Crítica: "Chronic: El último paciente", una muerte anunciada
- por © Correcamara.com-NOTICINE.com
Por Gustavo Ambrosio
Hay un dicho que dice que la muerte nos acompaña todos los días desde el momento en que lanzamos el primer chillido al nacer. Sin embargo, conforme pasan los años, se nos olvida que esa parte que nos toca como seres vivos está ahí, esperando o progresando en el peor de los casos. A veces, estar consciente de que tu única compañera y conocida es la muerte puede sumirte en una especie de submundo donde la vida de pronto deja de ser vida.
Michel Franco vuelve a la carga con sus personajes solitarios en "Chronic: el último paciente" que retrata la vida de un enfermero que atiende a pacientes terminales en una búsqueda por redimir un pasado que lo atormenta.
Sin ir más lejos, se puede decir que la estructura dramática de "Chronic" está dividida en dos partes, y más bien, pareciera que vemos dos películas, con un tema en común, pero que unidos parecen un desbordante, y no de forma muy positiva, cúmulo de sucesos y acontecimientos que persiguen a un personaje excelentemente construido.
El protagonista del filme, con un excelente Tim Roth, tiene capa tras capa de complejidad, entre la culpa, el enajenamiento, el apego a los pacientes, la extrema soledad y la mentira como forma de reconfortarse y asisrse a una realidad rutinaria y efímera que termina, casi siempre, con el último respiro de la persona a quien cuida.
Así, Franco, más bien parecería haber recibido la Palma de Oro en Cannes, no de guión, si no de creación de personaje, puesto que nos muestra un Caronte atormentado que vive en el pasaje de los moribundos.
Sin embargo, las dos líneas que menciono arriba ayudan a complejizar al personaje, pero a trabar y entorpecer la trama. Primero, un excelente inicio con una continuidad que nos promete un personaje deliciosamente solitario, un tanto mitómano que se enfrenta a una situación brutal ante el recibimiento ignorante e hipócrita de una familia de un anciano al que le toca cuidar. Alerta roja de violencia y sordidez al estilo "Después de Lucía" (2012) que de pronto se interrumpe y da paso a una visión "más íntima" del personaje para explorar la muerte.
Así, pues, la primera línea habla sobre el acompañamiento, la dignidad ante la muerte y el Caronte en su balsa acusado de dañar a quien lleva en su bote. La segunda nos habla de un personaje con culpa que de pronto, y muy pronto, se hace querer por una paciente, un personaje espejo de lo que ha hecho en el pasado y que busca revivir para vivir.
Sin embargo, aunque el tema ya está muy fincado, "la vuelta de tuerca" del autor no es ni sorprendente y ahonda en el tema ya planteado y se antoja innecesaria. Un final que desperdicia el cúmulo de dimensiones del personaje principal, víctima de dos líneas que, al parecer, no se sabía cómo cerrar.
Por otro lado, Franco afina un poco su estilo emulando, desde su pasada película, la estética y el encuadre "austriaco", por ahí dicen, "a lo Haneke", pausado pero con una dosis poderosa en momentos clave de verbalidad tensa y acción dramática.
En cuanto al reparto, hay dos personajes que se roban mucho la cámara y que pedían a gritos una mejor trama, y sobre todo, más tiempo en pantalla, se trata de Robin Barlett y Michael Cristofer, quienes interpretan a Marta y John, respectivamente.
Con un tijerazo de edición más amable se podría prescindir por completo de una participación de más de varios personajes, entre ellos los de Nailea Norvind.
"Chronic" posee la fuerza de un director que tiene ojo para desenterrar de la aparente hiperrealidad el fruto del dolor y la soledad humana, pero que al querer abarcar mucho, poco aprieta, y se convierte en un trazo doblado que termina por hacer tropezar a su personaje de carne y hueso, y dándole una acción desmesurada y exagerada a la otra protagonista del filme, la muerte.
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Hay un dicho que dice que la muerte nos acompaña todos los días desde el momento en que lanzamos el primer chillido al nacer. Sin embargo, conforme pasan los años, se nos olvida que esa parte que nos toca como seres vivos está ahí, esperando o progresando en el peor de los casos. A veces, estar consciente de que tu única compañera y conocida es la muerte puede sumirte en una especie de submundo donde la vida de pronto deja de ser vida.
Michel Franco vuelve a la carga con sus personajes solitarios en "Chronic: el último paciente" que retrata la vida de un enfermero que atiende a pacientes terminales en una búsqueda por redimir un pasado que lo atormenta.
Sin ir más lejos, se puede decir que la estructura dramática de "Chronic" está dividida en dos partes, y más bien, pareciera que vemos dos películas, con un tema en común, pero que unidos parecen un desbordante, y no de forma muy positiva, cúmulo de sucesos y acontecimientos que persiguen a un personaje excelentemente construido.
El protagonista del filme, con un excelente Tim Roth, tiene capa tras capa de complejidad, entre la culpa, el enajenamiento, el apego a los pacientes, la extrema soledad y la mentira como forma de reconfortarse y asisrse a una realidad rutinaria y efímera que termina, casi siempre, con el último respiro de la persona a quien cuida.
Así, Franco, más bien parecería haber recibido la Palma de Oro en Cannes, no de guión, si no de creación de personaje, puesto que nos muestra un Caronte atormentado que vive en el pasaje de los moribundos.
Sin embargo, las dos líneas que menciono arriba ayudan a complejizar al personaje, pero a trabar y entorpecer la trama. Primero, un excelente inicio con una continuidad que nos promete un personaje deliciosamente solitario, un tanto mitómano que se enfrenta a una situación brutal ante el recibimiento ignorante e hipócrita de una familia de un anciano al que le toca cuidar. Alerta roja de violencia y sordidez al estilo "Después de Lucía" (2012) que de pronto se interrumpe y da paso a una visión "más íntima" del personaje para explorar la muerte.
Así, pues, la primera línea habla sobre el acompañamiento, la dignidad ante la muerte y el Caronte en su balsa acusado de dañar a quien lleva en su bote. La segunda nos habla de un personaje con culpa que de pronto, y muy pronto, se hace querer por una paciente, un personaje espejo de lo que ha hecho en el pasado y que busca revivir para vivir.
Sin embargo, aunque el tema ya está muy fincado, "la vuelta de tuerca" del autor no es ni sorprendente y ahonda en el tema ya planteado y se antoja innecesaria. Un final que desperdicia el cúmulo de dimensiones del personaje principal, víctima de dos líneas que, al parecer, no se sabía cómo cerrar.
Por otro lado, Franco afina un poco su estilo emulando, desde su pasada película, la estética y el encuadre "austriaco", por ahí dicen, "a lo Haneke", pausado pero con una dosis poderosa en momentos clave de verbalidad tensa y acción dramática.
En cuanto al reparto, hay dos personajes que se roban mucho la cámara y que pedían a gritos una mejor trama, y sobre todo, más tiempo en pantalla, se trata de Robin Barlett y Michael Cristofer, quienes interpretan a Marta y John, respectivamente.
Con un tijerazo de edición más amable se podría prescindir por completo de una participación de más de varios personajes, entre ellos los de Nailea Norvind.
"Chronic" posee la fuerza de un director que tiene ojo para desenterrar de la aparente hiperrealidad el fruto del dolor y la soledad humana, pero que al querer abarcar mucho, poco aprieta, y se convierte en un trazo doblado que termina por hacer tropezar a su personaje de carne y hueso, y dándole una acción desmesurada y exagerada a la otra protagonista del filme, la muerte.
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