Festivales
Decepcionan las esperadas participaciones de Liang, Anderson y Corneau
16-II-05
Tres directores con trayectoria previa de prestigio decepcionaron este miércoles en la competición berlinesa, que sigue un día más añorando una gran película que permanezca en el recuerdo más allá del 20 de febrero. Tsai Ming Liang y Wes Anderson apuestan por la originalidad, visual y en la mezcla de géneros el primero, con "Tian bian yi duo yun" (Una nube al borde del cielo), y con sus habituales peculiares personajes el segundo, en "The life aquatic with Steve Zissou", pero ambos esconden falta de historias con sólido contenido y auténtica capacidad de interesar al espectador. Finalmente, Alain Corneau, en un film protagonizado por el catalán Sergi López, "Les mots bleus" (Las palabras azules), aburrió hasta a las ovejas.
Para algunos, la mezcla de pornografía algo zafia con el musical "kitch" que hace el malayo afincado en Taiwan y producido por Francia Tsai Ming Liang en "Tian bian yi duo yun" pudiera ser lo más relevante de la jornada, pero solo algunos aplausos rubricaron su esfuerzo. El film es una especie de secuela del que hizo en 2001, "What time is it there?", y cuya acción se desarrollaba en París. Esta vez, la historia se inicia cuando la protagonista regresa a Taipei, en medio de una falta general de agua, que no impide el rodaje de films pornográficos en los que trabaja como actor su amante.
Sin apenas diálogos, con números musicales que se alternan con la acción, donde abunda un erotismo con toques violentos y poco refinados, "Tian bian yi duo yun" se prolonga por cerca de dos horas dejando el mal sabor de boca de un intento de sorprender que carece de una sólida historia detrás.
Lo mismo le pasa a Wes Anderson con "The life aquatic with Steve Zissou", que fue la cinta con algo de ese "glamour" estelar poco abundante en Berlín este año. Llegaron la candidata al Oscar Cate Blanchet y Anjelica Huston, quienes protagonizan otra coral comedia dramática en la línea de "Los Tenenbaums: Una familia de genios" al lado de Owen Wilson, Bill Murray, Willem Dafoe y Jeff Goldblum. Se trata de la aventura de un abigarrado grupo de personajes capitaneados por Steve Zissou, una especie de comandante Cousteau (el gorrito de lana roja de la tripulación es el guiño a los amantes del "Mundo submarino"), que parte en una misión -que puede ser la última- de búsqueda del tiburón que devoró a su ex compañero de fatigas. A pesar de colocar a sus muchos personajes en rocambolescas situaciones, sigue faltando a Anderson una trama sólida, algo más que la anécdota que se estira como el chicle.
Alain Corneau, cuyo más redondo trabajo sigue siendo "Todas las mañanas del mundo", arrastra una curiosa y ecléctica trayectoria que le ha llevado en una ruta inversa a la de muchos directores, que empiezan con un cine "de autor" para acabar comercializándose. En cambio, el veterano cineasta francés, que empezó con "polars" (el cine negro a la francesa) y cintas de aventuras como "Fort Saganne" ha derivado en pesados dramas apolillados como este "Les mots blues", basado en una novela ("Leur histoire") sobre una joven madre que no quiso aprender a leer y escribir y que ahora tiene una hija que se niega a hablar. Mucho diálogo -sí, a pesar de lo escrito- y poca acción fueron aplatanando al espectador más despierto, y al final esta cinta irrelevante se saldó con el silencio, como no podía ser de otra manera.
Tres directores con trayectoria previa de prestigio decepcionaron este miércoles en la competición berlinesa, que sigue un día más añorando una gran película que permanezca en el recuerdo más allá del 20 de febrero. Tsai Ming Liang y Wes Anderson apuestan por la originalidad, visual y en la mezcla de géneros el primero, con "Tian bian yi duo yun" (Una nube al borde del cielo), y con sus habituales peculiares personajes el segundo, en "The life aquatic with Steve Zissou", pero ambos esconden falta de historias con sólido contenido y auténtica capacidad de interesar al espectador. Finalmente, Alain Corneau, en un film protagonizado por el catalán Sergi López, "Les mots bleus" (Las palabras azules), aburrió hasta a las ovejas.
Para algunos, la mezcla de pornografía algo zafia con el musical "kitch" que hace el malayo afincado en Taiwan y producido por Francia Tsai Ming Liang en "Tian bian yi duo yun" pudiera ser lo más relevante de la jornada, pero solo algunos aplausos rubricaron su esfuerzo. El film es una especie de secuela del que hizo en 2001, "What time is it there?", y cuya acción se desarrollaba en París. Esta vez, la historia se inicia cuando la protagonista regresa a Taipei, en medio de una falta general de agua, que no impide el rodaje de films pornográficos en los que trabaja como actor su amante.
Sin apenas diálogos, con números musicales que se alternan con la acción, donde abunda un erotismo con toques violentos y poco refinados, "Tian bian yi duo yun" se prolonga por cerca de dos horas dejando el mal sabor de boca de un intento de sorprender que carece de una sólida historia detrás.
Lo mismo le pasa a Wes Anderson con "The life aquatic with Steve Zissou", que fue la cinta con algo de ese "glamour" estelar poco abundante en Berlín este año. Llegaron la candidata al Oscar Cate Blanchet y Anjelica Huston, quienes protagonizan otra coral comedia dramática en la línea de "Los Tenenbaums: Una familia de genios" al lado de Owen Wilson, Bill Murray, Willem Dafoe y Jeff Goldblum. Se trata de la aventura de un abigarrado grupo de personajes capitaneados por Steve Zissou, una especie de comandante Cousteau (el gorrito de lana roja de la tripulación es el guiño a los amantes del "Mundo submarino"), que parte en una misión -que puede ser la última- de búsqueda del tiburón que devoró a su ex compañero de fatigas. A pesar de colocar a sus muchos personajes en rocambolescas situaciones, sigue faltando a Anderson una trama sólida, algo más que la anécdota que se estira como el chicle.
Alain Corneau, cuyo más redondo trabajo sigue siendo "Todas las mañanas del mundo", arrastra una curiosa y ecléctica trayectoria que le ha llevado en una ruta inversa a la de muchos directores, que empiezan con un cine "de autor" para acabar comercializándose. En cambio, el veterano cineasta francés, que empezó con "polars" (el cine negro a la francesa) y cintas de aventuras como "Fort Saganne" ha derivado en pesados dramas apolillados como este "Les mots blues", basado en una novela ("Leur histoire") sobre una joven madre que no quiso aprender a leer y escribir y que ahora tiene una hija que se niega a hablar. Mucho diálogo -sí, a pesar de lo escrito- y poca acción fueron aplatanando al espectador más despierto, y al final esta cinta irrelevante se saldó con el silencio, como no podía ser de otra manera.
- © J.A. (Berlín)-NOTICINE.com
Berlinale: Del horror de los campos de concentración al Japón de los Samurais
15-II-05
Tres films entraron este martes en competición por el Oso de Oro, el germano-francés "Gespenster" (Fantasmas), el japonés "Kakushi Ken - Oni no Tsume" (El filo oculto) y el húngaro "Fateless" (Sin esperanza), films de muy diferente entidad pero que fueron recibidos con aplausos, aunque sin pasión.
Quizás fuera el trabajo del japonés Yoji Yamada el más previsible, una historia de samurais que no aporta demasiado al género. Se trata de un melodrama que se desarrolla a mediados del siglo XIX, una época de decadencia para las castas de los shogun y samurais, cuando dos guerreros de baja posición en el clan regresan al pueblo natal de uno de ellos, para vivir en el hogar familiar. Tres años después, el samurai Munezo descubre que la antigua empleada de su casa, ya casada con un rico heredero, sufre de una grave enfermedad, y obliga por la fuerza al marido a que se divorcie de ella para atenderla él en su propia casa. Esta historia coincide con una conspiración por el poder dentro del clan samurai, que le obligará a elegir entre la amistad y el cumplimiento del deber.
La germano-francesa "Gespenster", de Christian Petzold, relaciona a una adolescente huérfana y con un pasado poco claro de correccionales (el guión dejo numerosos cabos sueltos), con una delincuente algo mayor que ella, y de la que se enamora. Paralelamente, una mujer transtornada por la pérdida de su niña, más de una década atrás, cree encontrar en la protagonista a esa hija desaparecida.
El ritmo del film es lento, sin que las notables interpretaciones de sus dos jóvenes protagonistas, Julia Hummer y Sabine Timoteo, logren concitar el suficiente interés. La soledad y la falta de lazos familiares en una sociedad hostil están en el centro de esta algo pesada "Gespenster", que era una de las más esperadas ofertas locales en esta Berlinale.
Aceptada en la competencia pocos días antes del inicio del festival, hasta el punto de que su ficha aparece en el catálogo como una hoja suelta añadida a última hora, la coproducción entre Hungría, Alemania y Gran Bretaña "Fateless" es el segundo aldabonazo en torno al nazismo que reciben los espectadores alemanes en este certamen. El horror de los campos de concentración (en este caso sobre todo los campos de trabajo, más que de exterminio, o de exterminio más lento, si lo prefieren...) es narrado esta vez en primera persona por el ganador del Nobel Imre Kertész, un judío húngaro que pasó por varios campos siendo un adolescente de apenas 14 años, y milagrosamente consiguió sobrevivr.
El propio escritor ha sido el autor del guión, en un esfuerzo que supera el contenido de su novela homónima, aportando nuevos elementos autobiográficos a la historia ya conocida. Obviamente, el horror de ese episodio de cuyo punto final acabamos de cumplir 60 años, nos resulta bastante familiar a través del cine y la televisión. Por ello, la capacidad de emocionar con la visión de las privaciones y las inhumanas condiciones de internamiento resulta bastante limitada. A pesar de ello, el debutante realizador Lájos Koltai, hasta ahora director de fotografía, utiliza con tino el texto de Kertész, y evita caer en los lugares comunes del género.
Los nazis apenas aparecen, y quienes llevan el peso del castigo son fundamentelmente los "kapos" tan judíos como los prisioneros que se hacinaban en Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, dos de los campos en los que estuvo el protagonista, interpretado con sosprendente maestría por el jovencísimo Marcel Nagy. No hay efectismo, sino más bien agobiante rutina, la grandeza y la miseria humanas unidas bajo el dominio del terror. Aporta pues "Fateless" verosimilitud y gravedad, desasosiego más que llamamientos a la lágrima fácil y efectiva.
Tres films entraron este martes en competición por el Oso de Oro, el germano-francés "Gespenster" (Fantasmas), el japonés "Kakushi Ken - Oni no Tsume" (El filo oculto) y el húngaro "Fateless" (Sin esperanza), films de muy diferente entidad pero que fueron recibidos con aplausos, aunque sin pasión.
Quizás fuera el trabajo del japonés Yoji Yamada el más previsible, una historia de samurais que no aporta demasiado al género. Se trata de un melodrama que se desarrolla a mediados del siglo XIX, una época de decadencia para las castas de los shogun y samurais, cuando dos guerreros de baja posición en el clan regresan al pueblo natal de uno de ellos, para vivir en el hogar familiar. Tres años después, el samurai Munezo descubre que la antigua empleada de su casa, ya casada con un rico heredero, sufre de una grave enfermedad, y obliga por la fuerza al marido a que se divorcie de ella para atenderla él en su propia casa. Esta historia coincide con una conspiración por el poder dentro del clan samurai, que le obligará a elegir entre la amistad y el cumplimiento del deber.
La germano-francesa "Gespenster", de Christian Petzold, relaciona a una adolescente huérfana y con un pasado poco claro de correccionales (el guión dejo numerosos cabos sueltos), con una delincuente algo mayor que ella, y de la que se enamora. Paralelamente, una mujer transtornada por la pérdida de su niña, más de una década atrás, cree encontrar en la protagonista a esa hija desaparecida.
El ritmo del film es lento, sin que las notables interpretaciones de sus dos jóvenes protagonistas, Julia Hummer y Sabine Timoteo, logren concitar el suficiente interés. La soledad y la falta de lazos familiares en una sociedad hostil están en el centro de esta algo pesada "Gespenster", que era una de las más esperadas ofertas locales en esta Berlinale.
Aceptada en la competencia pocos días antes del inicio del festival, hasta el punto de que su ficha aparece en el catálogo como una hoja suelta añadida a última hora, la coproducción entre Hungría, Alemania y Gran Bretaña "Fateless" es el segundo aldabonazo en torno al nazismo que reciben los espectadores alemanes en este certamen. El horror de los campos de concentración (en este caso sobre todo los campos de trabajo, más que de exterminio, o de exterminio más lento, si lo prefieren...) es narrado esta vez en primera persona por el ganador del Nobel Imre Kertész, un judío húngaro que pasó por varios campos siendo un adolescente de apenas 14 años, y milagrosamente consiguió sobrevivr.
El propio escritor ha sido el autor del guión, en un esfuerzo que supera el contenido de su novela homónima, aportando nuevos elementos autobiográficos a la historia ya conocida. Obviamente, el horror de ese episodio de cuyo punto final acabamos de cumplir 60 años, nos resulta bastante familiar a través del cine y la televisión. Por ello, la capacidad de emocionar con la visión de las privaciones y las inhumanas condiciones de internamiento resulta bastante limitada. A pesar de ello, el debutante realizador Lájos Koltai, hasta ahora director de fotografía, utiliza con tino el texto de Kertész, y evita caer en los lugares comunes del género.
Los nazis apenas aparecen, y quienes llevan el peso del castigo son fundamentelmente los "kapos" tan judíos como los prisioneros que se hacinaban en Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, dos de los campos en los que estuvo el protagonista, interpretado con sosprendente maestría por el jovencísimo Marcel Nagy. No hay efectismo, sino más bien agobiante rutina, la grandeza y la miseria humanas unidas bajo el dominio del terror. Aporta pues "Fateless" verosimilitud y gravedad, desasosiego más que llamamientos a la lágrima fácil y efectiva.
- © J.A. (Berlín)-NOTICINE.com
Drama colombiano vence en Miami
14-II-05
Una cinta sobre la dura vida de los jóvenes en la ciudad colombiana de Medellín, escenario de constantes enfrentamientos entre diferentes fuerzas paramilitares, fue la ganadora de la categoría Documental del Festival Internacional de Cine de Miami; en tanto que la peruana "Días de Santiago", de Josué Méndez, venció en la correspondiente a Iberoamérica, reservada para las películas de ficción de la región.
"La Sierra", de Margarita Martínez y Scott Dalton, cuenta la cruenta lucha entre dos fuerzas paramilitares que buscan hacerse con el control de una zona de Medellín. Por medio de esa historia, los directores buscan ofrecer con la mayor veracidad posible la realidad de la vida de los jóvenes en ese lugar y la falta de oportunidades en su vida, producto de vivir presos de las guerras internas. En esta misma categoría Documental, donde competían quince cintas de nueve países del mundo, se destinó un premio especial a la fotografía de la brasileña "Estamira", de Marcos Prado.
Por su parte, "Días de Santiago", de Méndez, se impuso en el apartado iberoamericano con su notable historia de un joven que busca reinsertarse en la sociedad civil, tras dejar el ejército. En lo correspondiente a actuaciones, Mirella Pascual fue elegida como mejor actriz por la uruguaya "Whisky", de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll; y el mexicano Damián Alcázar mejor actor por "Crónicas", de Sebastián Cordero.
Una cinta sobre la dura vida de los jóvenes en la ciudad colombiana de Medellín, escenario de constantes enfrentamientos entre diferentes fuerzas paramilitares, fue la ganadora de la categoría Documental del Festival Internacional de Cine de Miami; en tanto que la peruana "Días de Santiago", de Josué Méndez, venció en la correspondiente a Iberoamérica, reservada para las películas de ficción de la región.
"La Sierra", de Margarita Martínez y Scott Dalton, cuenta la cruenta lucha entre dos fuerzas paramilitares que buscan hacerse con el control de una zona de Medellín. Por medio de esa historia, los directores buscan ofrecer con la mayor veracidad posible la realidad de la vida de los jóvenes en ese lugar y la falta de oportunidades en su vida, producto de vivir presos de las guerras internas. En esta misma categoría Documental, donde competían quince cintas de nueve países del mundo, se destinó un premio especial a la fotografía de la brasileña "Estamira", de Marcos Prado.
Por su parte, "Días de Santiago", de Méndez, se impuso en el apartado iberoamericano con su notable historia de un joven que busca reinsertarse en la sociedad civil, tras dejar el ejército. En lo correspondiente a actuaciones, Mirella Pascual fue elegida como mejor actriz por la uruguaya "Whisky", de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll; y el mexicano Damián Alcázar mejor actor por "Crónicas", de Sebastián Cordero.
- © Redacción-NOTICINE.com
El nuevo festival de Montreal promete atención al cine latino
14-II-05
Berlín, 13 de febrero de 2004. Moritz de Hadeln, quien durante más de dos décadas reinó en este festival, presenta en sociedad un nuevo certamen, que acaba de nacer en Montreal (Canadá) como consecuencia de las desavenencias entre los organismos oficiales patrocinadores y Serge Losique, fundador y director durante casi tres décadas del Festival de los Films del Mundo. Este recién nacido Festival International de Films de Montréal ha fichado como responsable de programación al veterano De Hadeln, cuya trayectoria incluye la dirección de los certámenes de Locarno y Venecia, además de su larga estancia en la Berlinale, toda una garantía. Según aseguró a NOTICINE.com, se propone conceder una amplia atención a las cinematografías europea e iberoamericana (se integra en su equipo directivo André Paquet, ex colaborador de Losique y gran conocedor del cine latino), y aunque este año la primera edición se desarrollará en octubre, la idea es pasar a una fecha previa, durante el verano, en la segunda.
De esta manera, conseguirá anticiparse a su directa competencia en el mismo Canadá, el Festival de Toronto, quien ya está considerado el segundo certamen más importante del mundo, detrás de Cannes, a pesar de no poseer la categoría competitiva reconocida por la Federación Internacional de Productores (FIAPF). Precisamente, según nos explicó De Hadeln, ya han solicitado la inscripción en este organismo para obtener el reconocimiento (esa conocida popularmente como "categoría A"), del que antes disfrutó el certamen de Losique y perdió en 2003.
"Pregúnteme de nuevo en un año qué podemos ofrecer a los productores para que prefieran Montreal a Toronto, y podré responderle", dice Moritz de Hadeln, cuando le interrogamos sobre la cercanía del evento que se celebra en el Canadá anglófono. Más tarde, el veterano especialista, que siempre ha hecho gala de un exquisito equilibrio entre autoría y "glamour" en los festivales que ha dirigido, recuerda que el "Nuevo festival de Montreal" va a ser competitivo -lo que no ocurre en Toronto- y sin evitar a Hollywood se propone dedicar un espacio privilegiado a determinadas cinematografías, sobre todo a la francesa (por obvios motivos de identidad cultural) y la latina: "El idioma español se habla ya del norte al sur de América, y será una referencia destacada", afirma. Para ello, sin duda la presencia en su equipo de André Paquet, quien era responsable de una sección especializada en el certamen de Losique, ofrece grandes garantías de éxito. En el "Nuevo Montreal", los cinestas latinos pueden tener una privilegiada ventana abierta.
Berlín, 13 de febrero de 2004. Moritz de Hadeln, quien durante más de dos décadas reinó en este festival, presenta en sociedad un nuevo certamen, que acaba de nacer en Montreal (Canadá) como consecuencia de las desavenencias entre los organismos oficiales patrocinadores y Serge Losique, fundador y director durante casi tres décadas del Festival de los Films del Mundo. Este recién nacido Festival International de Films de Montréal ha fichado como responsable de programación al veterano De Hadeln, cuya trayectoria incluye la dirección de los certámenes de Locarno y Venecia, además de su larga estancia en la Berlinale, toda una garantía. Según aseguró a NOTICINE.com, se propone conceder una amplia atención a las cinematografías europea e iberoamericana (se integra en su equipo directivo André Paquet, ex colaborador de Losique y gran conocedor del cine latino), y aunque este año la primera edición se desarrollará en octubre, la idea es pasar a una fecha previa, durante el verano, en la segunda.
De esta manera, conseguirá anticiparse a su directa competencia en el mismo Canadá, el Festival de Toronto, quien ya está considerado el segundo certamen más importante del mundo, detrás de Cannes, a pesar de no poseer la categoría competitiva reconocida por la Federación Internacional de Productores (FIAPF). Precisamente, según nos explicó De Hadeln, ya han solicitado la inscripción en este organismo para obtener el reconocimiento (esa conocida popularmente como "categoría A"), del que antes disfrutó el certamen de Losique y perdió en 2003.
"Pregúnteme de nuevo en un año qué podemos ofrecer a los productores para que prefieran Montreal a Toronto, y podré responderle", dice Moritz de Hadeln, cuando le interrogamos sobre la cercanía del evento que se celebra en el Canadá anglófono. Más tarde, el veterano especialista, que siempre ha hecho gala de un exquisito equilibrio entre autoría y "glamour" en los festivales que ha dirigido, recuerda que el "Nuevo festival de Montreal" va a ser competitivo -lo que no ocurre en Toronto- y sin evitar a Hollywood se propone dedicar un espacio privilegiado a determinadas cinematografías, sobre todo a la francesa (por obvios motivos de identidad cultural) y la latina: "El idioma español se habla ya del norte al sur de América, y será una referencia destacada", afirma. Para ello, sin duda la presencia en su equipo de André Paquet, quien era responsable de una sección especializada en el certamen de Losique, ofrece grandes garantías de éxito. En el "Nuevo Montreal", los cinestas latinos pueden tener una privilegiada ventana abierta.
- © A.F. (Berlín)-NOTICINE.com
La proximidad de la muerte, protagonista en el concurso berlinés
14-II-05
La jornada competitiva del lunes en la Berlinale ha estado centrada en la idea de la proximidad de la muerte, aunque con las muy diferentes ópticas de un anciano político, Mitterrand, y las de dos suicidas palestinos, respectivamente en "Le promeneur du Champ de Mars" y "Paradise now". Fuera de concurso, se exhibió "Tickets", un proyecto compartido por tres grandes directores: Abbas Kiarostami, Ermanno Olmi y Ken Loach. Todas estas cintas han tenido una buena acogida, destacando la soberbia interpretación del expresidente francés, a cargo de un Michel Bouquet que se ha erigido por derecho propio en favorito para el premio al mejor actor.
Bouquet, que siempre ha tenido un gran parecido físico con el extinto líder socialista galo lleva a cabo un impecable trabajo lleno de matices en "Le promeneur du Champ de Mars" (El paseante del Campo de Marte), insólita incursión del habitualmente divertido y colorista Robert Guédiguian en el campo de la biografía seria. Sin duda ha sido la personalidad política de quien fuera referencia de la izquierda y luego controvertido presidente la que ha movido a Guédiguian a salir de su Marsella y su siempre cerrado círculo de actores. "Si Michel Bouquet hubiese dicho que no, no habría hecho esta película", aseguraba el cineasta francés. Y ciertamente el veterano actor, más habitual en los escenarios que en la gran pantalla, "borra" literalmente el recuerdo de la imagen del personaje que interpreta para encarnarlo en el sentido más propio.
"Le promeneur du Champ de Mars" no es un film fácil de digerir. Está lleno de diálogos, en ocasiones trufados de citas literarias y con algunas referencias a la historia y la política francesas que no serán facilmente accesibles fuera de su país de origen, pero el sobrio retrato humano que hace de un hombre controvertido y contradictorio, amante del poder más que de mantener su ideología, y sabedor de la cercanía del fin, a la vez político y vital de su existencia convierten al nuevo trabajo de Guédiguian en un film imprescindible para entender a François Mitterrand. Y ello, a pesar de que su autor asegura que en él todo es recreación ficticia y nada es real.
Por su parte, "Paradise now" ha sido una agradable sorpresa. Esta cinta del palestino afincado en Europa Hany Abu-Assad, quien ha filmado en su tierra e incluso con apoyo israelí esta historia sobre dos amigos desde la infancia, que se "enrolan" en la lucha armada contra Israel y reciben la misión de convertirse en "hombres bomba" fue aplaudida por su valiente y equilibrada visión del problema israelo-palestino, con además meritorios trabajos de sus protagonistas Kais Nashef y Ali Suliman.
Acababa el lunes con la proyección fuera de concurso de "Tickets", una colaboración de Ermanno Olmi, Abbas Kiarostami y Ken Loach para a través del escenario único de un tren que viaja de Suiza a Roma, narrar historias independientes pero con algún personaje común. Es la primera, la de Olmi, la menos interesante y más pesada, sobre un anciano miembro de la industria farmaceútica que vive o cree vivir su último amor con una asistente mucho más joven que él. Kiarostami se vuelve cómico para contar como un joven que hace su servicio social acompañando a una insufrible viuda de un general, llega al colmo de su aguante y la abandona a mitad de trayecto. En un in-crescendo brillante, la cinta termina con el capítulo firmado por Loach, en el que tres adolescentes seguidores de un equipo de fútbol escocés se ven confrontados a una realidad menos "deportiva", la de la emigración en Europa. Sin duda "Tickets" puede dar mucho juego en las pantallas especializadas de todo el mundo.
La jornada competitiva del lunes en la Berlinale ha estado centrada en la idea de la proximidad de la muerte, aunque con las muy diferentes ópticas de un anciano político, Mitterrand, y las de dos suicidas palestinos, respectivamente en "Le promeneur du Champ de Mars" y "Paradise now". Fuera de concurso, se exhibió "Tickets", un proyecto compartido por tres grandes directores: Abbas Kiarostami, Ermanno Olmi y Ken Loach. Todas estas cintas han tenido una buena acogida, destacando la soberbia interpretación del expresidente francés, a cargo de un Michel Bouquet que se ha erigido por derecho propio en favorito para el premio al mejor actor.
Bouquet, que siempre ha tenido un gran parecido físico con el extinto líder socialista galo lleva a cabo un impecable trabajo lleno de matices en "Le promeneur du Champ de Mars" (El paseante del Campo de Marte), insólita incursión del habitualmente divertido y colorista Robert Guédiguian en el campo de la biografía seria. Sin duda ha sido la personalidad política de quien fuera referencia de la izquierda y luego controvertido presidente la que ha movido a Guédiguian a salir de su Marsella y su siempre cerrado círculo de actores. "Si Michel Bouquet hubiese dicho que no, no habría hecho esta película", aseguraba el cineasta francés. Y ciertamente el veterano actor, más habitual en los escenarios que en la gran pantalla, "borra" literalmente el recuerdo de la imagen del personaje que interpreta para encarnarlo en el sentido más propio.
"Le promeneur du Champ de Mars" no es un film fácil de digerir. Está lleno de diálogos, en ocasiones trufados de citas literarias y con algunas referencias a la historia y la política francesas que no serán facilmente accesibles fuera de su país de origen, pero el sobrio retrato humano que hace de un hombre controvertido y contradictorio, amante del poder más que de mantener su ideología, y sabedor de la cercanía del fin, a la vez político y vital de su existencia convierten al nuevo trabajo de Guédiguian en un film imprescindible para entender a François Mitterrand. Y ello, a pesar de que su autor asegura que en él todo es recreación ficticia y nada es real.
Por su parte, "Paradise now" ha sido una agradable sorpresa. Esta cinta del palestino afincado en Europa Hany Abu-Assad, quien ha filmado en su tierra e incluso con apoyo israelí esta historia sobre dos amigos desde la infancia, que se "enrolan" en la lucha armada contra Israel y reciben la misión de convertirse en "hombres bomba" fue aplaudida por su valiente y equilibrada visión del problema israelo-palestino, con además meritorios trabajos de sus protagonistas Kais Nashef y Ali Suliman.
Acababa el lunes con la proyección fuera de concurso de "Tickets", una colaboración de Ermanno Olmi, Abbas Kiarostami y Ken Loach para a través del escenario único de un tren que viaja de Suiza a Roma, narrar historias independientes pero con algún personaje común. Es la primera, la de Olmi, la menos interesante y más pesada, sobre un anciano miembro de la industria farmaceútica que vive o cree vivir su último amor con una asistente mucho más joven que él. Kiarostami se vuelve cómico para contar como un joven que hace su servicio social acompañando a una insufrible viuda de un general, llega al colmo de su aguante y la abandona a mitad de trayecto. En un in-crescendo brillante, la cinta termina con el capítulo firmado por Loach, en el que tres adolescentes seguidores de un equipo de fútbol escocés se ven confrontados a una realidad menos "deportiva", la de la emigración en Europa. Sin duda "Tickets" puede dar mucho juego en las pantallas especializadas de todo el mundo.
- © J.A. (Berlín)-NOTICINE.com