Crítica: "El Angel", crímenes banales
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Por Edurne Sarriegui
El argentino Luis Ortega estrena "El Angel" (2018) en salas comerciales de su país después de su paso por la última edición del festival de Cannes, en la Sección Un Certain Regard. Inspirado en hechos reales, se basa libremente en el raid delictivo del asesino en serie más prolífico de la historia argentina.
Con esta coproducción argentino-española, Ortega incursiona en el cine comercial, después de varios largometrajes de corte independiente ("Lulú", "Caja Negra"). Para ello cuenta con el apoyo de las productoras Kramer & Sigman, El Deseo -de los hermanos Almodóvar-, Telefé y Underground Contenidos, dirigida esta última por su hermano Sebastián, junto al que alcanzó éxitos televisivos como "Historia de un clan" y "El marginal".
La acción de "El Angel" comienza en 1971, cuando Carlos Robledo Puch inició la carrera delictiva que le llevaría a la cárcel un año más tarde y le convertiría en el preso con más años de reclusión en el país. El protagonista es el hilo conductor de un relato que difiere de la realidad en varios puntos.
Hijo único de una familia de clase media, su adhesión a la vida criminal no merece mayor explicación por parte del guion escrito por el realizador junto a Rodolfo Palacios y Sergio Olguín; sin ahondar en las motivaciones psicológicas de Robledo Puch, se limita a narrar una parte de sus delitos y a describirlo como un adolescente desprejuiciado y atrevido. No sería ésta la primera vez que el cine se ocupa de un asesino simpático y resultón. La cuestión es que éste fue un personaje real y un homicida de una maldad pocas veces vista con el triste record en su haber de once asesinatos en menos de un año.
Carlitos (Lorenzo Ferro) conoce en el colegio a Ramón (Chino Darín). La familia de Ramón (interpretada por Mercedes Morán y Daniel Fanego) está en las antípodas de la familia de Carlitos (Cecilia Roth y Luis Gnecco). Mientras los primeros viven en el mundo del delito, los segundos son unos padres afligidos que no saben cómo lidiar con el hijo conflictivo y sus primeros robos.
El eje del argumento gira en torno a la relación entre los dos cómplices, que no se limita a la comisión de delitos sino que sugiere una tensión homo-erótica que va aumentando y que insinúa la homosexualidad, aunque nunca se manifiesta abiertamente, de Robledo Puch.
Más adelante, se incorporará otro personaje, Miguel (Peter Lanzani), un nuevo secuaz que tomará el lugar de Ramón después de que éste muera en un dudoso accidente de tránsito. Y es que con "El Angel de la muerte" (así apodó la prensa a Robledo Puch por su aspecto aniñado y angelical), ni sus compañeros de correrías estaban seguros.
De la historia de un personaje tan oscuro podría esperarse un relato sombrío y tenebroso. Sin embargo, Ortega opta por hacer un film luminoso y colorido, con una banda musical que recoge muchos de los temas exitosos del momento –incluído alguno de su padre, Palito Ortega- y una ambientación de la época que resulta remarcable. Y desde luego, el gran acierto del film es la elección de Lorenzo Ferro para interpretar al protagonista. Sin duda alguna es uno de los puntos más altos y logra transmitir la mezcla de frescura, ingenuidad y desfachatez que pretendía el director para su personaje. Si la realidad no fuera tan sórdida, los méritos de la cinta se podrían disfrutar más.
Tal vez sería mejor ver "El Angel" sin tener ni idea de quién es Carlos Robledo Puch para de esa manera solazarse con las fortalezas del film.
Más allá de que la intención de su director no fue hacer una biopic según sus propias palabras, es evidente que su intención es presentar un retrato edulcorado del personaje. La decisión de obviar en la película algunos de sus crímenes, como su participación en violaciones y posteriores asesinatos de mujeres (impensable incluir tal cosa en los tiempos del #me too) o la tentativa de asesinato de un bebé, marcan una actitud indulgente para con un personaje que en la vida real no merece tal condescendencia. Es el riesgo que se corre cuando se hace ficción con hechos reales. Hay menos lugar para la imaginación.
"El Angel" es la banalización de crímenes horrendos que no pueden encontrar justificación en las ansias de libertad de ningún sociópata. Para presentarnos a asesinos encantadores, mejor recurrir a la ficción y dejar de lado a personajes nefastos cuyas víctimas indirectas todavía sufren las consecuencias de sus crímenes.
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El argentino Luis Ortega estrena "El Angel" (2018) en salas comerciales de su país después de su paso por la última edición del festival de Cannes, en la Sección Un Certain Regard. Inspirado en hechos reales, se basa libremente en el raid delictivo del asesino en serie más prolífico de la historia argentina.
Con esta coproducción argentino-española, Ortega incursiona en el cine comercial, después de varios largometrajes de corte independiente ("Lulú", "Caja Negra"). Para ello cuenta con el apoyo de las productoras Kramer & Sigman, El Deseo -de los hermanos Almodóvar-, Telefé y Underground Contenidos, dirigida esta última por su hermano Sebastián, junto al que alcanzó éxitos televisivos como "Historia de un clan" y "El marginal".
La acción de "El Angel" comienza en 1971, cuando Carlos Robledo Puch inició la carrera delictiva que le llevaría a la cárcel un año más tarde y le convertiría en el preso con más años de reclusión en el país. El protagonista es el hilo conductor de un relato que difiere de la realidad en varios puntos.
Hijo único de una familia de clase media, su adhesión a la vida criminal no merece mayor explicación por parte del guion escrito por el realizador junto a Rodolfo Palacios y Sergio Olguín; sin ahondar en las motivaciones psicológicas de Robledo Puch, se limita a narrar una parte de sus delitos y a describirlo como un adolescente desprejuiciado y atrevido. No sería ésta la primera vez que el cine se ocupa de un asesino simpático y resultón. La cuestión es que éste fue un personaje real y un homicida de una maldad pocas veces vista con el triste record en su haber de once asesinatos en menos de un año.
Carlitos (Lorenzo Ferro) conoce en el colegio a Ramón (Chino Darín). La familia de Ramón (interpretada por Mercedes Morán y Daniel Fanego) está en las antípodas de la familia de Carlitos (Cecilia Roth y Luis Gnecco). Mientras los primeros viven en el mundo del delito, los segundos son unos padres afligidos que no saben cómo lidiar con el hijo conflictivo y sus primeros robos.
El eje del argumento gira en torno a la relación entre los dos cómplices, que no se limita a la comisión de delitos sino que sugiere una tensión homo-erótica que va aumentando y que insinúa la homosexualidad, aunque nunca se manifiesta abiertamente, de Robledo Puch.
Más adelante, se incorporará otro personaje, Miguel (Peter Lanzani), un nuevo secuaz que tomará el lugar de Ramón después de que éste muera en un dudoso accidente de tránsito. Y es que con "El Angel de la muerte" (así apodó la prensa a Robledo Puch por su aspecto aniñado y angelical), ni sus compañeros de correrías estaban seguros.
De la historia de un personaje tan oscuro podría esperarse un relato sombrío y tenebroso. Sin embargo, Ortega opta por hacer un film luminoso y colorido, con una banda musical que recoge muchos de los temas exitosos del momento –incluído alguno de su padre, Palito Ortega- y una ambientación de la época que resulta remarcable. Y desde luego, el gran acierto del film es la elección de Lorenzo Ferro para interpretar al protagonista. Sin duda alguna es uno de los puntos más altos y logra transmitir la mezcla de frescura, ingenuidad y desfachatez que pretendía el director para su personaje. Si la realidad no fuera tan sórdida, los méritos de la cinta se podrían disfrutar más.
Tal vez sería mejor ver "El Angel" sin tener ni idea de quién es Carlos Robledo Puch para de esa manera solazarse con las fortalezas del film.
Más allá de que la intención de su director no fue hacer una biopic según sus propias palabras, es evidente que su intención es presentar un retrato edulcorado del personaje. La decisión de obviar en la película algunos de sus crímenes, como su participación en violaciones y posteriores asesinatos de mujeres (impensable incluir tal cosa en los tiempos del #me too) o la tentativa de asesinato de un bebé, marcan una actitud indulgente para con un personaje que en la vida real no merece tal condescendencia. Es el riesgo que se corre cuando se hace ficción con hechos reales. Hay menos lugar para la imaginación.
"El Angel" es la banalización de crímenes horrendos que no pueden encontrar justificación en las ansias de libertad de ningún sociópata. Para presentarnos a asesinos encantadores, mejor recurrir a la ficción y dejar de lado a personajes nefastos cuyas víctimas indirectas todavía sufren las consecuencias de sus crímenes.
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