El actor Juan Minujín habla de su debut como cineasta, "Vaquero"

por © E. Obregón/EscribiendoCine-NOTICINE.com
'Vaquero'
'Vaquero'
Con "Vaquero" (2011) el joven actor argentino Juan Minujín ("Zenitram", "Un año sin amor ") da su primer paso en la dirección de un largometraje. Presentado como apertura en el último BAFICI y en el Festival de Toronto, su film se instaura en la subjetividad de un actor que aspira a conseguir un importante papel en la película de un director extranjero. Lejos de construir un protagonista empático, Minujín creó un personaje con una consciencia revulsiva, irritante.

- La génesis de "Vaquero" está muy vinculada a su cortometraje "Huacho" (2007).
Cuando yo estaba terminando el corto ya estaba en contacto con el productor Diego Dubcovsky, que me había ayudado a terminarlo, dándome algunas latas. A él le había gustado el material, y me dijo que le parecía que podía ampliarse en un largo. De a poco, con mi hermano Facundo comenzamos a desarrollar primero un tratamiento. El link básicamente es la voz en off y el protagonista es un actor, va en esa línea. "Vaquero" es más narrativa que el corto, que no lo era. Eran impresiones sueltas de cosas.

- ¿Siempre le había interesado explorar el mundo de la actuación, a través de la voz en off de un personaje, marcando una fuerte distancia con su entorno?
Sí, me gusta la cosa escindida que un poco tenemos todos. Eso de estar en una situación social y por otro lado ir por un carril paralelo hacia donde va el fluir de la conciencia. A veces coinciden y muchas veces no coinciden para nada.

- ¿Cómo armó el casting de la película?

A casi todos los conocía. Para los personajes principales había trabajado con casi todos, en proyectos distintos y como compañero, como actor. En cosas de tele con Leonardo Sbaraglia y con Daniel Fanego, y en cosas de teatro con Pilar Gamboa y con Guillermo Arengo. En cine, con otros. Para algunos personajes hice casting, como en el caso de Sergio Pángaro y después Esmeralda Mitre y los personajes secundarios.

- Es muy interesante cómo el personaje aparece resentido de su profesión. Su vínculo con el placer está sumamente distanciado de lo que desea hacer, está actuando pero siente un profundo desprecio por sus compañeros. ¿Es algo que ve en el ambiente con frecuencia?

Sí, lo veo mucho no sólo en el ambiente de teatro. Hay muchos personajes que tienen una especie de auto-denigración permanente. Para mí era muy importante que el personaje no fuera un ser melancólico, sino alguien muy enojado. Es más violento que melancólico. Tiene ganas de prenderle fuego a todo, no de pedir que le den un lugar. Creo que hay mucha gente -no sólo en la actuación- que está enojada con su profesión, con lo que hace, con lo que hacen sus colegas. Todo el tiempo tiene la sensación de que tendría que tener otro lugar.

- Me resulta muy significativo que la trama del film que el personaje está haciendo lo muestre siempre al borde de la muerte. ¿Siempre le atrajo la idea de mostrarlo sometido?
Sí, un poco sí. En realidad me gustaba la idea la idea de que hubiera dos actores principales resolviendo un crimen, con toda una escena muy larga mientras el actor secundario estuviera tirado, en un charco de sangre, medio como referencia. A lo mejor estaba toda la jornada tirado ahí, mientras que los otros actuaban. Me parecía divertido y que graficaba algo de forma sutil. Y a partir de ahí fuimos armando la trama de un policial negro de los 50 en donde el personaje que yo hago es un reo y Sbaraglia y Esmeralda Mitre son dos supuestos detectives que están tratando de sacarle información a este tipo al que finalmente matan por ahí. Y me parecía que si no subrayábamos mucho podía sumar, porque si subrayábamos de más iba a ser demasiado ilustrativo.

- ¿Qué creé que le pasa a su personaje, para finalmente tener un vínculo tan lateral con todos? Con su padre, son sus compañeros, con las mujeres. El único grado de concentración que tiene es conseguir ese papel, pese a cometer un error tan grosero que no vamos a desvelar.

Lo que le pasa con la profesión le pasa con todo. Está muy incómodo, no encuentra un lugar ni con las mujeres ni con su familia ni con sus colegas. Hay algo que me interesaba de ver cómo era supuestamente un hombre en esta sociedad, qué lo que se espera de una persona exitosa y que afectivamente tenga las cuestiones resueltas. Este personaje está en las antípodas de esto, ni siquiera con la vestuarista que es la única ventana que se le abre y él no puede aprovechar.

- Hizo varios trabajos en cine, recuerdo sobre todo su protagónico absoluto en "Un año sin amor" (Anahí Berneri, 2004). En cuanto a la formación en la dirección, ¿estudió en alguna escuela o se valió del aprendizaje como actor?

Mi acercamiento es puramente como actor. Nunca ocupé un rol técnico en los rodajes. Hice el cortometraje. No estudié cine, me rodeé de gente que tenía mucha experiencia en los rodajes.

- En "Vaquero" hay dos elecciones formales muy importantes: el primer plano y la voz en off. ¿Siempre estuvo tan vinculada la forma al contenido en su film?
Sí, la verdad es que sí. El monólogo interior venía desde el guión, mientras lo reescribía traté de que los textos no repusieran nada de la información de la película, de que uno pudiera verla sin el off. Y de hecho un par de veces le sacamos todo. En cuanto a la cámara en mano, la idea era estar muy, muy cerca del personaje. Lo más cerca posible. El mismo eje que usamos para el montaje, por momentos quedaban muchas cosas afuera. No tenía ganas de montar un plano y contraplano, quise ser un poco más radical con el punto de vista. La cámara fija me resultaba demasiado objetiva. Hay algo en relación a una sobre-escritura de lo mismo, en el sentido de que yo actúo y dirijo, también soy actor. Necesariamente me parece que tenía que estar la cámara muy encima del personaje.

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