Colaboración: No solo de "Pan negro" se alimentan las mentiras
- por © NOTICINE.com
Por Eduardo Larrocha
Lo sabíamos - ya lo contamos en NOTICINE.com- desde que compitió por la Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, “Pan Negro” (“Pa Negre” en v.o.) está ambientada en un pequeño pueblo de Cataluña en 1944. Son tiempos más que difíciles para la mayoría, sobre todo para quienes no estaban en el bando ganador. La consecuencia moral de esta película va más allá de ser una historia de buenos y malos. Y eso que inicialmente parece tomar una deriva maniquea: los buenos son los “rojos” represaliados y los malos, claro, la Guardia Civil y los instalados del régimen que aunque sean de la tierra hablan castellano con soltura.
Una cierta confusión sobre el autor de un crimen hace dar un giro inesperado que cambia el sentido de lo que “Pan Negro” quiere contarnos. El crimen de la brutal secuencia inicial y la consecuente búsqueda del asesino es el hilo conductor de la película y marca también los géneros en los que podemos inscribirla. Ambivalencia de géneros que coadyuva a una cierta confusión de la trama y del ritmo emocional de “Pan Negro”. No sabemos si estamos ante un drama de suspense rural, una saga familiar, con niño de “prota” como el “Silencio roto” de Moncho Armendáriz o ante un “thriller político”. El crimen dolerá mucho en el alma militante de más de un espectador ya que nos hace a todos igual de malvados en situaciones difíciles. ¿Cómo la vida misma? A lo mejor no es para tanto y hay honrosas excepciones de dignidad.
Asistimos con esta producción española a un nuevo episodio del auge reciente del cine catalán que en todo caso conviene ver con subtítulos en castellano, salvo que dominemos la lengua de Tirant Lo Blanc. Parece que empezamos a acostumbrarnos a que el cine de esa Comunidad histórica cruce sus fronteras con su propia lengua y no en castellano, o en inglés, algo que han hecho con cierta frecuencia Ventura Pons o Isabel Coixet. No es la primera en catalán que llega en las últimas semanas a otras ciudades españolas. En las salas está actualmente otra película que viene de San Sebastián “Elisa K”. Insisto, auge promocional de aquel cine mientras el resto parece no ser tan aceptado por crítica y público, quizá por designios de distribuidoras y políticas nacionales. Sin ningún rubor ni compasión narcisista, no hace medio año hubo un abucheo desmedido contra “Una habitación en Roma”. La última de Julio Médem reposa ya en el olvido de las películas que han pasado -injustamente creo yo- sin pena ni gloria, en parte por culpa de la crítica nacional. Otro ejemplo reciente y parecido es “Amador” una película no perfecta, pero sí muy digna y emotiva de Fernando León de Aranoa. Se acusa al director madrileño de no estar a la altura de su inaugural “Familia”. Puede ser cierto, pero es como si a Cervantes sólo le consintiéramos reescribir “El Quijote”.
Tampoco “Pan negro” es “El Quijote” ni tan siquiera “El mar” o “Tras el cristal” –las primeros largos de Agustí Villalonga- pero ha sido bendecida por ser del gusto de crítica y público y encima el Festival de San Sebastián reconoció como mejor actriz a Nora Navas en el Palmarés oficial. Más que suficiente.
Desde esta semana “Pa Negre”, basada en la novela homónima de Emili Teixidor, estará en las salas de cine de algunas ciudades españolas. El espectador podrá valorar por sí mismo el interés de esta cinta correcta, algo confusa, sin ningún alarde narrativo especial, que indaga en el significado de la pérdida de ideales y las mentiras que construyen el mundo durante y después de una guerra, sobre todo civil, como la española de 1936.
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Lo sabíamos - ya lo contamos en NOTICINE.com- desde que compitió por la Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, “Pan Negro” (“Pa Negre” en v.o.) está ambientada en un pequeño pueblo de Cataluña en 1944. Son tiempos más que difíciles para la mayoría, sobre todo para quienes no estaban en el bando ganador. La consecuencia moral de esta película va más allá de ser una historia de buenos y malos. Y eso que inicialmente parece tomar una deriva maniquea: los buenos son los “rojos” represaliados y los malos, claro, la Guardia Civil y los instalados del régimen que aunque sean de la tierra hablan castellano con soltura.
Una cierta confusión sobre el autor de un crimen hace dar un giro inesperado que cambia el sentido de lo que “Pan Negro” quiere contarnos. El crimen de la brutal secuencia inicial y la consecuente búsqueda del asesino es el hilo conductor de la película y marca también los géneros en los que podemos inscribirla. Ambivalencia de géneros que coadyuva a una cierta confusión de la trama y del ritmo emocional de “Pan Negro”. No sabemos si estamos ante un drama de suspense rural, una saga familiar, con niño de “prota” como el “Silencio roto” de Moncho Armendáriz o ante un “thriller político”. El crimen dolerá mucho en el alma militante de más de un espectador ya que nos hace a todos igual de malvados en situaciones difíciles. ¿Cómo la vida misma? A lo mejor no es para tanto y hay honrosas excepciones de dignidad.
Asistimos con esta producción española a un nuevo episodio del auge reciente del cine catalán que en todo caso conviene ver con subtítulos en castellano, salvo que dominemos la lengua de Tirant Lo Blanc. Parece que empezamos a acostumbrarnos a que el cine de esa Comunidad histórica cruce sus fronteras con su propia lengua y no en castellano, o en inglés, algo que han hecho con cierta frecuencia Ventura Pons o Isabel Coixet. No es la primera en catalán que llega en las últimas semanas a otras ciudades españolas. En las salas está actualmente otra película que viene de San Sebastián “Elisa K”. Insisto, auge promocional de aquel cine mientras el resto parece no ser tan aceptado por crítica y público, quizá por designios de distribuidoras y políticas nacionales. Sin ningún rubor ni compasión narcisista, no hace medio año hubo un abucheo desmedido contra “Una habitación en Roma”. La última de Julio Médem reposa ya en el olvido de las películas que han pasado -injustamente creo yo- sin pena ni gloria, en parte por culpa de la crítica nacional. Otro ejemplo reciente y parecido es “Amador” una película no perfecta, pero sí muy digna y emotiva de Fernando León de Aranoa. Se acusa al director madrileño de no estar a la altura de su inaugural “Familia”. Puede ser cierto, pero es como si a Cervantes sólo le consintiéramos reescribir “El Quijote”.
Tampoco “Pan negro” es “El Quijote” ni tan siquiera “El mar” o “Tras el cristal” –las primeros largos de Agustí Villalonga- pero ha sido bendecida por ser del gusto de crítica y público y encima el Festival de San Sebastián reconoció como mejor actriz a Nora Navas en el Palmarés oficial. Más que suficiente.
Desde esta semana “Pa Negre”, basada en la novela homónima de Emili Teixidor, estará en las salas de cine de algunas ciudades españolas. El espectador podrá valorar por sí mismo el interés de esta cinta correcta, algo confusa, sin ningún alarde narrativo especial, que indaga en el significado de la pérdida de ideales y las mentiras que construyen el mundo durante y después de una guerra, sobre todo civil, como la española de 1936.
ENTREVISTA EXCLUSIVA CON AGUSTI VILLARONGA
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