Ricardo Darín habla de su experiencia "religiosa" en "Elefante blanco"

por © Alta Films-NOTICINE.com
Darín, con Gusman, Trapero y Renier
Darín, con Gusman, Trapero y Renier
Después de una exitosa andadura comercial en Argentina, llega esta semana a las salas españolas el drama de Pablo Trapero "Elefante blanco", en la que al lado del belga Jérémie Renier y Martina Gusman, Ricardo Darín interpreta a un veterano sacerdote bregado en las causas sociales. Se trata de un nuevo personaje emblemático en la exitosa carrera del astro argentino-español, cuyos últimos hitos han sido "Un cuento chino" y "El secreto de sus ojos". En esta entrevista, Darín habla sobre su nueva experiencia con Trapero, Gusman y un guión coescrito por el director con Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre, todos ellos cómplices en "Carancho".

-  "Elefante blanco" retrata un contraste entre diferentes estamentos de la Iglesia católica que conlleva la frustración de los personajes protagonistas, porque su sacrificio parece no rendir sus frutos...
No soy el más indicado para hacer un análisis sobre la estructura eclesiástica ni de su funcionamiento. De todos modos creo mucho en el trabajo que se hace persona a persona en contacto directo de uno con otro. Creo que el trabajo pastoral, por lo que he tenido oportunidad de ver, se centra especialmente en este aspecto, en aquellas cosas que se pueden cambiar, que se pueden mejorar. Existe, no me cabe duda, una cierta resignación frente a aquellas cosas que no se resuelven pero de todos modos el esfuerzo es válido. Si hay algo que aprendí mientras trabajaba en este rodaje es precisamente eso: el extraordinario valor que tiene una persona en una comunidad afrontando los conflictos personalmente, poniendo el cuerpo en ello y no solo tratando de dar lo mejor de sí, sino tratando en muchos casos tratando de ser nexo de soluciones. Creo que esa es la única salida que nos queda a los seres humanos frente a la falta institucional. Pero esto va más allá de una crítica a la Iglesia en sí: me refiero especialmente a las personas que están dentro de esos sacerdotes, dentro de esos curas, que hacen su trabajo sin medir ni horarios, ni días, sin tener descansos, sin tomar vacaciones. Solamente por vocación, por convicción y por fe.

- ¿Cuál es su personal opinión sobre la labor social de la Iglesia y los llamados "curas obreros"?

El compromiso social de la gente que trabaja por el bien de los demás sean curas obreros, sean curas villeros, sean sacerdotes de a pie o como queramos llamarlos, me produce una gran admiración y un cimbronazo de amor. El hecho de que haya personas que están permanentemente preocupadas por los demás, por atender a los demás, por servir a los demás, por dedicar su vida a los demás, es algo que para muchos de nosotros es inabarcable como concepto, porque vivimos en comunidades y civilizaciones que dan preferencia al individualismo, al sálvese quien pueda. Ese contraste es lo que precisamente hace que me produzcan tanta admiración las personas que no miden consecuencias y que dedican su vida a los demás

- Su personaje dice en un momento de la película: "Si queremos que pase algo, tenemos que movernos". ¿Tiene vigencia ese mensaje en unos tiempos donde se fomenta la desmovilización y el egocentrismo?
Bueno, la realidad del siglo XXI es difícil de analizar sobre todo porque lo estamos atravesando y no tenemos distancia. Es difícil ser objetivo. Están pasando cosas todos los días que van a producir cambios y modificaciones sustanciales. La idea, el espíritu y alma de esa frase apunta especialmente a no quedarnos recluidos solo, pura y exclusivamente en aquella cosa que creemos que debemos hacer. Siempre hay que hacer algo más; hay que esforzarse y hay que comprometerse a fondo con las cosas en las que uno cree. Tratándose de sacerdotes, lo que está haciendo mi personaje en ese momento es esgrimir una amable provocación frente al obispo. En una estructura como la eclesiástica, salvo honrosas excepciones, normalmente la tendencia es a que nada se modifique demasiado, hay un matiz conservador sobre las estructuras. Así que creo que a eso apunta la frase, a provocar algo en el espíritu joven o rebelde que alguna vez anidó dentro del obispo, en su juventud o apelando a su sentimiento más abierto, más sensible.

- ¿Cómo cree que Pablo Trapero estructura a su personaje y al resto?

Pablo empieza a encauzar a los personajes ya desde la escritura misma del guión con sus coescritores. El perfil del personaje se empieza a dar desde su propia gestación.  Después, entre director y actor hay un proceso de acercamiento, de investigación y de afinación para tratar de llegar a lo que creemos es territorio más cercano a la zona donde se mueve el personaje. Después, lo que queda es un trabajo de campo en el rodaje mismo, afinando y ajustando. Pablo confía muchísimo en lo que ocurre en el campo de trabajo. Muchas veces la modificación que sufre un personaje, en el traslado del papel de la letra escrita a estar de pie quieto en una escena, es sustanciosa porque el contexto y el entorno obligan a que uno reacomode las piezas.

- Háblenos de sus dos compañeros de elenco...
Darín, con Gusman, Trapero y RenierTodo encuentro entre actores en un elenco siempre es como un salto al vacío porque uno no está muy a cargo o muy enterado de con quién se va a encontrar, y esa es la parte más vertiginosa y la más rica, más jugosa si se quiere, es lo que hace que conozcamos nuevas personas y que se amplíe nuestro horizonte. Martina Gusman es ya una colega, compañera de ruta y en "Elefante blanco" hacemos de dos personas que se conocen de hace mucho tiempo y que han recorrido cierto camino juntos, así que no nos costó mucho hacer eso porque en nuestra vida real prácticamente es un poco eso lo que hemos hecho. Así que en el caso de Martina lo que hicimos fue, creo yo, meter mano a una mochila compartida que hemos construido juntos en el pasado cuando hicimos "Carancho". En esta oportunidad pudimos tener la suerte de entendernos con una mirada, de escuchar bien nuestros silencios. Eso es algo que nos lo ganamos por derecho, por haber construido bien nuestra vinculación en épocas anteriores. El caso de Jérémie es absolutamente distinto porque nos conocimos cuando ya estábamos a cargo de la responsabilidad de tener que construir los personajes. Pero a través del tiempo nos dimos cuenta de que tenemos muchas cosas en común, en muchos aspectos. Somos dos tipos muy parecidos de dos generaciones distintas y nos hemos hecho muy amigos por el contacto cotidiano y la responsabilidad del trabajo compartido con el agravante de tener complicaciones, amables complicaciones por el tema del idioma.

- ... Detállenos cómo ese aspecto idiomático les ha afectado.

Construimos un lenguaje particular que se compone de algunas partes de inglés, otras de español y otras de castellano más muchas otras partes de miradas, sonrisas, sonidos, chistes y ruidos que solamente él y yo comprendemos. Eso nos hermanó, nos generó una sensación de fraternidad muy propia para encarar a los dos personajes porque, dicho sea de paso, son dos muy muy amigos en la historia. Es como si el destino nos hubiese puesto este desafío para ponernos a prueba. Será cuestión de preguntarle al destino cómo nos fue, pero creo que le jugamos una mala pasada porque nos hemos divertido mucho aun teniendo que atravesar situaciones muy duras. Ahí es donde uno nota la complicidad, cuando sabe que puede contar con el otro. Yo sentí eso y sé que él sintió eso por mi parte.

- Para terminar, qué se ha llevado consigo del rodaje de "Elefante blanco"

Particularmente, reflexiono cada vez que puedo, y no precisamente por un trabajo o mi compromiso dentro de un rodaje. Soy de naturaleza reflexiva, permanentemente someto a revisión incluso algunos principios que pretendo defender porque el mundo está siempre en movimiento y vamos cambiando y aferrarnos a algunos conceptos alejados en el tiempo puede significar, en algunos casos, un error muy grande. De hecho, la Iglesia comete errores muy grandes, aferrándose a viejos conceptos por no querer entender los males, a los que se ve sometida la población muchas veces, sobre todo las mujeres, y por no querer entender que hay ciertos aspectos que han cambiado mucho. En Perú tuvimos la posibilidad de contrastar lo que es la miseria urbana con la miseria en estado natural. Tuvimos oportunidad de ver poblaciones sumergidas en situaciones de indigencia pero en un contexto totalmente distinto, rodeados de la selva amazónica y por sus calles en vez de pasar tierra o piedras o polvo pasa agua porque hay ciudades montadas sobre agua, porque el ser humano busca… su primer impulso es tratar de proteger a su prole, para eso necesita un techo, una cueva, un cobijo. Y sea cual sea el lugar donde se desarrolla esa necesidad siempre recurre a lo que se tiene más al alcance. En Iquitos, en el norte de Perú, tuvimos oportunidad de conocer una ciudad prácticamente construida sobre el agua. Y lo loco, lo mágico de la vida, es que a pesar de todo lo que a nosotros nos puede impactar, ya sea en la villa Ciudad Oculta, en la villa 31, en la Rodrigo Bueno, en la 1-11-14 o en todas las villas de la Argentina, en todas las favelas de Brasil, en todas las villas de emergencia que hay desparramadas por toda Latinoamérica o en una ciudad emplazada sobre el agua, es que ahí hay felicidad, hay amor, crecen y nacen niños todos los días, hay gente que se enamora, que confía en el futuro, que trabaja. Hay gente decente, gente honorable, gente muy educada, muy instruida. Hay gente que mira para adelante y trata de que en esa mirada se pueda reflejar lo que espera para sus hijos el día de mañana, así que mi respeto para todos ellos.

SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK... O SIGUENOS A TRAVÉS DE TWITTER: @NOTICINEcom