"Un mexicano en la luna", del rumor a la gran pantalla
- por © Redacción (México)-NOTICINE.com
Un rumor se extendía por Comala, Colima, en el cálido julio de 1969. Mientras el mundo contenía el aliento ante la inminente llegada del hombre a la luna, un chisme local prometía cambiar la historia: Neil Armstrong, el astronauta que pronto caminaría sobre el satélite, no era estadounidense de nacimiento, sino mexicano. Esta es la chispa que enciende la trama de "Un mexicano en la luna", una película que se estrena este jueves.
El periodista Simón González, interpretado por Héctor Jiménez, es quien accidentalmente escucha ese rumor. Para él, no es solo una curiosidad, sino la oportunidad de conseguir la fama que tanto necesita. Escribe notas sensacionalistas en el periódico local y ve en esta historia la forma de vencer a su rival, Pepe de la P, y de obtener el reconocimiento de su padre, además de poder mantener a su hijo que está por nacer. Sin embargo, su investigación en Llano Grande topa con una resistencia inesperada. Ni el cura, ni el presidente municipal, ni la archivista quieren que el reportero averigüe más. Le piden una promesa: que no dañará al pueblo ni revelará al "Güero" (rubio) Armstrong ante la opinión pública. Todo, supuestamente, por hacer el bien.
Detrás de la cámara, la realización de la película estuvo marcada por un evento trágico. Francis Levy Lavalle, guionista y principal impulsor del proyecto, falleció de manera inesperada apenas unas semanas antes de que comenzara el rodaje. La responsabilidad de continuar recayó entonces en José Luis Yáñez, quien había trabajado como asistente de Levy Lavalle, y en Techus, la productora ejecutiva. Yáñez recuerda en la web del IMCINE el proceso de asumir la dirección: "Yo llevaba varias semanas trabajando con Francis. Mi tarea era cuestionarle cómo iba a mostrar las creencias del pueblo, cómo usaría la cámara, el tono, los encuadres, el lenguaje de la película. Cuando falleció, ya había una base sólida". El equipo tomó la decisión de seguir adelante, guiado por una pregunta constante: "¿qué quería Francis aquí?".
El actor Héctor Jiménez, quien da vida al periodista Simón, explica cómo llegó al proyecto. "Desde que me mandaron el guion me enamoré de él. De hecho, ya tenía otro proyecto en puerta, aún sin firmar, y con la pena tuve que dejarlo porque esta historia me conquistó". Sobre el ambiente durante el rodaje, Jiménez destaca la dedicación del equipo, compuesto en su mayoría por gente de la región. "Fue de las cosas que más disfruté. Aunque para muchos era su primera experiencia en cine, le pusieron tantas ganas que se notaba día a día".
La película se filmó en un lugar llamado Buen País, un pequeño pueblo en la sierra de Jalisco frente al volcán, al que se accede cruzando un río. El diseño de producción aprovechó las construcciones del lugar, que aún conservaban un aire de los años cincuenta y sesenta. Una fábrica abandonada se transformó en un versátil escenario para recrear el palacio municipal, los telégrafos y la cárcel. José Luis Yáñez destacó la colaboración de la comunidad: "Fue interesante y gratificante. Me sorprendió la capacidad de interpretación de estas personas; incluso durante los días de casting se notaba su flexibilidad y rapidez para adaptarse a distintos registros dramáticos".
Al reflexionar sobre el resultado final y cómo lo habría visto Francis Levy Lavalle, Yáñez admite que hubo diferencias en el tono. "Él tenía la idea de un tono de comedia muy peculiar. Francis buscaba un humor más exagerado, personajes llevados al extremo. Nosotros decidimos bajar el tono: hacer una comedia más realista y emotiva. Creo que esa es la única parte en la que Francis no habría estado del todo de acuerdo". No obstante, se muestra convencido de que su compañero habría estado contento con otros aspectos, como la fotografía que logró capturar la belleza de Colima. Aunque, fiel a su estilo, imagina que Levy Lavalle le habría dicho: "oye, Woody, hay algo ahí que no termino de ver… yo lo quería más hacia la comedia".
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El periodista Simón González, interpretado por Héctor Jiménez, es quien accidentalmente escucha ese rumor. Para él, no es solo una curiosidad, sino la oportunidad de conseguir la fama que tanto necesita. Escribe notas sensacionalistas en el periódico local y ve en esta historia la forma de vencer a su rival, Pepe de la P, y de obtener el reconocimiento de su padre, además de poder mantener a su hijo que está por nacer. Sin embargo, su investigación en Llano Grande topa con una resistencia inesperada. Ni el cura, ni el presidente municipal, ni la archivista quieren que el reportero averigüe más. Le piden una promesa: que no dañará al pueblo ni revelará al "Güero" (rubio) Armstrong ante la opinión pública. Todo, supuestamente, por hacer el bien.
Detrás de la cámara, la realización de la película estuvo marcada por un evento trágico. Francis Levy Lavalle, guionista y principal impulsor del proyecto, falleció de manera inesperada apenas unas semanas antes de que comenzara el rodaje. La responsabilidad de continuar recayó entonces en José Luis Yáñez, quien había trabajado como asistente de Levy Lavalle, y en Techus, la productora ejecutiva. Yáñez recuerda en la web del IMCINE el proceso de asumir la dirección: "Yo llevaba varias semanas trabajando con Francis. Mi tarea era cuestionarle cómo iba a mostrar las creencias del pueblo, cómo usaría la cámara, el tono, los encuadres, el lenguaje de la película. Cuando falleció, ya había una base sólida". El equipo tomó la decisión de seguir adelante, guiado por una pregunta constante: "¿qué quería Francis aquí?".
El actor Héctor Jiménez, quien da vida al periodista Simón, explica cómo llegó al proyecto. "Desde que me mandaron el guion me enamoré de él. De hecho, ya tenía otro proyecto en puerta, aún sin firmar, y con la pena tuve que dejarlo porque esta historia me conquistó". Sobre el ambiente durante el rodaje, Jiménez destaca la dedicación del equipo, compuesto en su mayoría por gente de la región. "Fue de las cosas que más disfruté. Aunque para muchos era su primera experiencia en cine, le pusieron tantas ganas que se notaba día a día".
La película se filmó en un lugar llamado Buen País, un pequeño pueblo en la sierra de Jalisco frente al volcán, al que se accede cruzando un río. El diseño de producción aprovechó las construcciones del lugar, que aún conservaban un aire de los años cincuenta y sesenta. Una fábrica abandonada se transformó en un versátil escenario para recrear el palacio municipal, los telégrafos y la cárcel. José Luis Yáñez destacó la colaboración de la comunidad: "Fue interesante y gratificante. Me sorprendió la capacidad de interpretación de estas personas; incluso durante los días de casting se notaba su flexibilidad y rapidez para adaptarse a distintos registros dramáticos".
Al reflexionar sobre el resultado final y cómo lo habría visto Francis Levy Lavalle, Yáñez admite que hubo diferencias en el tono. "Él tenía la idea de un tono de comedia muy peculiar. Francis buscaba un humor más exagerado, personajes llevados al extremo. Nosotros decidimos bajar el tono: hacer una comedia más realista y emotiva. Creo que esa es la única parte en la que Francis no habría estado del todo de acuerdo". No obstante, se muestra convencido de que su compañero habría estado contento con otros aspectos, como la fotografía que logró capturar la belleza de Colima. Aunque, fiel a su estilo, imagina que Levy Lavalle le habría dicho: "oye, Woody, hay algo ahí que no termino de ver… yo lo quería más hacia la comedia".
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