Crítica: "Por un tiempo", otra oportunidad
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Por José Carlos Donayre
"Por un tiempo" (2013), dirigida por el actor argentino Gustavo Garzón, es una película dramática sobre el desafío de la paternidad y todos los estados que eso conlleva. Con un estilo sobrio y sutil sin nunca caer en un exceso trágico ni caótico, es también la historia de la aceptación de las responsabilidades del pasado y cómo una acción anterior puede significar un cambio radical en el presente.
Paternidad y responsabilidad se abren en un argumento que nunca decae en hoyos profundos aún cuando el tema lo podría ameritar. Por el contrario trata de mantener, todo el tiempo, una solvencia ágil y de linealidad horizontal: Leandro (Esteban Lamothe) y Silvina (Ana Katz) están en su mejor momento y, después de muchos intentos, se preparan para tener su primer bebé. Tienen toda una vida ya cimentada. Llenos de felicidad, se siente listos para adentrarse en esa nueva aventura como padres. Sin embargo, Leandro recibe una llamada y le dicen que tiene que hacerse cargo de una hija que tuvo con una mujer en el pasado. La noticia de que es padre sumada a la llegada de esta niña preadolescente (Mora Arenillas), quien atraviesa problemas de comunicación e insociabilidad, harán que la vida de Leandro y Silvina ingrese en un momento de caos y resquebrajamiento del cual tendrán que ver cómo sobrevivir para mantenerse juntos.
Es sumamente atrayente la manera como aparece la niña. Con su silencio y fisionomía, con el pelo que le cubre el rostro y una postura inquietante, dándo un aire de cine de terror al relato. Pero, y debido a que no se quiere perder el nivel tenue y natural, la película se mantiene alejada de un registro de misterio y ofuscación. Opta en cambio por una explicación más realista.
Y es que precisamente lo que no se quiere perder es el realismo. Podría decirse que las escenas intentan ser fieles a la realidad sin adentrarse a ninguna subjetividad precisa. Es decir que ningún punto de vista o ninguna psicología arman la historia (lo cual podría significar el “deformar” o desconfiar de lo que vemos). En este caso se trata de tener una narración objetiva donde el espectador sea un testigo de las distintas situaciones. Y por ello que la cámara siempre se mantenga sobre dos o más personajes. Todo sobre un nivel descriptivo. Aunque no se puede negar, claro está, que el gran organizador de la acción es Leandro.
Sin llegar a ser una película impactante ni una completa revelación, Por un tiempo deja en claro su propósito de cautivar con imágenes que apelen a la emoción. Cabe resaltar también que el tener la historia de una pareja que, en principio, tenían todo bien construido y que repentinamente deben convivir con un problema (produciéndoles peleas y nuevas oportunidades), es seductor pero al mismo tiempo podría volverse tedioso y repetitivo. No obstante, logra salir airosa pues consigue nuevos matices desde el momento en que la niña irrumpe de manera obligatoria.