Crítica: "El ciudadano ilustre", tragicomedia sin piedad
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Por Edurne Sarriegui
Los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn trabajan juntos una vez más y estrenan en su país su última obra, "El ciudadano ilustre". Los autores de la exitosa "El hombre de al lado" (2009) vuelven para contar de nuevo, con guion de Andrés Duprat, una historia sobre las difíciles relaciones humanas, un drama en el que no falta el humor propio de aquellos que saben reírse de si mismos.
En esta coproducción argentino-española, el protagonista es un escritor argentino que emigró muy joven de su pueblo para radicarse en Europa y desarrollar allí una exitosa carrera literaria que le hizo alcanzar el premio Nobel. Daniel Mantovani (Oscar Martínez), escritor cosmopolita y requerido en los círculos intelectuales de todo el mundo, siempre recurrió a las vivencias de sus años en Salas, recóndito pueblo de la provincia de Buenos Aires, para retratar en sus ficciones el comportamiento humano.
Tras ganar el codiciado premio entra en una crisis creativa y una suerte de desgana por cumplir con todos sus compromisos. En medio de esta situación recibe la invitación del intendente (alcalde) de Salas, su pueblo, en la que le comunica su intención de nombrarlo Ciudadano Ilustre de la pequeña ciudad. Sorpresivamente, Mantovani acepta la invitación y, en el mayor de los sigilos para evitar a la prensa, retorna a su pueblo después de cuarenta años.
La cinta, dividida en capítulos como si se tratara de una novela, relata los días del escritor en el lugar que lo vio nacer y cómo sus vecinos pasan de la admiración al rechazo en tan corto tiempo. Daniel Mantovani se reencontrará con su novia de su primera juventud, Irene (Andrea Frigerio), ahora casada con Antonio (Dady Brieva) -también amigo de aquella época- y con un variopinto grupo de personajes que encarnan actitudes y defectos de ese entorno rural.
Con la envidia a la cabeza de los pecados capitales de esa sociedad, también se manifiestan otras lindezas por el estilo. Sería necio atribuir estas características a la chatura de esa sociedad rural, apartada y chauvinista, anclada en todo aquello que hizo que el escritor saliera de allí y nunca más considerara volver. Seguramente cualquier espectador podrá extrapolar las situaciones que se relatan a personajes y acontecimientos más cercanos. Parece que la condición humana presenta grandes similitudes sin tener en cuenta latitudes, continentes o épocas.
Duprat y Cohn cuentan con la excelente actuación de Martínez para sostener este film que encuentra sus mejores momentos en los gags que muestran el comportamiento patético de los habitantes de Salas.
"El ciudadano Ilustre" es una tragicomedia despiadada sobre las bajezas humanas que entretiene a pesar de algunos altibajos y concita
la atención del espectador.
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Los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn trabajan juntos una vez más y estrenan en su país su última obra, "El ciudadano ilustre". Los autores de la exitosa "El hombre de al lado" (2009) vuelven para contar de nuevo, con guion de Andrés Duprat, una historia sobre las difíciles relaciones humanas, un drama en el que no falta el humor propio de aquellos que saben reírse de si mismos.
En esta coproducción argentino-española, el protagonista es un escritor argentino que emigró muy joven de su pueblo para radicarse en Europa y desarrollar allí una exitosa carrera literaria que le hizo alcanzar el premio Nobel. Daniel Mantovani (Oscar Martínez), escritor cosmopolita y requerido en los círculos intelectuales de todo el mundo, siempre recurrió a las vivencias de sus años en Salas, recóndito pueblo de la provincia de Buenos Aires, para retratar en sus ficciones el comportamiento humano.
Tras ganar el codiciado premio entra en una crisis creativa y una suerte de desgana por cumplir con todos sus compromisos. En medio de esta situación recibe la invitación del intendente (alcalde) de Salas, su pueblo, en la que le comunica su intención de nombrarlo Ciudadano Ilustre de la pequeña ciudad. Sorpresivamente, Mantovani acepta la invitación y, en el mayor de los sigilos para evitar a la prensa, retorna a su pueblo después de cuarenta años.
La cinta, dividida en capítulos como si se tratara de una novela, relata los días del escritor en el lugar que lo vio nacer y cómo sus vecinos pasan de la admiración al rechazo en tan corto tiempo. Daniel Mantovani se reencontrará con su novia de su primera juventud, Irene (Andrea Frigerio), ahora casada con Antonio (Dady Brieva) -también amigo de aquella época- y con un variopinto grupo de personajes que encarnan actitudes y defectos de ese entorno rural.
Con la envidia a la cabeza de los pecados capitales de esa sociedad, también se manifiestan otras lindezas por el estilo. Sería necio atribuir estas características a la chatura de esa sociedad rural, apartada y chauvinista, anclada en todo aquello que hizo que el escritor saliera de allí y nunca más considerara volver. Seguramente cualquier espectador podrá extrapolar las situaciones que se relatan a personajes y acontecimientos más cercanos. Parece que la condición humana presenta grandes similitudes sin tener en cuenta latitudes, continentes o épocas.
Duprat y Cohn cuentan con la excelente actuación de Martínez para sostener este film que encuentra sus mejores momentos en los gags que muestran el comportamiento patético de los habitantes de Salas.
"El ciudadano Ilustre" es una tragicomedia despiadada sobre las bajezas humanas que entretiene a pesar de algunos altibajos y concita
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