Crítica: "La luz incidente", sutil intimidad femenina

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Erica Rivas protagoniza "La luz incidente"
Por Edurne Sarriegui      
 
Llega a las salas comerciales después de su exitoso paso por diversos festivales el film "La luz incidente" (2015), del argentino Ariel Rotter. Esta producción argentina, francesa y uruguaya es una película de época que se desarrolla durante los años sesenta. Se trata del tercer trabajo del director y guionista (después de "Solo por hoy", "El otro") y lleva a la pantalla una historia de tono intimista en la que retrata el duelo de una joven viuda.

Luisa (Érica Rivas) es joven, pertenece a la clase acomodada porteña, tiene dos pequeñas hijas mellizas y en un accidente automovilístico perdió a su marido y a su hermano. Cuando aparece en su vida un nuevo hombre, Ernesto (Marcelo Subiotto) con deseos de formar una familia junto a ella y sus hijas, Luisa deberá enfrentar su dolor y elaborar su duelo.

Ariel Rotter aprovecha la época en la que nos sitúa para decir además otras cosas que no son el eje de la historia. Las costumbres sociales de un momento en el que  la mujer quedaba en un plano de dependencia y era el hombre el que además de aportar el sustento, proporcionaba el status social. Filmada en blanco y negro, la fotografía nos acerca al momento en el que transcurre la acción además de reflejar el estado de desolación en el que está sumida la protagonista.

La cámara, que en algunos momentos parece entrometida, lleva al espectador a la intimidad del dolor de Luisa que Érica Rivas interpreta sin un gesto de más ni un gesto de menos. Su actuación encuentra el adecuado contrapunto en la de Marcelo Subiotto. El relato, centrado en la protagonista, muestra a una mujer que no quiere olvidar, pero la irrupción de otra persona en su vida le obliga a avanzar.

"La luz incidente" es un film sutil. En el relato del drama no hay desbordes ni golpes bajos y hasta el humor se permite hacer su aparición con la delicadeza que caracteriza a la cinta. La elegancia se expresa con todos sus recursos. Desde la fotografía hasta la ambientación, desde las actuaciones ajustadas hasta el guión y la musicalización.

Sin una vocación comercial marcada es sin embargo una película disfrutable, que demuestra que una historia simple y los recursos clásicos del cine alcanzan y sobran para hacer una buena película. Un remanso, si se quiere, para descansar de tanto efecto computerizado y tanta historia épica que inundan nuestros cines.

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