Muere la gran actriz española Aurora Bautista
- por © Redacción-NOTICINE.com
Dos personajes marcaron un hito en la trayectoria fílmica, no tan amplia, de la actriz española Aurora Bautista, fallecida en la madrugada de este martes en una clínica madrileña, a los 86 años, víctima de una infección. Dos mujeres, una real, Juana la Loca, y otra ficticia, Tula, que forman parte de la historia con mayúsculas del cine español, en las películas "Locura de amor" (Juan de Orduña, 1950) y "La tía Tula" (Manuel Picazo, 1964). Su entierro tendrá lugar este miércoles en la Sacramental de San Justo, también en la capital española, donde residía.
Nacida en Villanueva de los Infantes, Valladolid, el 15 de octubre de 1925, Bautista perteneció a esa generación española cuya infancia y adolescencia fueron truncadas por la Guerra Civil y la postguerra. Desde Madrid, donde vivió hasta el golpe de estado franquista y el consiguiente conflicto bélico, se traslado junto a su familia a Aracena, Murcia, y de allí a Barcelona, donde pasaría su adolescencia.
Tras cursar el bachillerato, su vocación por el Arte Dramático la llevó a frecuentar el Instituto del Teatro de Barcelona, pero empezó a brillar ya en los escenarios madrileños, a mediados de los años 40, primero con la compañía de Lola Membrives en la capital catalana y luego en el Teatro Español de Madrid, con la obra "El Sueño de una Noche de Verano" de William Shakespeare, en versión de Cayetano Luca de Tena. Juan de Orduña la hizo debutar en la gran pantalla en "Locura de amor", como Juana la Loca, papel que marcaría buena parte de su trayectoria y por el que fue premiada por el Círculo de Escritores Cinematográficos y el oficial Sindicato Nacional del Espectáculo.
"Estando en el Teatro Español -recordaba la fallecida actriz en una entrevista para el boletín de la Unión de Actores, hace dos años- vino a vernos Juan de Orduña y al acabar me dijo: "¿Te gustaría hacer cine?" Y yo le dije: "¡Sí!", aunque no sabía, y él dijo: "No te preocupes, te voy a enseñar". Me hizo una prueba con una de las escenas más difíciles y se fue con la prueba a CIFESA y allí dijo: "Ya tengo a la actriz." Dijeron que no. Pero entonces les propuso: "Pues pago yo los primeros 15 días de la película y si no vale, le hacemos un regalito y que se vaya a su casa". Y me aceptaron. Eso me lo contó tiempo después".
El personaje se encarnó en la actriz y la mujer, y desde entonces Bautista dio vida sobre todo a mujeres fuertes, que respondían con entereza a la adversidad, y que podían rivalizar con cualquier hombre en determinación y resistencia.
De Orduña le dió otros dos personaje emblématicos de mujer valiente y rebelde, el de Agustina de Aragón en la cinta del mismo título (1953) y el de "Teresa de Jesús" (1961).
Tal vez la escasez de este tipo de papeles en el cine restaron presencias de la actriz castellana en la gran pantalla, por lo que frecuentó más las tablas, tanto en España como el América Latina, especialmente en México. Ello no evitó que en los años 50 y 60 participara en películas del mismo Juan de Orduña, Juan Antonio Bardem, Tulio Demicheli, Manuel Mur Oti o Luis Lucía.
Miguel Picazo la dirigió en "La tía Tula" (1964), adaptación de una obra de Juan de Unamuno, film que rompió esquemas a pesar del peso de la censura en la época, que dejó varios metros de película fuera de la copia final. En ella representaba a una mujer madura y solterona que debía luchar por mantenerse firme en sus convicciones morales, en medio de una sociedad provinciana e hipócrita, y frente al acoso masculino. "Fueron implacables los de la censura, y Miguel Picazo sufrió mucho por eso. Metieron demasiada tijera en la película, porque parecía molestarles mucho, lo consideraban todo como muy pecaminoso", recordaba Bautista en declaraciones publicadas por el blog La Caja de Pandora. Sin embargo, la actriz no recuerda una especial dificultad para convertirse en Tula: "No me costó meterme en su piel, porque era un personaje que estaba ya muy definido, muy bien construído".
En los años siguientes hizo casi más cine fuera, especialmente en Italia, que en España, y se dedicó más al teatro, hasta que volvió a prodigarse en la gran pantalla con papeles de menor relevancia en la segunda mitad de los años 80, en películas como "Divinas palabras" (José Luis García Sánchez, 1987), "El polizón del Ulises" (Javier Aguirre, 1987) o "Amanece que no es poco" (José Luis Cuerda, 1988). Su última aparición fue en la película coral "Tiovivo c. 1950" (José Luis Garci, 2004).
Preguntada en la entrevista de la web de la Unión de Actores sobre su mejor recuerdo profesional, Aurora Bautista prefirío referirse al teatro, donde se atrevió a "reestrenar" a Lorca -con "Yerma"- por primera vez tras la Guerra Civil, en 1960: "Interpretar una obra de Lorca en plena dictadura fue maravilloso. La familia Lorca estaba muy herida y no quería que se hicieran obras de su pariente mientras viviera Franco. Nosotros deseábamos hacerla y les decíamos: "el pueblo español qué culpa tiene ¿no?", entonces quedaron un poco más convencidos y dijeron que si se hacía "una Yerma", que la hiciera yo. La realizamos primero en Italia de la mano de Menotti que organizaba el Festival de Ambos Mundos y después la estrenamos en Madrid en el Teatro Eslava. Fue tan emocionante, con cestas de claveles en el escenario y todo el mundo cantando: "¡Federico!, ¡Federico!", fue un gran acontecimiento, los guardias civiles estaban todos en la puerta del teatro, debían pensar que íbamos a hacer una revolución, y adentro ya no cabía nadie, estaban llenas hasta las escaleras. Aquel fue el momento más intenso de mi carrera".
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Nacida en Villanueva de los Infantes, Valladolid, el 15 de octubre de 1925, Bautista perteneció a esa generación española cuya infancia y adolescencia fueron truncadas por la Guerra Civil y la postguerra. Desde Madrid, donde vivió hasta el golpe de estado franquista y el consiguiente conflicto bélico, se traslado junto a su familia a Aracena, Murcia, y de allí a Barcelona, donde pasaría su adolescencia.
Tras cursar el bachillerato, su vocación por el Arte Dramático la llevó a frecuentar el Instituto del Teatro de Barcelona, pero empezó a brillar ya en los escenarios madrileños, a mediados de los años 40, primero con la compañía de Lola Membrives en la capital catalana y luego en el Teatro Español de Madrid, con la obra "El Sueño de una Noche de Verano" de William Shakespeare, en versión de Cayetano Luca de Tena. Juan de Orduña la hizo debutar en la gran pantalla en "Locura de amor", como Juana la Loca, papel que marcaría buena parte de su trayectoria y por el que fue premiada por el Círculo de Escritores Cinematográficos y el oficial Sindicato Nacional del Espectáculo.
"Estando en el Teatro Español -recordaba la fallecida actriz en una entrevista para el boletín de la Unión de Actores, hace dos años- vino a vernos Juan de Orduña y al acabar me dijo: "¿Te gustaría hacer cine?" Y yo le dije: "¡Sí!", aunque no sabía, y él dijo: "No te preocupes, te voy a enseñar". Me hizo una prueba con una de las escenas más difíciles y se fue con la prueba a CIFESA y allí dijo: "Ya tengo a la actriz." Dijeron que no. Pero entonces les propuso: "Pues pago yo los primeros 15 días de la película y si no vale, le hacemos un regalito y que se vaya a su casa". Y me aceptaron. Eso me lo contó tiempo después".
El personaje se encarnó en la actriz y la mujer, y desde entonces Bautista dio vida sobre todo a mujeres fuertes, que respondían con entereza a la adversidad, y que podían rivalizar con cualquier hombre en determinación y resistencia.
De Orduña le dió otros dos personaje emblématicos de mujer valiente y rebelde, el de Agustina de Aragón en la cinta del mismo título (1953) y el de "Teresa de Jesús" (1961).
Tal vez la escasez de este tipo de papeles en el cine restaron presencias de la actriz castellana en la gran pantalla, por lo que frecuentó más las tablas, tanto en España como el América Latina, especialmente en México. Ello no evitó que en los años 50 y 60 participara en películas del mismo Juan de Orduña, Juan Antonio Bardem, Tulio Demicheli, Manuel Mur Oti o Luis Lucía.
Miguel Picazo la dirigió en "La tía Tula" (1964), adaptación de una obra de Juan de Unamuno, film que rompió esquemas a pesar del peso de la censura en la época, que dejó varios metros de película fuera de la copia final. En ella representaba a una mujer madura y solterona que debía luchar por mantenerse firme en sus convicciones morales, en medio de una sociedad provinciana e hipócrita, y frente al acoso masculino. "Fueron implacables los de la censura, y Miguel Picazo sufrió mucho por eso. Metieron demasiada tijera en la película, porque parecía molestarles mucho, lo consideraban todo como muy pecaminoso", recordaba Bautista en declaraciones publicadas por el blog La Caja de Pandora. Sin embargo, la actriz no recuerda una especial dificultad para convertirse en Tula: "No me costó meterme en su piel, porque era un personaje que estaba ya muy definido, muy bien construído".
En los años siguientes hizo casi más cine fuera, especialmente en Italia, que en España, y se dedicó más al teatro, hasta que volvió a prodigarse en la gran pantalla con papeles de menor relevancia en la segunda mitad de los años 80, en películas como "Divinas palabras" (José Luis García Sánchez, 1987), "El polizón del Ulises" (Javier Aguirre, 1987) o "Amanece que no es poco" (José Luis Cuerda, 1988). Su última aparición fue en la película coral "Tiovivo c. 1950" (José Luis Garci, 2004).
Preguntada en la entrevista de la web de la Unión de Actores sobre su mejor recuerdo profesional, Aurora Bautista prefirío referirse al teatro, donde se atrevió a "reestrenar" a Lorca -con "Yerma"- por primera vez tras la Guerra Civil, en 1960: "Interpretar una obra de Lorca en plena dictadura fue maravilloso. La familia Lorca estaba muy herida y no quería que se hicieran obras de su pariente mientras viviera Franco. Nosotros deseábamos hacerla y les decíamos: "el pueblo español qué culpa tiene ¿no?", entonces quedaron un poco más convencidos y dijeron que si se hacía "una Yerma", que la hiciera yo. La realizamos primero en Italia de la mano de Menotti que organizaba el Festival de Ambos Mundos y después la estrenamos en Madrid en el Teatro Eslava. Fue tan emocionante, con cestas de claveles en el escenario y todo el mundo cantando: "¡Federico!, ¡Federico!", fue un gran acontecimiento, los guardias civiles estaban todos en la puerta del teatro, debían pensar que íbamos a hacer una revolución, y adentro ya no cabía nadie, estaban llenas hasta las escaleras. Aquel fue el momento más intenso de mi carrera".
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