Angela Molina, a 40 años de "Ese oscuro objeto del deseo": "Trabajar con Buñuel fue felicidad pura"
- por © Jon Apaolaza (Málaga)-NOTICINE.com
La actriz Angela Molina es historia viva del cine español de los últimos 40 años. Este 2017 se celebran precisamente cuatro décadas desde que estrenó la película que la lanzó internacionalmente, dirigida por Luis Buñuel, "Ese oscuro objeto del deseo" y también 20 años desde "Carne trémula", en la que actuó para el "otro" cineasta ibérico más reconocido en todo el mundo, Pedro Almodóvar. Acaba de presentar en el Festival de Málaga "El otro hermano", del uruguayo Israel Adrián Caetano, una prueba de que su carrera, probablemente la más internacional entre las actrices españolas de su generación, no se detiene. "Yo me muevo donde me necesiten", asegura Molina en declaraciones exclusivas a NOTICINE.com, sobre una trayectoria que la hecho participar en películas de directores de buena parte del mundo.
- En "El otro hermano" es usted una mujer extranjera en la Argentina profunda...
Sí, mi personaje es una madre víctima de su hombre y una especie de mártir en su propia vida, porque llega un momento en el que pierde o siente que su único poder para influenciar o guiar a su propio hijo es quitarse la vida. Ella está, de alguna manera, por esa enajenación y ese sufrimiento a lo largo de toda su vida, perdida, y llega un momento en el que con su propia vida le dice: "Me voy para que tú dejes de estar del lado del mal". Es un personaje que realmente me provoca una tristeza bestial. Es muy duro de asumir que a un ser humano pueda ocurrirle algo tan grande por amor.
- ¿Cómo surgió su participación en esta película austral?
Me dijeron si estaba disponible y quería leer el guión de (Adrián) Caetano. Es un director que admiro muchísimo. Conocía ya su cine y casi con los ojos cerrados hubiera dicho que sí, porque sé qué tipo de cine hace y sé su compromiso en consecuencia con el cine, con la vida y la sociedad del mundo. Leí el guión y me sobrecogió. Es uno de los mejores que he leído. Fue un camino muy sencillo: nos encontramos, nos conocimos y fue muy gratificante, a pesar de meternos en una historia tan tremenda.
- Pocas actrices españolas han viajado para hacer películas tan lejos y tan a menudo como usted...
Forma parte de mi vida. Yo me muevo donde me necesiten, y me gusta que sea así. Casi que el que tuvo la culpa fue Buñuel, que fue el primero que rompió las fronteras, y a partir de ahí ya ha habido un fluir muy sano, y en esa seguimos. Siempre me gusta mucho volver al cine suramericano, hispanoparlante, porque tiene una fuerza y una personalidad que admiro muchísimo, y de alguna manera el cine -la película se titula "El otro hermano"- es el otro hermano para mí, en cualquier lugar donde vaya a hacerlo. Es el espejo de lo que somos y de lo que sucede, dentro y fuera de nosotros mismos. En este sentido, yo que conozco Buenos Aires, Suramérica y he rodado mucho por allí, en Patagonia, Nicaragua, Costa Rica... Me he pasado mucho por estas tierras, y esas corrientes culturales tan ancestrales, tan potentes y que son arrolladoras. Encarnar algo que esté en esos lugares comunes a través de la cultura distinta es una preciosidad. En este caso, los personajes eran tan arraigados en esa realidad que yo le sugería que mi personaje fuera español, porque no podía ser de otra manera. Era una mujer que por amor había emigrado allí, y ahí empieza la historia, y creo que la historia es importante, porque ese movimiento a través de los sentimientos, de los seres que se hacen de un lugar o de otro, forma parte de la realidad, como la realidad misma.
- Este año se celebra el 40 aniversario del estreno de "Ese oscuro objeto del deseo". ¿Hay algo que aprendiera de Buñuel y que nunca ha olvidado?
Muchas cosas. Él era un hombre absolutamente extraordinario en su generosidad y su empatía. Era un maestro en todos los sentidos, y en la edad que él me cogió bajo sus alas fue para mí una especie de felicidad que hasta ese momento en el trabajo desconocía. Era algo de una pasión arrolladora en cuanto a lo que él sabía que le correspondía enseñarte en ese momento para que fuéramos todos en ese lugar que correspondía a la historia común, pero era por excelencia felicidad pura, lo que comprobabas con ese consentir de esa guía que él nos daba. Ten en cuenta que cuando probamos con él teníamos 20 años. Necesitábamos todo para entender algo tan especial como era encarnar una sola mujer, dos mujeres o viceversa. Creo que es único en la historia del cine. No se ha vuelto a hacer y no creo que se vuelva a hacer.
- ¿Y después, en estas cuatro décadas, ha conocido a otro director para usted tan decisivo como Buñuel?
Cada una de las otras personas con las que he trabajado. Realmente, en el momento que la vida te trae un autor o un director, son insustituibles, son perfectos como son; nos corresponden. No puedo decir que uno es más importante que otro, simplemente que el genio de Buñuel nos ampara a todos, no sólo a mí. Es imposible que no sea así con lo que nos ha dejado.
- Después de tantos años, ¿la posibilidad de ganar un premio la motiva?
Sucede un encuentro con el público muy especial cuando ganas un premio. Es algo que se lo debes a todos, casi menos a tí misma, porque tú no haces nada para obtener premios, tú estás haciendo tu trabajo como cualquiera de nosotros, entonces eso viene de los demás hacia ti, es como estar en un lugar de agradecimiento que genera un sentimiento muy profundo de adhesión, de amor, de estar a una y, por otro lado, si no sucede, tampoco te falta, porque no es algo que uno tenga en mente, pero cuando sucede hay algo muy hondo y muy amoroso.
- Como veterana de festivales en todo el mundo, ¿cree que hay diferencias entre ellos, o en la esencia son lo mismo?
Todos los festivales son muy distintos y corresponden al lugar donde se dan. Tiene esa huella, esa personalidad, ese modo diferente, y luego sí que todos conformamos y formamos parte de él, estemos donde estemos. Somos ese festival también, porque ese festival es nosotros; eso es lo que genera el trabajo juntos, esa unidad.
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- En "El otro hermano" es usted una mujer extranjera en la Argentina profunda...
Sí, mi personaje es una madre víctima de su hombre y una especie de mártir en su propia vida, porque llega un momento en el que pierde o siente que su único poder para influenciar o guiar a su propio hijo es quitarse la vida. Ella está, de alguna manera, por esa enajenación y ese sufrimiento a lo largo de toda su vida, perdida, y llega un momento en el que con su propia vida le dice: "Me voy para que tú dejes de estar del lado del mal". Es un personaje que realmente me provoca una tristeza bestial. Es muy duro de asumir que a un ser humano pueda ocurrirle algo tan grande por amor.
- ¿Cómo surgió su participación en esta película austral?
Me dijeron si estaba disponible y quería leer el guión de (Adrián) Caetano. Es un director que admiro muchísimo. Conocía ya su cine y casi con los ojos cerrados hubiera dicho que sí, porque sé qué tipo de cine hace y sé su compromiso en consecuencia con el cine, con la vida y la sociedad del mundo. Leí el guión y me sobrecogió. Es uno de los mejores que he leído. Fue un camino muy sencillo: nos encontramos, nos conocimos y fue muy gratificante, a pesar de meternos en una historia tan tremenda.
- Pocas actrices españolas han viajado para hacer películas tan lejos y tan a menudo como usted...
Forma parte de mi vida. Yo me muevo donde me necesiten, y me gusta que sea así. Casi que el que tuvo la culpa fue Buñuel, que fue el primero que rompió las fronteras, y a partir de ahí ya ha habido un fluir muy sano, y en esa seguimos. Siempre me gusta mucho volver al cine suramericano, hispanoparlante, porque tiene una fuerza y una personalidad que admiro muchísimo, y de alguna manera el cine -la película se titula "El otro hermano"- es el otro hermano para mí, en cualquier lugar donde vaya a hacerlo. Es el espejo de lo que somos y de lo que sucede, dentro y fuera de nosotros mismos. En este sentido, yo que conozco Buenos Aires, Suramérica y he rodado mucho por allí, en Patagonia, Nicaragua, Costa Rica... Me he pasado mucho por estas tierras, y esas corrientes culturales tan ancestrales, tan potentes y que son arrolladoras. Encarnar algo que esté en esos lugares comunes a través de la cultura distinta es una preciosidad. En este caso, los personajes eran tan arraigados en esa realidad que yo le sugería que mi personaje fuera español, porque no podía ser de otra manera. Era una mujer que por amor había emigrado allí, y ahí empieza la historia, y creo que la historia es importante, porque ese movimiento a través de los sentimientos, de los seres que se hacen de un lugar o de otro, forma parte de la realidad, como la realidad misma.
- Este año se celebra el 40 aniversario del estreno de "Ese oscuro objeto del deseo". ¿Hay algo que aprendiera de Buñuel y que nunca ha olvidado?
Muchas cosas. Él era un hombre absolutamente extraordinario en su generosidad y su empatía. Era un maestro en todos los sentidos, y en la edad que él me cogió bajo sus alas fue para mí una especie de felicidad que hasta ese momento en el trabajo desconocía. Era algo de una pasión arrolladora en cuanto a lo que él sabía que le correspondía enseñarte en ese momento para que fuéramos todos en ese lugar que correspondía a la historia común, pero era por excelencia felicidad pura, lo que comprobabas con ese consentir de esa guía que él nos daba. Ten en cuenta que cuando probamos con él teníamos 20 años. Necesitábamos todo para entender algo tan especial como era encarnar una sola mujer, dos mujeres o viceversa. Creo que es único en la historia del cine. No se ha vuelto a hacer y no creo que se vuelva a hacer.
- ¿Y después, en estas cuatro décadas, ha conocido a otro director para usted tan decisivo como Buñuel?
Cada una de las otras personas con las que he trabajado. Realmente, en el momento que la vida te trae un autor o un director, son insustituibles, son perfectos como son; nos corresponden. No puedo decir que uno es más importante que otro, simplemente que el genio de Buñuel nos ampara a todos, no sólo a mí. Es imposible que no sea así con lo que nos ha dejado.
- Después de tantos años, ¿la posibilidad de ganar un premio la motiva?
Sucede un encuentro con el público muy especial cuando ganas un premio. Es algo que se lo debes a todos, casi menos a tí misma, porque tú no haces nada para obtener premios, tú estás haciendo tu trabajo como cualquiera de nosotros, entonces eso viene de los demás hacia ti, es como estar en un lugar de agradecimiento que genera un sentimiento muy profundo de adhesión, de amor, de estar a una y, por otro lado, si no sucede, tampoco te falta, porque no es algo que uno tenga en mente, pero cuando sucede hay algo muy hondo y muy amoroso.
- Como veterana de festivales en todo el mundo, ¿cree que hay diferencias entre ellos, o en la esencia son lo mismo?
Todos los festivales son muy distintos y corresponden al lugar donde se dan. Tiene esa huella, esa personalidad, ese modo diferente, y luego sí que todos conformamos y formamos parte de él, estemos donde estemos. Somos ese festival también, porque ese festival es nosotros; eso es lo que genera el trabajo juntos, esa unidad.
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