Seduce Tom Ford en Venecia con "Nocturnal Animals" mientras el chileno Murray no entusiasma con "El cristo ciego"

por © E.E. (Venecia)-NOTICINE.com
Michael Silva y Murray, en Venecia
Una de las películas favoritas del poco discreto director del festival, Alberto Barbera, "El cristo ciego", del chileno Christopher Murray, ha coincidido en la tercera jornada competitiva de la Mostra de Venecia con el regreso del diseñador de moda devenido cineasta Tom Ford, "Nocturnal Animals", que ha complacido bastante más a las audiencias del Lido.

De "Pasoliniana" calificaba Barbera a "El cristo ciego", segunda cinta del chileno Murray, un complejo drama social y místico que se desarrolla en el Chile menos desarrollado, lejos de Santiago y del siglo XXI. La historia protagonizada por Michael Silva (el único actor profesional del elenco) se centra en un mecánico del pueblo de La Tirana que, luego de una experiencia de su niñez, se reconoce a sí mismo como Cristo. A los 33 años, tras enterarse de que su inseparable amigo de infancia se encuentra en una situación difícil, abandona la casa que comparte con su padre para buscar a su compañero y practicar en él su primer milagro.

"Haber recibido esta invitación de un festival como Venecia -decía el joven cineasta a la prensa chilena- es algo que me hace sentir muy agradecido y emocionado. No porque sienta que los festivales validan las películas, sino que porque son espacio para compartir un trabajo que fue hecho por muchas personas, con mucho esfuerzo, uno sólo puede sentir gratitud al respecto. Apenas imaginé la noticia, recordé las semanas en el desierto, y es emocionante compartirlo en una tribuna así. Lo tomo con serenidad, con calma".

Su metafórica película, primera de las cuatro iberoamericanas en competir por el León de Oro, es una profunda reflexión sobre el Chile olvidado, que se refugia en la fe religiosa como quien en pleno naufragio se agarra al primer tronco flotante. La Pampa como océano seco y abandonado es el escenario donde la pausada acción se enriquece con historias reales que Murray extrajo del día a día de sus sufridos habitantes.

A modo de parábolas contadas por ese nuevo Cristo de dudosa fe, estas vivencias aportan credibilidad a un film que tendrá difícil, si nos fiamos de la no muy calurosa acogida, figurar en el palmarés final.

"Yo no soy una persona religiosa -ha dicho Murray-, pero sí me fascina el tema porque detrás de la religión hay condiciones humanas, realidades humanas. Siempre he tenido la pregunta de dónde surgen los mitos. Muchas veces uno se da cuenta de que lo que uno ha vivido surge de las carencias. A veces tienen que ver con problemáticas locales, malas políticas públicas. Soy un convencido de que las historias y los relatos son para dar sentido a realidades que no lo tienen. Esta película busca entender eso".

La mucho más cara y sofisticada cinta hollywoodiense de Tom Ford, revelado para el cine hace siete años aquí mismo, en el Lido, con el estilizado drama gay "A Single Man", generó bastante más interés y aplausos a su paso por el festival italiano. El diseñador estadounidense, en este largo lapso de tiempo, ha madurado en muchos aspectos. Sin abandonar la estética, que como el valor en los militares, se le supone, adapta una novela de Austin Wright (el guión es del propio director), que critica con dureza la vacuidad de ese mundo que Ford conoce tan bien, el de las falsas apariencias, el lujo y la superficialidad.

Este thriller psicológico enfrenta a una rica y sofisticada propietaria de una galería de arte en Los Angeles (Amy Adams, igual de brillante que en su otra película en la Mostra, "La llegada / Arrival"), deprimida por un matrimonio infeliz, con su pasado, cuando un ex al que abandonó (Jake Gyllenhaal) le remite el texto de una novela que ha escrito y cuyos personajes le resultan trágicamente familiares.

Ford narra así, de manera paralela, la historia de Susan y Tony, de la realidad y la ficción, en un tono que oscila entre la provocación y el buen gusto, en un muy elaborado film que tiene tanto de hitchcockiano como de melodrama clásico, elegante y profundo. Aquí sí pensar en el palmarés no es para nada descabellado.

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