La animación en el Festival de Cine Francés en Cuba
- por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Lo más abundante en este 13 Festival de cine francés ha sido el dibujo animado. Varios programas han estado rot(d)ando por las varias salas capitalinas y de provincias donde a partir del 18 de junio y hasta esta primera semana de julio acontece en Cuba. Y si bien (no nos llamemos a engaño) dista esa de ser con mucho la manifestación genérica preferida, siempre hay cinéfilos que visitan y agradecen tales propuestas. Las tales, dicho sea y no de paso, han estado destinadas sobre todo al público adulto, aunque no han faltado por supuesto, films dirigidos a la infancia.
Agrupados en cuatro programas con el título genérico "Resueltamente animados", comprende "No somos máquinas", "Chiquilladas", "Entre perros y lobos" y "Cortos y no tan cortos"; como en todo lo visto al margen de géneros y tendencias, se aprecian irregularidades.
Coexisten aquí las líneas fundamentales de animación, que desde el punto de vista técnico demuestran un estimable desarrollo en esta escuela dentro de la producción francesa: desde los trazos convencionales, las técnicas más antiguas, hasta los proyectos digitales con imitaciones de rasgos y gestualidades humanas, pasando por la plumilla y otras técnicas pictóricas puestas en función del animé.
Desde el punto de vista expresivo conceptual, encontramos desde hondas preocupaciones ontológicas, que a veces llegan a la saturación y lo críptico, hasta divertimentos y verdaderos juguetes que demuestran ingenio y chispa, con lo cual las paletas de lo dramático, lo cómico y sus travesaños intermedios se encuentran también ampliamente representadas.
Para mencionar algunos títulos atendibles, situaríamos "Pájaros blancos, pájaros negros" (2003, Florence Miaihe), hermosa y gráfica alegoría de comportamientos humanos; "La caída del ángel" (2005, Geoffroy Barbet Massin) , de encomiable resolución entre su mensaje y su construcción morfológica; "El pequeño circo multicolor" (1986, Jacques-Rmy Girerd), que muestra imaginación e ingenio; "Ultimo aullido" (2004, David Devaux), dentro de la serie "perruna" o "Armonía cósmica" (2005, Jean-Marc Rohart), de notable empaque visual.
REGRESANDO A LA CARNE Y EL HUESO
Dentro de los últimos títulos no animados, sobresalen un par de thrillers: "La chica de Mónaco" (2007, Anne Fontaine) y "Sin dejar huellas" (2009, Grégoire Vigneron).
La relación tortuosa y perturbadora de una hermosa joven con un famoso abogado que trabaja en un complejo caso en esa mítica ciudad, y la intervención radical del guardaespaldas asignado al segundo para salvarlo del caos y la ruina que lo amenaza según el curso que toma ese affaire, da cuerpo a "La chica…". Sin embargo, más que los vaivenes del lance amoroso o el análisis de los personajes en él involucrados, lo que más parece interesarle a la directora (la misma de "Coco avant Chanell") es la personalidad del agente de seguridad, cuyo celo y rigor lo llevan incluso a comprometer su libertad y prestigio.
En ello la cinta se empariente bastante con la argentina "El custodio", de Rodrigo Moreno, aunque la francesa se aleje bastante de los códigos del llamado Nuevo nuevo cine para emprender una narrativa mucho más canónica, que si bien no alcanza cotas superlativas, al menos lleva con decoro la trama y los personajes, estos incorporados con su habitual maestría por dos pesos pesados de la escuela actoral gala (Fabrice Luchini y Roschdy Zem) y por la grácil y sensual Louise Bourgoin.
Mucho mejor amarrada, con un guión mucho más rico y una puesta también superior es "Sin dejar…", ópera prima de Gregoire Vignerot, en torno al cambio de 180 grados que opera en la vida de un rico ejecutivo cuando se encuentra con un viejo compañero de estudios que lo convence de visitar a un colega a quien robó la fórmula química sobre la cual se ha edificado su fortuna y prestigio, para pedirle perdón.
Aunque el desenlace es tan apresurado como discutible (cuando todo vuelve a girar radicalmente para bien en la vida del protagonista) y el guión parece justificarlo con la existencia de la suerte, todo el desarrollo exhibe un maduro y bien jalonado desarrollo de las cadenas de acciones, las peripecias de la historia y una eficaz plasmación que nos mantiene interesados e inquietos hasta el final.
Otro muy distinto es el caso de "El grano del cuscús", de Abdellatif Kechiche ( "La esquiva"), un ejemplo claro y contundente de cómo un relato interesante, caldo de cultivo para un excelente texto fílmico, se malogra por impericias directrices; problemáticas de la comunidad árabe en Francia, estudio de caracteres de los más diversos personajes relacionados por vínculos de parentesco o de afectos, legitimación de la familia alternativa, la importancia de la tenacidad y la iniciativa que pueden ser frustradas por la irresponsabilidad y la indolencia de otros, son algunos de los aspectos que pulsa la obra, mas la excesiva longitud (casi 3 horas!) con una cámara en mano reiterativa y molesta y los superfluos circunloquios dan al traste con los nobles objetivos del film.
El método, evidentemente improvisatorio que el director sugiere a sus actores logra en ocasiones espontaneidad y concentración del sujeto (los intercambios ante la mesa que permite fijas personalidades y posiciones ante la vida); otras se suma a esa carencia de límites, ese actuar por exceso (también literalmente) que abruma y satura, como cuando la esposa del hijo fornicario e irresponsable, repite hasta el cansancio, una y otra vez, sus quejas y amenazas ante el suegro.
"Por ella", "El secuestro" y la sonada "Coco Chanel e Igor Stravinski" son los títulos que restan, pero estos quedan para un comentario final.
Agrupados en cuatro programas con el título genérico "Resueltamente animados", comprende "No somos máquinas", "Chiquilladas", "Entre perros y lobos" y "Cortos y no tan cortos"; como en todo lo visto al margen de géneros y tendencias, se aprecian irregularidades.
Coexisten aquí las líneas fundamentales de animación, que desde el punto de vista técnico demuestran un estimable desarrollo en esta escuela dentro de la producción francesa: desde los trazos convencionales, las técnicas más antiguas, hasta los proyectos digitales con imitaciones de rasgos y gestualidades humanas, pasando por la plumilla y otras técnicas pictóricas puestas en función del animé.
Desde el punto de vista expresivo conceptual, encontramos desde hondas preocupaciones ontológicas, que a veces llegan a la saturación y lo críptico, hasta divertimentos y verdaderos juguetes que demuestran ingenio y chispa, con lo cual las paletas de lo dramático, lo cómico y sus travesaños intermedios se encuentran también ampliamente representadas.
Para mencionar algunos títulos atendibles, situaríamos "Pájaros blancos, pájaros negros" (2003, Florence Miaihe), hermosa y gráfica alegoría de comportamientos humanos; "La caída del ángel" (2005, Geoffroy Barbet Massin) , de encomiable resolución entre su mensaje y su construcción morfológica; "El pequeño circo multicolor" (1986, Jacques-Rmy Girerd), que muestra imaginación e ingenio; "Ultimo aullido" (2004, David Devaux), dentro de la serie "perruna" o "Armonía cósmica" (2005, Jean-Marc Rohart), de notable empaque visual.
REGRESANDO A LA CARNE Y EL HUESO
Dentro de los últimos títulos no animados, sobresalen un par de thrillers: "La chica de Mónaco" (2007, Anne Fontaine) y "Sin dejar huellas" (2009, Grégoire Vigneron).
La relación tortuosa y perturbadora de una hermosa joven con un famoso abogado que trabaja en un complejo caso en esa mítica ciudad, y la intervención radical del guardaespaldas asignado al segundo para salvarlo del caos y la ruina que lo amenaza según el curso que toma ese affaire, da cuerpo a "La chica…". Sin embargo, más que los vaivenes del lance amoroso o el análisis de los personajes en él involucrados, lo que más parece interesarle a la directora (la misma de "Coco avant Chanell") es la personalidad del agente de seguridad, cuyo celo y rigor lo llevan incluso a comprometer su libertad y prestigio.
En ello la cinta se empariente bastante con la argentina "El custodio", de Rodrigo Moreno, aunque la francesa se aleje bastante de los códigos del llamado Nuevo nuevo cine para emprender una narrativa mucho más canónica, que si bien no alcanza cotas superlativas, al menos lleva con decoro la trama y los personajes, estos incorporados con su habitual maestría por dos pesos pesados de la escuela actoral gala (Fabrice Luchini y Roschdy Zem) y por la grácil y sensual Louise Bourgoin.
Mucho mejor amarrada, con un guión mucho más rico y una puesta también superior es "Sin dejar…", ópera prima de Gregoire Vignerot, en torno al cambio de 180 grados que opera en la vida de un rico ejecutivo cuando se encuentra con un viejo compañero de estudios que lo convence de visitar a un colega a quien robó la fórmula química sobre la cual se ha edificado su fortuna y prestigio, para pedirle perdón.
Aunque el desenlace es tan apresurado como discutible (cuando todo vuelve a girar radicalmente para bien en la vida del protagonista) y el guión parece justificarlo con la existencia de la suerte, todo el desarrollo exhibe un maduro y bien jalonado desarrollo de las cadenas de acciones, las peripecias de la historia y una eficaz plasmación que nos mantiene interesados e inquietos hasta el final.
Otro muy distinto es el caso de "El grano del cuscús", de Abdellatif Kechiche ( "La esquiva"), un ejemplo claro y contundente de cómo un relato interesante, caldo de cultivo para un excelente texto fílmico, se malogra por impericias directrices; problemáticas de la comunidad árabe en Francia, estudio de caracteres de los más diversos personajes relacionados por vínculos de parentesco o de afectos, legitimación de la familia alternativa, la importancia de la tenacidad y la iniciativa que pueden ser frustradas por la irresponsabilidad y la indolencia de otros, son algunos de los aspectos que pulsa la obra, mas la excesiva longitud (casi 3 horas!) con una cámara en mano reiterativa y molesta y los superfluos circunloquios dan al traste con los nobles objetivos del film.
El método, evidentemente improvisatorio que el director sugiere a sus actores logra en ocasiones espontaneidad y concentración del sujeto (los intercambios ante la mesa que permite fijas personalidades y posiciones ante la vida); otras se suma a esa carencia de límites, ese actuar por exceso (también literalmente) que abruma y satura, como cuando la esposa del hijo fornicario e irresponsable, repite hasta el cansancio, una y otra vez, sus quejas y amenazas ante el suegro.
"Por ella", "El secuestro" y la sonada "Coco Chanel e Igor Stravinski" son los títulos que restan, pero estos quedan para un comentario final.