Crítica: "Magalí", como un animal
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Juan Pablo Russo
El argentino Juan Pablo Dibitonto propone con "Magalí" (2019) una fábula norteña sobre los vínculos familiares tomando diferentes elementos de la cultura popular. Entre lo folclórico y el realismo mágico deambula una pequeña historia que se vuelve gigante gracias a la gran actuación de Eva Bianco.
Magalí trabaja en la ciudad de Buenos Aires pero una desgracia familiar la hace regresar a su pueblo natal, Susques, a casi 4000 metros sobre el nivel del mar cerca de la frontera con Chile, donde vive Félix, su hijo de 10 años con su abuela. Ante la muerte de su madre, Magalí debe hacerse cargo de un niño cuyo único laso de unión es el sanguíneo. Entre pumas, sueños recurrentes y viejas tradiciones populares (que parecen no tener ningún sentido salvo para quienes habitan el lugar) Magalí y Félix deben reconquistarse mutuamente entre la indiferencia que sienten, la necesidad y el choque cultural.
Dibitonto, quien se desempeñó como productor y montajista, debuta en la ficción con un guion coescrito junto a Daniela Seggiaro ("Nosilatiaj, la belleza") y lo hace trabajando un realismo mágico autóctono que pone el foco en las tradiciones norteñas a través de la recomposición de un vínculo filial que debe construirse de cero. En los minutos iniciales vemos a Magalí abandonar a un perro a su suerte. Esa escena, casi insignificante, será suficiente para entender lo que viene. No hace falta ninguna otra explicación para saber el por qué de la relación distante entre Magalí y Félix.
La protagonista tiene que cambiar de actitud por obligación pese a la reticencia inicial si quiere reconquistar a su hijo, mientras en paralelo, Félix debe hacer lo mismo. Lo que en principio se torna una necesidad de supervivencia donde dos fuerzas de choque están en una tensión permanente con el correr de los días la misma se reconvertirá. La leyenda que se cuenta funciona en paralelo como la relación entre Magalí y Félix, cómo se ven ellos, y como los ven el resto.
Eva Bianco se pone en la piel de Magalí para darle vida a un personaje plagado de matices, al que vemos transformarse con una delicadeza que pasa inadvertida, donde pese a lo seco de su personaje terminará conquistando no solo a su hijo sino también al espectador para devorarse la película.
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El argentino Juan Pablo Dibitonto propone con "Magalí" (2019) una fábula norteña sobre los vínculos familiares tomando diferentes elementos de la cultura popular. Entre lo folclórico y el realismo mágico deambula una pequeña historia que se vuelve gigante gracias a la gran actuación de Eva Bianco.
Magalí trabaja en la ciudad de Buenos Aires pero una desgracia familiar la hace regresar a su pueblo natal, Susques, a casi 4000 metros sobre el nivel del mar cerca de la frontera con Chile, donde vive Félix, su hijo de 10 años con su abuela. Ante la muerte de su madre, Magalí debe hacerse cargo de un niño cuyo único laso de unión es el sanguíneo. Entre pumas, sueños recurrentes y viejas tradiciones populares (que parecen no tener ningún sentido salvo para quienes habitan el lugar) Magalí y Félix deben reconquistarse mutuamente entre la indiferencia que sienten, la necesidad y el choque cultural.
Dibitonto, quien se desempeñó como productor y montajista, debuta en la ficción con un guion coescrito junto a Daniela Seggiaro ("Nosilatiaj, la belleza") y lo hace trabajando un realismo mágico autóctono que pone el foco en las tradiciones norteñas a través de la recomposición de un vínculo filial que debe construirse de cero. En los minutos iniciales vemos a Magalí abandonar a un perro a su suerte. Esa escena, casi insignificante, será suficiente para entender lo que viene. No hace falta ninguna otra explicación para saber el por qué de la relación distante entre Magalí y Félix.
La protagonista tiene que cambiar de actitud por obligación pese a la reticencia inicial si quiere reconquistar a su hijo, mientras en paralelo, Félix debe hacer lo mismo. Lo que en principio se torna una necesidad de supervivencia donde dos fuerzas de choque están en una tensión permanente con el correr de los días la misma se reconvertirá. La leyenda que se cuenta funciona en paralelo como la relación entre Magalí y Félix, cómo se ven ellos, y como los ven el resto.
Eva Bianco se pone en la piel de Magalí para darle vida a un personaje plagado de matices, al que vemos transformarse con una delicadeza que pasa inadvertida, donde pese a lo seco de su personaje terminará conquistando no solo a su hijo sino también al espectador para devorarse la película.
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