Crónicas

Siempre Habana y Galicia, final para la semana de cine gallego en Cuba
1-V-07
El lunes, en la tanda de las 8:00 p.m. finalizó en la Sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba, la Semana de Cine Gallego (inserta en el Primer Encuentro Audiovisual Galicia-Cuba y La Huella de España) que desde el 23 se desarrollaba allí, para hacerlo ahora en treinta salas del resto del país. Fue un cálido contacto de siete días con el cine procedente de esa zona de la geografía española, tan vinculada a la cultura y la nacionalidad cubanas.
Como habíamos comentado en una nota anterior, la premiere (“Un franco, 14 pesetas”, de Carlos Iglesias) descorrió dignamente las cortinas de un evento que mantuvo todo el tiempo el entusiasmo del público, el cual llenó casi todas las tandas en la céntrica sala de 23 y 12, a pesar de que en las mismas se hallaron sorpresas gratas y otras que no lo fueron tanto.
“León y Olvido” es una de las que entra de lleno en ese primer grupo; esta cinta de Xavier Bermúdez, reconocida en Atenas, Karlovy Vary, Málaga y la propia Galicia, sigue la especial relación entre una joven y su hermano Down: se trata de uno de esos films que un tipo de espectador “educado” en la narrativa hollywoodiense calificaría de ausente de acción, donde “no pasa nada”, sin embargo, mucho ocurre en las vidas de esos hermanos que se complemente, se necesitan, se aman aunque a veces, aparenten lo contrario. Los vínculos que se establecen entre ellos y los otros, nos recuerda lo mucho que une al ser humano pese a sus aparentes o reales diferencias. Cálida, ajena a sensiblerías y efectismos, con el tempo deliberadamente lento que una diégesis así requiere (nunca aburrida o desangelada), “León y Olvido” entrega además los desempeños inmejorables de los protagonistas, Guillén Jiménez y Marta Larralde.
No puede decirse lo mismo de otro título que, lamentablemente, nos incluye. Se trata de “Siempre Habana”, de Angel Peláez, sobre guión que el director coescribió con el célebre dramaturgo cubano Héctor Quintero (“Contigo pan y cebolla”). Comedia que aparente pulverizar tabúes y estereotipos sobre las relaciones actuales entre ambos pueblos, realmente aterriza en otros, peores diría yo, para conformar una comedia banal y barata, pésimamente escrita, actuada y dirigida, a la que sólo falta el tortazo en la cara.
“Mía Sarah”, por el contrario, es una fina indagación en enveses de la realidad: comedia que mueve sus resortes expresivos entre el esoterismo y la galantería, a veces da más de un giro reiterado y por tanto, innecesario, pero la puesta en pantalla de Gustavo Ron incorpora las sutilezas del guión que realizara junto con Edmon Roch y donde, a más de los desempeños conseguidos de Daniel Guzmán, Verónica Sánchez y el veterano Fernando Fernán Gómez, sobresale una distinguida banda sonora y un estilizado trabajo de iluminación y fotografía.
Entre esos títulos polémicos, de esos que se odian o se aman de un tirón, estuvo “La promesa”, de Héctor Carré, pero todos, de una tendencia u otra, coincidieron en un punto realmente indiscutible: la excelencia interpretativa de Carmen Maura, que hace de personaje y película, una experiencia disfrutable. Entre Hitchcock, Buñuel y Saura, Celia es una beata que oye voces, las cuales le envían de justiciera sobre seres indefensos...sólo que su “espada” cae a veces equivocadamente. La cinta pudiera ser una sátira a ciertos tópicos del cine de terror y suspense, o puede tomarse muy en serio; de cualquier modo, la ambientación, el decursar del sujeto, la caracterización de personajes, la fotografía y el montaje delatan una mano directriz precisa y segura, aunque dividida (y divertida) con la ambigüedad de la historia que, por supuesto, regala varias lecturas. Cualquiera de ellas, repito, implica una experiencia sugerente.
La semana ofreció también varios documentales, un largo animado y varios cortos, entre los cuales encontramos una joyita, una pequeña obra maestra llamada “El castigo”, con guión y dirección de Isabel Ayguavives; en 17 minutos asistimos a una historia emparentada con el “teatro del absurdo”, donde vemos pasar el tiempo con sus huellas, sus mudanzas en los seres y la historia que transcurren con una movilidad y una dinámica admirable gracias a la pericia del montajista (José Manuel Jiménez) y el cuidado del director de arte (Oscar Sempere) y donde la narración “in off” resulta por sí mismo, buena literatura, mas devenida cine con mayúscula, aún tratándose, como hemos dicho, de un corto.
El resto, en tal parcela, se dividió entre otras bien ambientadas experiencias familiares (“Los colores del frío”, de Anxo Cendal, aunque sin el alcance del anterior), la manera en que una medida social saludable puede afectar a una mujer desvalida (“El botellón”, de Tomás Silberman), un animado con certeros trazos y notable poder de síntesis sobre la “cuadratura” del pensamiento humano (“Encerrados”, de Diego Gómez e Irene Formoso) y un aburrido pujo existencialista (”Retrato de un hombre pensativo”, de Javier Alonso), donde por suerte, hay un par de tangos gardelianos como para escuchar a ojos cerrados.
Resultó una semana, como tienden a ser estos encuentros, desigual pero siempre necesaria, que permitió tomar el pulso a la producción gallega contemporánea.
El lunes, en la tanda de las 8:00 p.m. finalizó en la Sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba, la Semana de Cine Gallego (inserta en el Primer Encuentro Audiovisual Galicia-Cuba y La Huella de España) que desde el 23 se desarrollaba allí, para hacerlo ahora en treinta salas del resto del país. Fue un cálido contacto de siete días con el cine procedente de esa zona de la geografía española, tan vinculada a la cultura y la nacionalidad cubanas.
Como habíamos comentado en una nota anterior, la premiere (“Un franco, 14 pesetas”, de Carlos Iglesias) descorrió dignamente las cortinas de un evento que mantuvo todo el tiempo el entusiasmo del público, el cual llenó casi todas las tandas en la céntrica sala de 23 y 12, a pesar de que en las mismas se hallaron sorpresas gratas y otras que no lo fueron tanto.
“León y Olvido” es una de las que entra de lleno en ese primer grupo; esta cinta de Xavier Bermúdez, reconocida en Atenas, Karlovy Vary, Málaga y la propia Galicia, sigue la especial relación entre una joven y su hermano Down: se trata de uno de esos films que un tipo de espectador “educado” en la narrativa hollywoodiense calificaría de ausente de acción, donde “no pasa nada”, sin embargo, mucho ocurre en las vidas de esos hermanos que se complemente, se necesitan, se aman aunque a veces, aparenten lo contrario. Los vínculos que se establecen entre ellos y los otros, nos recuerda lo mucho que une al ser humano pese a sus aparentes o reales diferencias. Cálida, ajena a sensiblerías y efectismos, con el tempo deliberadamente lento que una diégesis así requiere (nunca aburrida o desangelada), “León y Olvido” entrega además los desempeños inmejorables de los protagonistas, Guillén Jiménez y Marta Larralde.
No puede decirse lo mismo de otro título que, lamentablemente, nos incluye. Se trata de “Siempre Habana”, de Angel Peláez, sobre guión que el director coescribió con el célebre dramaturgo cubano Héctor Quintero (“Contigo pan y cebolla”). Comedia que aparente pulverizar tabúes y estereotipos sobre las relaciones actuales entre ambos pueblos, realmente aterriza en otros, peores diría yo, para conformar una comedia banal y barata, pésimamente escrita, actuada y dirigida, a la que sólo falta el tortazo en la cara.
“Mía Sarah”, por el contrario, es una fina indagación en enveses de la realidad: comedia que mueve sus resortes expresivos entre el esoterismo y la galantería, a veces da más de un giro reiterado y por tanto, innecesario, pero la puesta en pantalla de Gustavo Ron incorpora las sutilezas del guión que realizara junto con Edmon Roch y donde, a más de los desempeños conseguidos de Daniel Guzmán, Verónica Sánchez y el veterano Fernando Fernán Gómez, sobresale una distinguida banda sonora y un estilizado trabajo de iluminación y fotografía.
Entre esos títulos polémicos, de esos que se odian o se aman de un tirón, estuvo “La promesa”, de Héctor Carré, pero todos, de una tendencia u otra, coincidieron en un punto realmente indiscutible: la excelencia interpretativa de Carmen Maura, que hace de personaje y película, una experiencia disfrutable. Entre Hitchcock, Buñuel y Saura, Celia es una beata que oye voces, las cuales le envían de justiciera sobre seres indefensos...sólo que su “espada” cae a veces equivocadamente. La cinta pudiera ser una sátira a ciertos tópicos del cine de terror y suspense, o puede tomarse muy en serio; de cualquier modo, la ambientación, el decursar del sujeto, la caracterización de personajes, la fotografía y el montaje delatan una mano directriz precisa y segura, aunque dividida (y divertida) con la ambigüedad de la historia que, por supuesto, regala varias lecturas. Cualquiera de ellas, repito, implica una experiencia sugerente.
La semana ofreció también varios documentales, un largo animado y varios cortos, entre los cuales encontramos una joyita, una pequeña obra maestra llamada “El castigo”, con guión y dirección de Isabel Ayguavives; en 17 minutos asistimos a una historia emparentada con el “teatro del absurdo”, donde vemos pasar el tiempo con sus huellas, sus mudanzas en los seres y la historia que transcurren con una movilidad y una dinámica admirable gracias a la pericia del montajista (José Manuel Jiménez) y el cuidado del director de arte (Oscar Sempere) y donde la narración “in off” resulta por sí mismo, buena literatura, mas devenida cine con mayúscula, aún tratándose, como hemos dicho, de un corto.
El resto, en tal parcela, se dividió entre otras bien ambientadas experiencias familiares (“Los colores del frío”, de Anxo Cendal, aunque sin el alcance del anterior), la manera en que una medida social saludable puede afectar a una mujer desvalida (“El botellón”, de Tomás Silberman), un animado con certeros trazos y notable poder de síntesis sobre la “cuadratura” del pensamiento humano (“Encerrados”, de Diego Gómez e Irene Formoso) y un aburrido pujo existencialista (”Retrato de un hombre pensativo”, de Javier Alonso), donde por suerte, hay un par de tangos gardelianos como para escuchar a ojos cerrados.
Resultó una semana, como tienden a ser estos encuentros, desigual pero siempre necesaria, que permitió tomar el pulso a la producción gallega contemporánea.
- © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com

Memoria argentina: Llega a la TV película de Solanas destruida por la dictadura militar, se estrena documental sobre las Madres de Plaza de mayo
30-IV-07
- Dentro del ciclo Filmoteca, Canal 7 proyectará el 1 de mayo a las 22 horas, el film "Perón: la revolución justicialista", de Pino Solanas y Octavio Getino, en lo será su primera exhibición en la televisión local, ya que esta película fue censurada y destruida por la última dictadura militar. Continuación de "Perón: actualización política y doctrinaria para la toma de poder", la cinta es el extenso reportaje a Juan Domingo Perón que el grupo Cine Liberación (integrado por Solanas y Getino, con Gerardo Vallejo en la cámara) le realizó entre junio y octubre de 1971 en Madrid, en la Residencia de Puerta de Hierro, durante su exilio.
Este film se consideraba perdido, pero la emisión de "Perón: actualización política y doctrinaria para la toma de poder" por Canal 7, provocó que un militante acercara la única copia de esta película inédita. Durante el programa, de Fernando Martín Peña (director artístico del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) y Fabio Manes, se contará con la presencia de Solanas y Getino, quienes contarán pormenores de la realización del film.
- El próximo jueves se estrena en las salas comerciales el documental "Madre", de Eduardo Walger, donde diecisiete Madres de Plaza de Mayo -incluidas cuatro participantes de aquella primera reunión en abril de 1977- desgranan recuerdos de vida cotidiana y lucha social antes, durante y después de que sus hijos se convirtieran en víctimas de la última dictadura militar. Un relato colectivo que prescindiendo de los habituales textos impresos y voces en off del género, abre un mundo de intimidad y compromiso, exponiendo cómo un grupo de mujeres corrientes se transformaron en símbolo de lucha.
Tres años de trabajo llevó este largometraje, que complementa los relatos con material fílmico y fotográfico de época facilitado -entre otras fuentes- por el Archivo General de la Nación, el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires, Televisión Española, organismos europeos, reporteros gráficos, filmaciones privadas de las madres y archivo fílmico documental inédito de los años 70 provisto por militantes, además del archivo fotográfico de las MdePdeMLF.
- Dentro del ciclo Filmoteca, Canal 7 proyectará el 1 de mayo a las 22 horas, el film "Perón: la revolución justicialista", de Pino Solanas y Octavio Getino, en lo será su primera exhibición en la televisión local, ya que esta película fue censurada y destruida por la última dictadura militar. Continuación de "Perón: actualización política y doctrinaria para la toma de poder", la cinta es el extenso reportaje a Juan Domingo Perón que el grupo Cine Liberación (integrado por Solanas y Getino, con Gerardo Vallejo en la cámara) le realizó entre junio y octubre de 1971 en Madrid, en la Residencia de Puerta de Hierro, durante su exilio.
Este film se consideraba perdido, pero la emisión de "Perón: actualización política y doctrinaria para la toma de poder" por Canal 7, provocó que un militante acercara la única copia de esta película inédita. Durante el programa, de Fernando Martín Peña (director artístico del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) y Fabio Manes, se contará con la presencia de Solanas y Getino, quienes contarán pormenores de la realización del film.
- El próximo jueves se estrena en las salas comerciales el documental "Madre", de Eduardo Walger, donde diecisiete Madres de Plaza de Mayo -incluidas cuatro participantes de aquella primera reunión en abril de 1977- desgranan recuerdos de vida cotidiana y lucha social antes, durante y después de que sus hijos se convirtieran en víctimas de la última dictadura militar. Un relato colectivo que prescindiendo de los habituales textos impresos y voces en off del género, abre un mundo de intimidad y compromiso, exponiendo cómo un grupo de mujeres corrientes se transformaron en símbolo de lucha.
Tres años de trabajo llevó este largometraje, que complementa los relatos con material fílmico y fotográfico de época facilitado -entre otras fuentes- por el Archivo General de la Nación, el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires, Televisión Española, organismos europeos, reporteros gráficos, filmaciones privadas de las madres y archivo fílmico documental inédito de los años 70 provisto por militantes, además del archivo fotográfico de las MdePdeMLF.
- © Redacción (Argentina)-NOTICINE.com

El actor chileno Luis Dubó debuta como director
27-IV-07
Luis Dubó es uno de los actores de reparto más recurrentes del actual cine chileno y ha trabajado a las órdenes de directores como Silvio Caiozzi y Andrés Wood. Este año, estará con dos papeles en la película “Mansacué”, de Marco Enríquez-Ominami, esperando conseguir su ansiado debut como director con “Sangre derramada”.
Dubó, de 43 años, debutó a fines de los años 90 con su papel en la cinta “Coronación”, de Caiozzi, y desde entonces ha protagonizado varios telefilms, entre ellos “El abanderado”, de Miguel Littin; y en películas para el cine tan diversas como “La Fiebre del Loco”, “Paraíso B”, “Negocio Redondo”, “Mala leche”, “Azul y Blanco”, “Machuca”, “Límite” y “Fuga”.
Fue el argentino Gastón Pauls (“Iluminados por el fuego”), compañero de reparto en “Fuga”, quien lo definió como el mejor actor chileno que se había encontrado, y según declaró Dubó al diario La Nación: “Hay un tipo de cine latinoamericano en el cual se inscribe Gastón y que cuesta mucho hacer en Chile: el cine social. Ser espejo y testimonio del lugar donde vives. Pero en Chile esa mirada es despreciada y nos cuesta mucho sostenerla”.
En el primer largometraje del diputado y cineasta Marco Enríquez, cuyo estreno está programado para el segundo semestre, Dubó estará en dos de las tres historias que conforman el film. En “El vuelo del Kino”, será un líder indígena, y en “Miti mota”, será dirigente poblacional. “El primero está en tono de comedia bien descabellada, con gente normal enfrentada a sucesos extraordinarios”, adelantó, “pero en ‘El vuelo del Kino’ hay una historia más seca y urbana, con un tema social más poderoso”.
Ahora, el actor espera poder debutar en la dirección, rol que ya ha desempeñado en el teatro. Tiene un primer proyecto, “El sueño de Fermín”, pero ha quedado postergado por el momento. En tanto, tiene otra película ya en pre-producción, la cual debería ser su primer trabajo como realizador: “Sangre derramada. “Me interesa hablar del matarife, un hombre que trafica carne, como símbolo. En nuestra cultura cargamos con una mochila de traición”, explicó en una reciente entrevista.
Luis Dubó es uno de los actores de reparto más recurrentes del actual cine chileno y ha trabajado a las órdenes de directores como Silvio Caiozzi y Andrés Wood. Este año, estará con dos papeles en la película “Mansacué”, de Marco Enríquez-Ominami, esperando conseguir su ansiado debut como director con “Sangre derramada”.
Dubó, de 43 años, debutó a fines de los años 90 con su papel en la cinta “Coronación”, de Caiozzi, y desde entonces ha protagonizado varios telefilms, entre ellos “El abanderado”, de Miguel Littin; y en películas para el cine tan diversas como “La Fiebre del Loco”, “Paraíso B”, “Negocio Redondo”, “Mala leche”, “Azul y Blanco”, “Machuca”, “Límite” y “Fuga”.
Fue el argentino Gastón Pauls (“Iluminados por el fuego”), compañero de reparto en “Fuga”, quien lo definió como el mejor actor chileno que se había encontrado, y según declaró Dubó al diario La Nación: “Hay un tipo de cine latinoamericano en el cual se inscribe Gastón y que cuesta mucho hacer en Chile: el cine social. Ser espejo y testimonio del lugar donde vives. Pero en Chile esa mirada es despreciada y nos cuesta mucho sostenerla”.
En el primer largometraje del diputado y cineasta Marco Enríquez, cuyo estreno está programado para el segundo semestre, Dubó estará en dos de las tres historias que conforman el film. En “El vuelo del Kino”, será un líder indígena, y en “Miti mota”, será dirigente poblacional. “El primero está en tono de comedia bien descabellada, con gente normal enfrentada a sucesos extraordinarios”, adelantó, “pero en ‘El vuelo del Kino’ hay una historia más seca y urbana, con un tema social más poderoso”.
Ahora, el actor espera poder debutar en la dirección, rol que ya ha desempeñado en el teatro. Tiene un primer proyecto, “El sueño de Fermín”, pero ha quedado postergado por el momento. En tanto, tiene otra película ya en pre-producción, la cual debería ser su primer trabajo como realizador: “Sangre derramada. “Me interesa hablar del matarife, un hombre que trafica carne, como símbolo. En nuestra cultura cargamos con una mochila de traición”, explicó en una reciente entrevista.
- © Tatiana Gajardo (Chile)-NOTICINE.com

Ivana Baquero consigue su primer papel internacional
27-IV-07
La joven protagonista de "El laberinto del fauno", Ivana Baquero, ha logrado a sus 12 años iniciar una carrera internacional, al haber sido fichada para "The New Daughter" (La nueva hija), una cinta basada en la historia corta del escritor de terror, John Connolly.
El suceso mundial de "El laberinto del fauno" ha puesto a Baquero en los ojos de la industria internacional, y la joven actriz -recompensada en este año con el Goya de revelación femenina- ha respondido al interés despertado, aceptado su primer papel en una película extranjera: "The New Daughter". Gold Circle Films es el estudio productor de este largometraje, en el cual interpretará el rol que da título al film, que cuenta la historia de un padre soltero que se muda con sus hijos a una granja remota, donde su hija comenzará a experimentar un extraño comportamiento.
Nacida el 11 de junio de 1994 en Barcelona, Baquero -que señala a Jodie Foster y Natalie Portman como sus modelos de actriz- cuenta con una carrera compuesta por títulos que se enmarcan dentro del terror y el thriller, como "Romasanta", "Rottweiler" y "Frágiles". Pasos previos que sirvieron para llevarla a esa inolvidable Ofelia de "El laberinto del fauno", una niña que escapa de un entorno aterrador por medio de la fantasía.
La joven protagonista de "El laberinto del fauno", Ivana Baquero, ha logrado a sus 12 años iniciar una carrera internacional, al haber sido fichada para "The New Daughter" (La nueva hija), una cinta basada en la historia corta del escritor de terror, John Connolly.
El suceso mundial de "El laberinto del fauno" ha puesto a Baquero en los ojos de la industria internacional, y la joven actriz -recompensada en este año con el Goya de revelación femenina- ha respondido al interés despertado, aceptado su primer papel en una película extranjera: "The New Daughter". Gold Circle Films es el estudio productor de este largometraje, en el cual interpretará el rol que da título al film, que cuenta la historia de un padre soltero que se muda con sus hijos a una granja remota, donde su hija comenzará a experimentar un extraño comportamiento.
Nacida el 11 de junio de 1994 en Barcelona, Baquero -que señala a Jodie Foster y Natalie Portman como sus modelos de actriz- cuenta con una carrera compuesta por títulos que se enmarcan dentro del terror y el thriller, como "Romasanta", "Rottweiler" y "Frágiles". Pasos previos que sirvieron para llevarla a esa inolvidable Ofelia de "El laberinto del fauno", una niña que escapa de un entorno aterrador por medio de la fantasía.
- © Redacción-NOTICINE.com

Crítica: "Hotel Tívoli", una llama sin fuego
27-IV-07
¿Hasta qué punto puede la casualidad estar presente en nuestras vidas? ¿Qué lazos en común podemos tener con un turista anónimo -con el que ni siquiera cruzamos una mirada en un aeropuerto- o con un taxista que descansa un domingo cualquiera haciendo una barbacoa -en un pinar, para más señas-, alejado del mundanal ruido? La clave, según Antón Reixa, la tenemos en un encendedor. En un mechero, vaya.
"Hotel Tívoli" -el único nexo en común del título con la película es el punto de partida de la historia- pretende -porque no lo consigue- acercarnos a la vida de varias personas que comparten un vínculo, aunque ninguno de ellos lo sabe. Sueña la última película de Reixa con aproximarse a la de Alejandro González Iñárritu -la magistral Babel-, pero el rompecabezas que tiene entre sus manos se difumina en el limbo del lenguaje cinematográfico; son tantas las historias que pretende engarzar y unir que, llegado un punto, Reixa y su grupo actoral pierden el norte. (Y nunca mejor dicho: juzguen sino la incursión de Groenlandia en el film). Pero Reixa sí consigue crear su propio babel: el de un mosaico de lenguas -catalán, gallego, vasco, portugués, inglés, danés- que desorientan continuamente la atención del espectador. Que no es poco...
Y en este punto es donde surge el verdadero problema de la película. Y, quizás también, del director. Imaginamos que obligado por la producción -hasta cuatro países colaboran en su financiación-, Reixa quiere ser tan explícito que lo que hubiera podido ser una magnífica historia coral de cuatro o cinco momentos llenos de humor, se fragmenta y se convierte en un goteo incesante de personajes sin rumbo cuya única cosa en común -el maldito mechero- se diluye y desaparece. Y lo que parecía una comedia con instantes chispeantes y llenos de frescura -como la breve interpretación de Nancho Novo o la del tozudo taxista Enrique Piñeyro con fuerte arraigo gallego- terminan dinamitando la historia por la continua incursión de nuevos personajes.
Reixa, no contento aún -o, por el contrario, consciente del cúmulo de errores cometidos con ese rosario interminable de nuevos actores que sólo consiguen confundir al espectador-, lanza un salvavidas a su propia historia: se llama Julieta Venegas. Y lo hunde más aún. La cantante aparece y desaparece durante el metraje con un doble fin: aclarar aquellos puntos de la historia que los actores no saben resolver y servir de gancho -al igual que Mikel Erentxun- al propio espectador.
Sin duda, el jugo de "Hotel Tívoli" se hubiera podido exprimir mucho mejor: con menos actores y menos relatos-breves y con un mechero -verdadero motor de la película- que fuera más protagonista.
(Por cierto, ¿alguien me puede explicar cómo Antón Reixa ha conseguido colar su película en la productora de Lars Von Trier, Zentropa?).
¿Hasta qué punto puede la casualidad estar presente en nuestras vidas? ¿Qué lazos en común podemos tener con un turista anónimo -con el que ni siquiera cruzamos una mirada en un aeropuerto- o con un taxista que descansa un domingo cualquiera haciendo una barbacoa -en un pinar, para más señas-, alejado del mundanal ruido? La clave, según Antón Reixa, la tenemos en un encendedor. En un mechero, vaya.
"Hotel Tívoli" -el único nexo en común del título con la película es el punto de partida de la historia- pretende -porque no lo consigue- acercarnos a la vida de varias personas que comparten un vínculo, aunque ninguno de ellos lo sabe. Sueña la última película de Reixa con aproximarse a la de Alejandro González Iñárritu -la magistral Babel-, pero el rompecabezas que tiene entre sus manos se difumina en el limbo del lenguaje cinematográfico; son tantas las historias que pretende engarzar y unir que, llegado un punto, Reixa y su grupo actoral pierden el norte. (Y nunca mejor dicho: juzguen sino la incursión de Groenlandia en el film). Pero Reixa sí consigue crear su propio babel: el de un mosaico de lenguas -catalán, gallego, vasco, portugués, inglés, danés- que desorientan continuamente la atención del espectador. Que no es poco...
Y en este punto es donde surge el verdadero problema de la película. Y, quizás también, del director. Imaginamos que obligado por la producción -hasta cuatro países colaboran en su financiación-, Reixa quiere ser tan explícito que lo que hubiera podido ser una magnífica historia coral de cuatro o cinco momentos llenos de humor, se fragmenta y se convierte en un goteo incesante de personajes sin rumbo cuya única cosa en común -el maldito mechero- se diluye y desaparece. Y lo que parecía una comedia con instantes chispeantes y llenos de frescura -como la breve interpretación de Nancho Novo o la del tozudo taxista Enrique Piñeyro con fuerte arraigo gallego- terminan dinamitando la historia por la continua incursión de nuevos personajes.
Reixa, no contento aún -o, por el contrario, consciente del cúmulo de errores cometidos con ese rosario interminable de nuevos actores que sólo consiguen confundir al espectador-, lanza un salvavidas a su propia historia: se llama Julieta Venegas. Y lo hunde más aún. La cantante aparece y desaparece durante el metraje con un doble fin: aclarar aquellos puntos de la historia que los actores no saben resolver y servir de gancho -al igual que Mikel Erentxun- al propio espectador.
Sin duda, el jugo de "Hotel Tívoli" se hubiera podido exprimir mucho mejor: con menos actores y menos relatos-breves y con un mechero -verdadero motor de la película- que fuera más protagonista.
(Por cierto, ¿alguien me puede explicar cómo Antón Reixa ha conseguido colar su película en la productora de Lars Von Trier, Zentropa?).
- © Israel López-NOTICINE.com