México no olvida a Chano Urueta, creador del "cine de luchadores"
- por © Correcamara.com-NOTICINE.com
Hace unos días, en un conocido casino de la Avenida Insurgentes Sur, se volvió a homenajear a Chano Urueta, director de la Época de Oro del Cine Mexicano, padre del cine de luchadores, uno de los géneros auténticamente mexicanos, a través de la película "La bestia magnifica (lucha libre)" de 1952. Ocurrió en coincidencia con el aniversario número 114 de su nacimiento, en un acto convocado por su nieto, Marco Urueta, también productor y director, en un evento que reunió a una serie de destacadas personalidades del cine y del teatro.
Chano Urueta, nacido el 24 de febrero de 1904 y fallecido el 23 de marzo de 1979, dirigió 117 películas, realizó una de las mejores adaptaciones, a nivel mundial, del clásico de Alejandro Dumas, "El conde de Montecristo", en 1941, trabajó al lado del músico Silvestre Revueltas en "La noche de los mayas" (1939), actuó en películas como "The Wild Bunch" (1969), de Sam Peckinpah y fue citado por Luis Buñuel en su libro de memorias "Mi último suspiro", como uno de los buenos directores mexicanos (que llevaba al cinto un Colt porque "nunca se sabe lo que puede pasar"); tiene, en su extensa filmografía, varios títulos hoy emblemáticos del revalorizado cine fantástico y de terror mexicano, como la trilogía granguiñolesca "El jinete sin cabeza", "La cabeza de Pancho Villa" y "La marca de Satanás" (todas del año 1957), "El barón del terror" o "El espejo de la bruja" (ambas de 1962) y el lanzamiento de la otra gran leyenda del ring, Blue Demon, en el título "El demonio Azul" de 1965.
El también abuelo del luchador Blue Demon Jr., fue el realizador que descubrió a la jovencísima actriz cubana y debutante, María Teresa Sánchez González, dándole un papel principal en la película "No matarás" de 1943, sugiriéndole cambiar su nombre por el de Carmen, a cuyo nombre, el otro protagonista, Emilio Tuero, añadió el apellido Montejo, por haber sido este el nombre del hotel en el cual ella se había hospedado a su arribo a México; dicha cinta fue proyectada en el homenaje, junto a un detrás de cámaras inédito en el que se ve a Urueta dirigiendo a Ana Luisa Peluffo, construyendo sus propios autos de carreras (como un "Urueta especial"), pasatiempo que lo ocupaba después de filmar y que usaba para competir en la carrera panamericana y, finalmente, lo que revela sus amplísimos intereses intelectuales, pintando una obra en el caballete.
Para finalizar la velada, Marco Urueta presentó el elenco de su ópera prima "El llanto del alcatraz", próxima a rodarse, y que tratará sobre el amor incondicional entre una abuela y su nieto, y que estará formado por Álvaro Guerrero, Guadalupe Rammath, Jorge Medina, Moisés Cardez, Manrique Ferrer, Jessi Trejo, el joven Raymundo Velazli, el primer actor Alejandro Tomassi, y el regreso al cine mexicano de Delia de la Peña (ahora conocida como Gabriela Peña, recordada actriz infantil en cintas como "Mujercitas", "El ministro y yo" con Cantinflas, la cinta de horror "La noche de los mil gatos" o "La ley del Monte" con Vicente Fernández) después de 30 años de ausencia.
Se trató de un homenaje muy emotivo (en el que se destacó el talento y versatilidad de Chano Urueta), el anuncio de la continuidad de la dinastía Urueta en la creación cinematográfica mexicana y la espera de que, pronto, eventos como este tengan eco en otro homenaje, con un trabajo de investigación profundo y amplio, como necesario, en la Cineteca Nacional.
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Chano Urueta, nacido el 24 de febrero de 1904 y fallecido el 23 de marzo de 1979, dirigió 117 películas, realizó una de las mejores adaptaciones, a nivel mundial, del clásico de Alejandro Dumas, "El conde de Montecristo", en 1941, trabajó al lado del músico Silvestre Revueltas en "La noche de los mayas" (1939), actuó en películas como "The Wild Bunch" (1969), de Sam Peckinpah y fue citado por Luis Buñuel en su libro de memorias "Mi último suspiro", como uno de los buenos directores mexicanos (que llevaba al cinto un Colt porque "nunca se sabe lo que puede pasar"); tiene, en su extensa filmografía, varios títulos hoy emblemáticos del revalorizado cine fantástico y de terror mexicano, como la trilogía granguiñolesca "El jinete sin cabeza", "La cabeza de Pancho Villa" y "La marca de Satanás" (todas del año 1957), "El barón del terror" o "El espejo de la bruja" (ambas de 1962) y el lanzamiento de la otra gran leyenda del ring, Blue Demon, en el título "El demonio Azul" de 1965.
El también abuelo del luchador Blue Demon Jr., fue el realizador que descubrió a la jovencísima actriz cubana y debutante, María Teresa Sánchez González, dándole un papel principal en la película "No matarás" de 1943, sugiriéndole cambiar su nombre por el de Carmen, a cuyo nombre, el otro protagonista, Emilio Tuero, añadió el apellido Montejo, por haber sido este el nombre del hotel en el cual ella se había hospedado a su arribo a México; dicha cinta fue proyectada en el homenaje, junto a un detrás de cámaras inédito en el que se ve a Urueta dirigiendo a Ana Luisa Peluffo, construyendo sus propios autos de carreras (como un "Urueta especial"), pasatiempo que lo ocupaba después de filmar y que usaba para competir en la carrera panamericana y, finalmente, lo que revela sus amplísimos intereses intelectuales, pintando una obra en el caballete.
Para finalizar la velada, Marco Urueta presentó el elenco de su ópera prima "El llanto del alcatraz", próxima a rodarse, y que tratará sobre el amor incondicional entre una abuela y su nieto, y que estará formado por Álvaro Guerrero, Guadalupe Rammath, Jorge Medina, Moisés Cardez, Manrique Ferrer, Jessi Trejo, el joven Raymundo Velazli, el primer actor Alejandro Tomassi, y el regreso al cine mexicano de Delia de la Peña (ahora conocida como Gabriela Peña, recordada actriz infantil en cintas como "Mujercitas", "El ministro y yo" con Cantinflas, la cinta de horror "La noche de los mil gatos" o "La ley del Monte" con Vicente Fernández) después de 30 años de ausencia.
Se trató de un homenaje muy emotivo (en el que se destacó el talento y versatilidad de Chano Urueta), el anuncio de la continuidad de la dinastía Urueta en la creación cinematográfica mexicana y la espera de que, pronto, eventos como este tengan eco en otro homenaje, con un trabajo de investigación profundo y amplio, como necesario, en la Cineteca Nacional.
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