequeña pantalla.
- Alguien que sí triunfó en Hollywood en una época menos receptiva que la actual a los talentos culturalmente foráneos fue el puertorriqueño José Ferrer, primer latino en ganar un Oscar y famoso por películas como "Cyrano de Bergerac" y "Moulin rouge", quien además compatibilizó su carrera de actor con la de director. En esta última disciplina fue también el primer hispano en entrar en el sindicato de realizadores DGA, el cual este lunes le dedicó un homenaje en Los Angeles. Ferrer, que empezó a dirigir a mediados de los años 50 y firmó media docena de títulos, siempre reivindicó su carácter boricua. En el acto organizado por el DGA participaron en un debate el cineasta puertorriqueño Ricardo Méndez Matta, y los actores Liz Torres y Esaí Morales, además de -entre el público- Yancey Arias, Angela Alvarado y los cantantes Robi Rosa y Ednita Nazario.
- Si directores punteros hoy en dia como Alex de la Iglesia, Tarantino o Robert Rodríguez se declaran inspirados por su estilo, nadie puede dudar que Sergio Leone y sus estilizados "espagueti westerns" están lejos de dormir en el olvido. El argentino Néstor Paternostro ("La pluma del ángel") buscará el año que viene también el recuerdo y/o el homenaje con "Por mandato de madre", adaptación de una novela del uruguayo Mario Delgado Aparaín, definida como un "western criollo". La acción se desarrolla en los años 20, en la frontera entre Uruguay y Brasil, con siete hermanos que se dedican al contrabandismo como principales personajes. En el proyecto trabajan compañías de Argentina y Uruguay, pero también de Brasil, España e Italia. En su adolescencia -ha explicado Delgado a AFP- devoró el cine del Oeste norteamericano y las novelas de Ricky Dickinson y Marcial Lafuente Estefanía, para después plantearse "por qué no hacer una novela de aventuras con gusto a western, ubicada en mi país, con el desprejuicio del maestro Sergio Leone y los bandoleros contrabandistas, ferrocarriles ingleses y
pequeños déspotas de mi tierra". Ese fue el origen de "Por mandato de madre", que costará alrededor de 1 millón de dólares.
- El próximo noviembre, la Filmoteca de Catalunya dedicará un ciclo a uno de los actores más premiados entre las última hornadas catalanas, Eduard Fernández, protagonista últimamente de películas como "En la ciudad" y "El misterio Galíndez". Este martes, Fernández presentó la retrospectiva en compañía del director de la institución, Roc Villas, quien explicó que el ciclo se desarrollará del 3 al 8 de noviembre, incluirá cinco largos y el corto "La simetría", de J.D. Wallovits. En la primera jornada, tras el pase de "Fausto 5.0", tendrá lugar un coloquio con el propio actor, que con esa cinta logró el Goya.
- © Redacción / Corresponsal- NOTICINE.com

Once películas latinas optan a las nominaciones al Oscar
21-X-03
De las 55 películas de todo el mundo que han sido presentadas a la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood para participar en la carrera por el Oscar de 2003, 11 son iberoamericanas, representando a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, México, Perú, Uruguay y Venezuela, según dio a conocer este lunes el presidente de la institución californiana, Frank Pierson, quien subrayó que se batió en esta 76 edición el record total del año pasado por un título (en 2002 fueron 54).
Las candidatas latinas a formar parte del quinteto de nominadas como mejor película en lengua no inglesa son:
ARGENTINA: "Valentín", de Alejandro Agresti
BOLIVIA: "Dependencia sexual", de Rodrigo Bellott
BRASIL: "Carandiru", de Héctor Babenco
CHILE: "Los debutantes", de Andrés Waissbluth
COLOMBIA: "La primera noche", de Luis Alberto Restrepo
CUBA: "Suite Habana", de Fernando Pérez
ESPAÑA: "Soldados de Salamina", de David Trueba
MÉXICO: "Aro Tolbukhin, en la mente del asesino", de Agustí Villaronga, Lydia Zimmermann, Isaac P. Racine
PERÚ: "Paloma de papel", de Fabrizio Aguilar
URUGUAY: "El viaje hacia el mar", de Guillermo Casanova
VENEZUELA: "Sangrador", de Leonardo Henríquez
Entre los 11 títulos hay desde cintas de cineastas con dilatada trayectoria, como el argentino Alejandro Agresti, el brasileiro Héctor Babenco, el cubano Fernando Pérez o el español Agustí Villaronga (quien compite por México), a debutantes como el boliviano Rodrigo Bellott, el chileno Andrés Waissbluth, el colombiano Luis Alberto Restrepo, el peruano Fabrizio Aguilar o el uruguayo Guillermo Casanova.
De todos los directores seleccionados, uno tiene ya la experiencia de ser candidato a la estatuilla, el brasileiro (nacido en Argentina) Héctor Babenco, quien en 1986 compitió con la recordada "El beso de la mujer araña", film que tuvo una amplia repercusión internacional.
La variedad caracteriza a la decena larga de propuestas iberoamericanas al Oscar. Sus géneros van desde la comedia dramática de "Valentín" al "thriller" erótico "Los debutantes", pasando por el vanguardismo de "Dependencia sexual", el clasicismo carcelario de "Carandiru", la experimentación de "Aro Tolbukhin", las vivencias ancladas en la realidad de "La primera noche", "Soldados de Salamina" o "Paloma de papel", y la versión criolla de la shakespeariana "Macbeth" que es "Sangrador". Pero la oferta más original puede ser el documental dramatizado cubano de Fernando Pérez "Suite Habana", sin diálogos.
España, como mayor potencia cinematográfica del ámbito cultural iberoamericano (más de un centenar de títulos realizados cada año), participa en la producción de otras tres películas aparte de su propia representante, las de Argentina, México y Cuba, aunque también Argentina coprodujo la uruguaya "El viaje hacia el mar".
Al presentar las 55 pre-nominadas al Oscar, la Academia recordaba este lunes que aunque estas cintas tienen una opción segura en el apartado mejor película en lengua no inglesa, ello no significa que no sean potenciales candidatas en otros. Así, cita a la hongkongnesa "Tigre y dragón", que obtuvo además las estatuillas a mejor dirección artística, fotografía y banda sonora; la italiana "La vida es bella" (mejor actor -Robert Benigni- y banda sonora), la sueca "Fanny y Alexander" (vestuario, fotografía y dirección artística), la francesa ""Z" (montaje), la también gala "Un hombre y una mujer" (guión original) y la italiana "8 y medio" (vestuario).
Tampoco estaría de más subrayar que -como ocurrió el año pasado- también es posible que un film extranjero opte a un Oscar a pesar de no representar oficialmente a su país de origen. Pedro Almodóvar ganó el anhelado premio por el guión de "Hable con ella" (también fue candidato como mejor director), cuando la opción española era "Los lunes al sol", que ni siquiera formó parte del quinteto de nominadas.
Si una o varias de nuestras candidatas son seleccionadas entre las cinco nominadas definitivas, lo sabremos el próximo 27 de enero, cuando la Academia anuncie toda su lista anual, en el Samuel Goldwyn Theater de Los Angeles.
De las 55 películas de todo el mundo que han sido presentadas a la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood para participar en la carrera por el Oscar de 2003, 11 son iberoamericanas, representando a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, México, Perú, Uruguay y Venezuela, según dio a conocer este lunes el presidente de la institución californiana, Frank Pierson, quien subrayó que se batió en esta 76 edición el record total del año pasado por un título (en 2002 fueron 54).
Las candidatas latinas a formar parte del quinteto de nominadas como mejor película en lengua no inglesa son:
ARGENTINA: "Valentín", de Alejandro Agresti
BOLIVIA: "Dependencia sexual", de Rodrigo Bellott
BRASIL: "Carandiru", de Héctor Babenco
CHILE: "Los debutantes", de Andrés Waissbluth
COLOMBIA: "La primera noche", de Luis Alberto Restrepo
CUBA: "Suite Habana", de Fernando Pérez
ESPAÑA: "Soldados de Salamina", de David Trueba
MÉXICO: "Aro Tolbukhin, en la mente del asesino", de Agustí Villaronga, Lydia Zimmermann, Isaac P. Racine
PERÚ: "Paloma de papel", de Fabrizio Aguilar
URUGUAY: "El viaje hacia el mar", de Guillermo Casanova
VENEZUELA: "Sangrador", de Leonardo Henríquez
Entre los 11 títulos hay desde cintas de cineastas con dilatada trayectoria, como el argentino Alejandro Agresti, el brasileiro Héctor Babenco, el cubano Fernando Pérez o el español Agustí Villaronga (quien compite por México), a debutantes como el boliviano Rodrigo Bellott, el chileno Andrés Waissbluth, el colombiano Luis Alberto Restrepo, el peruano Fabrizio Aguilar o el uruguayo Guillermo Casanova.
De todos los directores seleccionados, uno tiene ya la experiencia de ser candidato a la estatuilla, el brasileiro (nacido en Argentina) Héctor Babenco, quien en 1986 compitió con la recordada "El beso de la mujer araña", film que tuvo una amplia repercusión internacional.
La variedad caracteriza a la decena larga de propuestas iberoamericanas al Oscar. Sus géneros van desde la comedia dramática de "Valentín" al "thriller" erótico "Los debutantes", pasando por el vanguardismo de "Dependencia sexual", el clasicismo carcelario de "Carandiru", la experimentación de "Aro Tolbukhin", las vivencias ancladas en la realidad de "La primera noche", "Soldados de Salamina" o "Paloma de papel", y la versión criolla de la shakespeariana "Macbeth" que es "Sangrador". Pero la oferta más original puede ser el documental dramatizado cubano de Fernando Pérez "Suite Habana", sin diálogos.
España, como mayor potencia cinematográfica del ámbito cultural iberoamericano (más de un centenar de títulos realizados cada año), participa en la producción de otras tres películas aparte de su propia representante, las de Argentina, México y Cuba, aunque también Argentina coprodujo la uruguaya "El viaje hacia el mar".
Al presentar las 55 pre-nominadas al Oscar, la Academia recordaba este lunes que aunque estas cintas tienen una opción segura en el apartado mejor película en lengua no inglesa, ello no significa que no sean potenciales candidatas en otros. Así, cita a la hongkongnesa "Tigre y dragón", que obtuvo además las estatuillas a mejor dirección artística, fotografía y banda sonora; la italiana "La vida es bella" (mejor actor -Robert Benigni- y banda sonora), la sueca "Fanny y Alexander" (vestuario, fotografía y dirección artística), la francesa ""Z" (montaje), la también gala "Un hombre y una mujer" (guión original) y la italiana "8 y medio" (vestuario).
Tampoco estaría de más subrayar que -como ocurrió el año pasado- también es posible que un film extranjero opte a un Oscar a pesar de no representar oficialmente a su país de origen. Pedro Almodóvar ganó el anhelado premio por el guión de "Hable con ella" (también fue candidato como mejor director), cuando la opción española era "Los lunes al sol", que ni siquiera formó parte del quinteto de nominadas.
Si una o varias de nuestras candidatas son seleccionadas entre las cinco nominadas definitivas, lo sabremos el próximo 27 de enero, cuando la Academia anuncie toda su lista anual, en el Samuel Goldwyn Theater de Los Angeles.
- © Redacción-NOTICINE.com

In Memoriam: El amigo Manolo
20-X-03
Por Alberto Duque
La última vez que nos vimos, hace pocas semanas, en San Sebastián, a propósito de esa película tan mala, "El misterio Galíndez", que no hace honor a su estupenda novela original, Manuel Vázquez Montalbán estaba feliz porque se reencontraba con sus amigos y admiradores y tenía la oportunidad de regresar a manteles de la cocina vasca que era una de sus preferidas, después de la catalana, por supuesto.
Ya nos habíamos encontrado varias veces en Bogotá, a propósito del lanzamiento de sus novelas premiadas y leídas con pasión por quienes siempre lo hemos sentido y lo seguiremos sintiendo como uno de los grandes narradores contemporáneos en castellano.
De esas visitas a Bogotá, recuerdo una, cuando vino con "Los Mares del Sur", y con la complicidad de editorial Planeta, conociendo nuestras coincidencias en el cine y la comida, recorrimos numerosos restaurantes locales, buscando nuevos sabores, otras texturas, aromas nuevos, escuchando cómo, con el simple olor, era capaz de desmenuzar y reconstruir en el aire, con sus manos de carpintero, las especias y los ingredientes y los caldos y los ingredientes de los platos colombianos que iba degustando con la misma pasión que esgrimía en todos los actos de su vida.
En esos encuentros no paramos de hablar, sobre Felipe González y el socialismo español; sobre El País, por supuesto; sobre el terrorismo en el País Vasco, sobre Cataluña y las Ramblas de Barcelona; sobre los escritores españoles; sobre comida y libros y cine… Sobre tantos temas que la última vez que estuvo en Bogotá le grabé una larga entrevista mientras Olga Helena (no existían Alicia ni Gabriela) contemplaba el inusual espectáculo de dos hombres robustos, calvos y cansados que se quitaban la palabra con emoción.
Cuando no lo veía en vivo, lo seguía en sus largas caminatas por las calles y restaurantes de Barcelona, haciendo un programa gastronómico para el canal Gourmet.com o en sus notas semanales de El País, o en sus nuevos libros, o en sus declaraciones ácidas sobre el gobierno del PP o sobre temas internacionales. Su voracidad para escribir, pensar, publicar y debatir debió quedar intacta al momento de cerrar los ojos el pasado sábado en una ciudad que conocía bien, Bangkok.
No es fácil ni grato ni justo pensar que no volveremos a encontrarnos, por lo menos aquí. Queda el recurso de sus libros, por supuesto, y sus frases, soltadas como latigazos, implacables, aunque después se suavizaran al referirse a la preparación de un conejo o un salmón a la brasa. Queda la espera de la nueva y última novela de Pepe Carvalho. Quedan tantas cosas y tantas emociones. Una última: en uno de esos viajes a Bogotá, al despedirnos contó por qué se iba a Nueva Yok. Tenía un solo motivo: colocarse a las cinco de la tarde en la boca del metro donde desapareció Jesús de Galíndez en 1956. Quería revivir el miedo al momento del secuestro. Pura pasión.
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Manuel Vázquez Montalbán (1939/2003), periodista, escritor, gastrónomo y cinéfilo, inspiró o participó en el guión de películas como "Tatuaje" (1976),"Asesinato en el comité central" (1982), "Los mares del sur" (1990), "El laberinto griego" (1991), "El pianista" (1998) y "El misterio Galíndez" (2003).
Por Alberto Duque
La última vez que nos vimos, hace pocas semanas, en San Sebastián, a propósito de esa película tan mala, "El misterio Galíndez", que no hace honor a su estupenda novela original, Manuel Vázquez Montalbán estaba feliz porque se reencontraba con sus amigos y admiradores y tenía la oportunidad de regresar a manteles de la cocina vasca que era una de sus preferidas, después de la catalana, por supuesto.
Ya nos habíamos encontrado varias veces en Bogotá, a propósito del lanzamiento de sus novelas premiadas y leídas con pasión por quienes siempre lo hemos sentido y lo seguiremos sintiendo como uno de los grandes narradores contemporáneos en castellano.
De esas visitas a Bogotá, recuerdo una, cuando vino con "Los Mares del Sur", y con la complicidad de editorial Planeta, conociendo nuestras coincidencias en el cine y la comida, recorrimos numerosos restaurantes locales, buscando nuevos sabores, otras texturas, aromas nuevos, escuchando cómo, con el simple olor, era capaz de desmenuzar y reconstruir en el aire, con sus manos de carpintero, las especias y los ingredientes y los caldos y los ingredientes de los platos colombianos que iba degustando con la misma pasión que esgrimía en todos los actos de su vida.
En esos encuentros no paramos de hablar, sobre Felipe González y el socialismo español; sobre El País, por supuesto; sobre el terrorismo en el País Vasco, sobre Cataluña y las Ramblas de Barcelona; sobre los escritores españoles; sobre comida y libros y cine… Sobre tantos temas que la última vez que estuvo en Bogotá le grabé una larga entrevista mientras Olga Helena (no existían Alicia ni Gabriela) contemplaba el inusual espectáculo de dos hombres robustos, calvos y cansados que se quitaban la palabra con emoción.
Cuando no lo veía en vivo, lo seguía en sus largas caminatas por las calles y restaurantes de Barcelona, haciendo un programa gastronómico para el canal Gourmet.com o en sus notas semanales de El País, o en sus nuevos libros, o en sus declaraciones ácidas sobre el gobierno del PP o sobre temas internacionales. Su voracidad para escribir, pensar, publicar y debatir debió quedar intacta al momento de cerrar los ojos el pasado sábado en una ciudad que conocía bien, Bangkok.
No es fácil ni grato ni justo pensar que no volveremos a encontrarnos, por lo menos aquí. Queda el recurso de sus libros, por supuesto, y sus frases, soltadas como latigazos, implacables, aunque después se suavizaran al referirse a la preparación de un conejo o un salmón a la brasa. Queda la espera de la nueva y última novela de Pepe Carvalho. Quedan tantas cosas y tantas emociones. Una última: en uno de esos viajes a Bogotá, al despedirnos contó por qué se iba a Nueva Yok. Tenía un solo motivo: colocarse a las cinco de la tarde en la boca del metro donde desapareció Jesús de Galíndez en 1956. Quería revivir el miedo al momento del secuestro. Pura pasión.
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Manuel Vázquez Montalbán (1939/2003), periodista, escritor, gastrónomo y cinéfilo, inspiró o participó en el guión de películas como "Tatuaje" (1976),"Asesinato en el comité central" (1982), "Los mares del sur" (1990), "El laberinto griego" (1991), "El pianista" (1998) y "El misterio Galíndez" (2003).
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