Adolfo Aristarain nos desmenuza la crisis politico-económica argentina
- por © Redacción-NOTICINE.com
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Para el realizador argentino Adolfo Aristarain, mezclar cine y política es lo más fácil del mundo. Casi siempre lo ha hecho en sus películas. La última, "Lugares comunes", doblemente premiada en San Sebastián (mejor guión y actriz), triunfa estos días en la cartelera de su país y este viernes se estrena comercialmente en España. Federico Luppi y Mercedes Sampietro protagonizan una historia de amor y resistencia, de reflexión sobre la realidad y sentimientos, que indefectíblemente nos remite a obras anteriores como "Un lugar en el mundo" o "Martín (Hache)".
Sin embargo, Aristarain niega -en conversación exclusiva con NOTICINE.com- que tenga como muchos directores una tendencia a hacer siempre la misma película: "No, no estoy muy de acuerdo con eso. Es posible que haya puntos de contacto, pero en mi caso son totalmente involuntarios. Al escribir una nueva historia no vuelvo atrás para usar como punto de referencia cosas de anteriores películas. Uno reitera, es posible, los puntos que más te interesan en la vida, si haces las cosas con honestidad".
Todas las cintas citadas hasta ahora tienen por protagonista a Federico Luppi, a quién Aristarain asegura no siente como una especie de alter-ego: "No lo es, por una razón. Me han dicho que si son autobiográficas, y puedo decir que no, que nunca me ha pasado nada de lo que sale en esos títulos. No hablo por boca de Luppi. A veces, en "Lugares comunes", estoy de acuerdo con determinadas ideas de su personaje, pero otras en total desacuerdo. No tengo la postura politicamente desilusionada de Luppi, todo lo contrario. Soy optimista".
Así explica el cineasta argentino de raices vascas su visión de la actual situación política en su país: "Ahora soy más optimista que nunca. Creo que la gente ha tomado conciencia de quién es su enemigo. Hace 30 años decíamos que no eran sólo los militares, que detrás había todo un sector económico que manejaba los hilos para apropiarse del país. Y te decían zurdo o comunista... Ahora, en Buenos Aires, un taxista te cuenta ya que el enemigo es el Fondo Monetario Internacional, y determinados políticos argentinos. Todos tienen claro que si el país ha sido expoliado es porque ha habido muchos cómplices que han hecho grandes negocios y en consecuencia en las próximas elecciones de marzo no puede ganar ningún candidato que pretenda pagar la deuda externa al FMI. El que diga vamos a pagarla es un hijo de puta, que está indudablemente pagado por el fondo".
"El 80% de la deuda -añade- ha sido fabricado, es un robo, igual que lo de los depósitos del año pasado. Fue un robo estatalizar la deuda externa, en la época de los militares. Los grandes empresarios y parte de la Banca tomaron préstamos en el exterior, por 60 u 80.000 millones de dólares. Esa deuda la asumió el estado en lugar de que fueran los titulares quienes debían devolverla. Y ese dinero nunca se invirtió en el país, a veces ni llegó a entrar, se desvió a cuentas en Suiza u otros paises. Es impresionante como pueden robar tanto, porque el mío es un país muy rico y lo aguanto todo.
Para Aristarain, en las próximas elecciones de marzo de 2003 puede haber un vuelco político: "La que ha hecho el análisis más claro es Elisa Carrión, que viene del radicalismo, que por puro sentido común ha adoptado posturas de izquierda. Aunque va primera en las encuestas y puede ganar en Buenos Aires, el problema son las provincias, donde dominan los gobernadores justicialistas. Algunos políticos de este partido parece que podrían pactar con ella, pero con la oposición en las provincias, el país sería ingobernable".
Volviendo a la película, Adolfo Aristaraín quisiera que de cara al espectador el mensaje político y la emoción funcionen a la vez: "Por una cuestión de lógica va a impactar más el aspecto sentimental, porque es el que te llega visceralmente, más que las reflexiones y opiniones del personaje de Federico, que luego hace todo lo contrario de lo que dice. Tengo un amigo que la vió en Argentina y me dijo que he conseguido la emoción a través del intelecto".
En "Lugares comunes" se habla también de emigración. Su protagonista, Federico Luppi, en la vida real está cada vez más en España y menos en su propio país, y el propio Aristarain afirma no tener las cosas muy claras en este aspecto: "Me lo he planteado, instalarme fuera, pero nuestro oficio es muy atípico: me he acostumbrado a vivir donde hago las películas, un año lo pasé en Los Angeles cuando hice una película para Columbia. En España pasé 10 años en total. Resulta dificl decir donde me establezco, porque uno va dando saltos en función del trabajo".
En desacuerdo con la opinión de otros realizadores latinoamericanos, como el chileno Lübbert, Aristarain no admite que coproducir con España obligue a hacer concesiones inadmisibles, como introducir artificialmente personajes y actores de ese país: "Yo no lo siento como una imposición. Eso del colonialismo cultural español es una mentira. Siento la mayor libertad del mundo. Hablo con los productores españoles y no me obligan a adaptar una novela ajena, me dicen que escriba lo que yo quiera. Es verdad que hace unos años tenías que meter personajes españoles sin que sufriera la historia, pero con el paso del tiempo es cada vez más facil hacerlo, por la cantidad de inversiones españolas en Argentina y la diáspora de argentinos a España. Es lo más normal del mundo en paises que acogen gente. Son paises con mucho intercambio. En Argentina hay "gallegos" en todo el siglo pasado. Hay cierto tipo de historias donde sí es difícil, pero son las menos".
Para el realizador argentino Adolfo Aristarain, mezclar cine y política es lo más fácil del mundo. Casi siempre lo ha hecho en sus películas. La última, "Lugares comunes", doblemente premiada en San Sebastián (mejor guión y actriz), triunfa estos días en la cartelera de su país y este viernes se estrena comercialmente en España. Federico Luppi y Mercedes Sampietro protagonizan una historia de amor y resistencia, de reflexión sobre la realidad y sentimientos, que indefectíblemente nos remite a obras anteriores como "Un lugar en el mundo" o "Martín (Hache)".
Sin embargo, Aristarain niega -en conversación exclusiva con NOTICINE.com- que tenga como muchos directores una tendencia a hacer siempre la misma película: "No, no estoy muy de acuerdo con eso. Es posible que haya puntos de contacto, pero en mi caso son totalmente involuntarios. Al escribir una nueva historia no vuelvo atrás para usar como punto de referencia cosas de anteriores películas. Uno reitera, es posible, los puntos que más te interesan en la vida, si haces las cosas con honestidad".
Todas las cintas citadas hasta ahora tienen por protagonista a Federico Luppi, a quién Aristarain asegura no siente como una especie de alter-ego: "No lo es, por una razón. Me han dicho que si son autobiográficas, y puedo decir que no, que nunca me ha pasado nada de lo que sale en esos títulos. No hablo por boca de Luppi. A veces, en "Lugares comunes", estoy de acuerdo con determinadas ideas de su personaje, pero otras en total desacuerdo. No tengo la postura politicamente desilusionada de Luppi, todo lo contrario. Soy optimista".
Así explica el cineasta argentino de raices vascas su visión de la actual situación política en su país: "Ahora soy más optimista que nunca. Creo que la gente ha tomado conciencia de quién es su enemigo. Hace 30 años decíamos que no eran sólo los militares, que detrás había todo un sector económico que manejaba los hilos para apropiarse del país. Y te decían zurdo o comunista... Ahora, en Buenos Aires, un taxista te cuenta ya que el enemigo es el Fondo Monetario Internacional, y determinados políticos argentinos. Todos tienen claro que si el país ha sido expoliado es porque ha habido muchos cómplices que han hecho grandes negocios y en consecuencia en las próximas elecciones de marzo no puede ganar ningún candidato que pretenda pagar la deuda externa al FMI. El que diga vamos a pagarla es un hijo de puta, que está indudablemente pagado por el fondo".
"El 80% de la deuda -añade- ha sido fabricado, es un robo, igual que lo de los depósitos del año pasado. Fue un robo estatalizar la deuda externa, en la época de los militares. Los grandes empresarios y parte de la Banca tomaron préstamos en el exterior, por 60 u 80.000 millones de dólares. Esa deuda la asumió el estado en lugar de que fueran los titulares quienes debían devolverla. Y ese dinero nunca se invirtió en el país, a veces ni llegó a entrar, se desvió a cuentas en Suiza u otros paises. Es impresionante como pueden robar tanto, porque el mío es un país muy rico y lo aguanto todo.
Para Aristarain, en las próximas elecciones de marzo de 2003 puede haber un vuelco político: "La que ha hecho el análisis más claro es Elisa Carrión, que viene del radicalismo, que por puro sentido común ha adoptado posturas de izquierda. Aunque va primera en las encuestas y puede ganar en Buenos Aires, el problema son las provincias, donde dominan los gobernadores justicialistas. Algunos políticos de este partido parece que podrían pactar con ella, pero con la oposición en las provincias, el país sería ingobernable".
Volviendo a la película, Adolfo Aristaraín quisiera que de cara al espectador el mensaje político y la emoción funcionen a la vez: "Por una cuestión de lógica va a impactar más el aspecto sentimental, porque es el que te llega visceralmente, más que las reflexiones y opiniones del personaje de Federico, que luego hace todo lo contrario de lo que dice. Tengo un amigo que la vió en Argentina y me dijo que he conseguido la emoción a través del intelecto".
En "Lugares comunes" se habla también de emigración. Su protagonista, Federico Luppi, en la vida real está cada vez más en España y menos en su propio país, y el propio Aristarain afirma no tener las cosas muy claras en este aspecto: "Me lo he planteado, instalarme fuera, pero nuestro oficio es muy atípico: me he acostumbrado a vivir donde hago las películas, un año lo pasé en Los Angeles cuando hice una película para Columbia. En España pasé 10 años en total. Resulta dificl decir donde me establezco, porque uno va dando saltos en función del trabajo".
En desacuerdo con la opinión de otros realizadores latinoamericanos, como el chileno Lübbert, Aristarain no admite que coproducir con España obligue a hacer concesiones inadmisibles, como introducir artificialmente personajes y actores de ese país: "Yo no lo siento como una imposición. Eso del colonialismo cultural español es una mentira. Siento la mayor libertad del mundo. Hablo con los productores españoles y no me obligan a adaptar una novela ajena, me dicen que escriba lo que yo quiera. Es verdad que hace unos años tenías que meter personajes españoles sin que sufriera la historia, pero con el paso del tiempo es cada vez más facil hacerlo, por la cantidad de inversiones españolas en Argentina y la diáspora de argentinos a España. Es lo más normal del mundo en paises que acogen gente. Son paises con mucho intercambio. En Argentina hay "gallegos" en todo el siglo pasado. Hay cierto tipo de historias donde sí es difícil, pero son las menos".