Crítica: "Antidisturbios", un triunfo a palos
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Por Carolina G. Guerrero
Ha sido todo un acontecimiento mediático, el estreno en la plataforma española Movistar+ de la miniserie del premiado cineasta nacional Rodrigo Sorogoyen, "Antidisturbios", en la que nos reencontramos con buena parte de sus compañeros de fatigas cinematográficos, delante y detrás de la cámara. También el espectador verá familiar el ritmo y el montaje, que remitan a "El reino" o "Que Dios nos perdone", al servicio de una producción cuidada y sin duda una de las mejores series españolas de 2020.
Este año Sorogoyen no fue a San Sebastián a presentar nueva película, no, siguiendo la última tendencia, y como en otros festivales se ha puesto de moda, presentó su tan esperada serie de ficción "Antidisturbios", y lo cierto, es que aunque de entrada el tema pueda no apetecer mucho (los policías que reprimen las manifestaciones rara vez caen simpáticos), en cuanto comienza la primera escena, ya está uno atrapado sin remisión.
Sorogoyen consigue su propósito inicial, que el espectador al comienzo de las primeras secuencias no solo se meta en la trama, sino que se convierta en un agente antidisturbios, uno más, de los que están en una corrala del viejo Madrid desalojando a unos desahuciados de sus casas, antes de tiempo, con desventaja en número, y sabiendo que algo no va bien.
El espectador es un protagonista más, de esta serie pensada por el exitoso tandem Sorogoyen / Peña, que están dando en la diana con sus guiones meticulosos, y sus tramas enrevesadas a la par que atractivas.
Otro punto que siempre pulen, es la meticulosidad con que trabajan a sus personajes, detalle significativo. Se trata de personajes que muestran tanto su lado emocional, con infinidad de matices, aristas, escarbando en lo profundo, en sus miedos, en sus neuras, en sus anhelos, y todo esto hace que la historia tenga consistencia y te la creas, algo ya difícil en los tiempos que corren.
En la sinrazón pandémica que nos está tocando vivir, que una serie consiga, que en los 50 minutos que dura cada capítulo, el espectador desconecte de todo lo demás, ya es un verdadero éxito, y por supuesto quieres más. Te pones en la piel del actor que está al otro lado, intentando ser arte y parte, para más tarde en los capítulos finales, verlo analíticamente con cierta distancia, y juzgando.
Los primeros capítulos están rodados con objetivos muy angulares, y cámara en mano… En los últimos, son planos mucho más lejanos, con perspectiva y distancia.
Se tratan en esta serie de ficción temas que están tan a la orden del día como la corrupción, la falta de oportunidades, el machismo violento, y sobre todo y ante todo, los prejuicios.
Mil criticas se están vertiendo sobre este trabajo conformado en seis capítulos, de la primera y no ultima temporada, por ahí se dice que a esta serie le falta acción, y yo discrepo, la acción no siempre son persecuciones, estallidos, o tiros, la acción es la consecución de acontecimientos encadenados, que no cesan y hacen la trama adictiva e interesante.
Y qué decir de las interpretaciones magistrales de los protagonistas de esta producción. Todos ellos en estado de gracia, cada uno en su registro, en el papel que les ha tocado y haciéndolo suyo. Roberto Alamo es Ubeda, un hombre más sensible y vulnerable de lo parece en un principio, al que por supuesto le cuesta reconocer su debilidad. Hovik Keuchkerian interpreta a Salva, el jefe de la brigada Puma, un tipo duro, pero con gran empatía y psicología, un perdedor que no se conforma. Vicki Luengo es Laia, la inspectora que tendrá en jaque a toda la tropa de antidisturbios, en un papel con giros complicados y desconcertantes que no vamos a desvelar.
Alex García es Alex, quizás algo incoherente con sus acciones, veleta, comprometido, leal en ocasiones, desleal, en otras, un personaje con muchas contradicciones. Raúl Arévalo interpreta a Diego, la cabeza pensante, el hombre analítico y frio, que no puede dejar de lado sus problemas familiares, de autoestima y de culpa. Raúl Prieto es Bermejo, un desquiciado obsesivo y violento, que parece que lo tiene todo bajo control, al que le cuesta integrarse en el grupo y en la vida. Y por ultimo Rubén, encarnado por Patrick Criado, la juventud en estado puro, la inconsciencia el ímpetu descontrolado y la irracionalidad.
Todos ellos forman ese grupo que intenta estar unido en la adversidad, y que por las características de cada uno, esa relación, se torna por momentos tormentosa violenta y difícil.
Sin duda estamos ante un producto muy bien facturado, muy bien gestado, y finalmente magistralmente materializado.
Preguntados sobre si habrá segunda temporada, se baraja como posibilidad, siempre y cuando encuentren una historia potente que pudiera dar continuidad, en Movistar+ están por la labor de renovar esta serie, así que crucemos los dedos, porque estamos de enhorabuena con un trabajo de tanta calidad como "Antidisturbios", que ya se ha vendido en muchos países de Europa.
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Ha sido todo un acontecimiento mediático, el estreno en la plataforma española Movistar+ de la miniserie del premiado cineasta nacional Rodrigo Sorogoyen, "Antidisturbios", en la que nos reencontramos con buena parte de sus compañeros de fatigas cinematográficos, delante y detrás de la cámara. También el espectador verá familiar el ritmo y el montaje, que remitan a "El reino" o "Que Dios nos perdone", al servicio de una producción cuidada y sin duda una de las mejores series españolas de 2020.
Este año Sorogoyen no fue a San Sebastián a presentar nueva película, no, siguiendo la última tendencia, y como en otros festivales se ha puesto de moda, presentó su tan esperada serie de ficción "Antidisturbios", y lo cierto, es que aunque de entrada el tema pueda no apetecer mucho (los policías que reprimen las manifestaciones rara vez caen simpáticos), en cuanto comienza la primera escena, ya está uno atrapado sin remisión.
Sorogoyen consigue su propósito inicial, que el espectador al comienzo de las primeras secuencias no solo se meta en la trama, sino que se convierta en un agente antidisturbios, uno más, de los que están en una corrala del viejo Madrid desalojando a unos desahuciados de sus casas, antes de tiempo, con desventaja en número, y sabiendo que algo no va bien.
El espectador es un protagonista más, de esta serie pensada por el exitoso tandem Sorogoyen / Peña, que están dando en la diana con sus guiones meticulosos, y sus tramas enrevesadas a la par que atractivas.
Otro punto que siempre pulen, es la meticulosidad con que trabajan a sus personajes, detalle significativo. Se trata de personajes que muestran tanto su lado emocional, con infinidad de matices, aristas, escarbando en lo profundo, en sus miedos, en sus neuras, en sus anhelos, y todo esto hace que la historia tenga consistencia y te la creas, algo ya difícil en los tiempos que corren.
En la sinrazón pandémica que nos está tocando vivir, que una serie consiga, que en los 50 minutos que dura cada capítulo, el espectador desconecte de todo lo demás, ya es un verdadero éxito, y por supuesto quieres más. Te pones en la piel del actor que está al otro lado, intentando ser arte y parte, para más tarde en los capítulos finales, verlo analíticamente con cierta distancia, y juzgando.
Los primeros capítulos están rodados con objetivos muy angulares, y cámara en mano… En los últimos, son planos mucho más lejanos, con perspectiva y distancia.
Se tratan en esta serie de ficción temas que están tan a la orden del día como la corrupción, la falta de oportunidades, el machismo violento, y sobre todo y ante todo, los prejuicios.
Mil criticas se están vertiendo sobre este trabajo conformado en seis capítulos, de la primera y no ultima temporada, por ahí se dice que a esta serie le falta acción, y yo discrepo, la acción no siempre son persecuciones, estallidos, o tiros, la acción es la consecución de acontecimientos encadenados, que no cesan y hacen la trama adictiva e interesante.
Y qué decir de las interpretaciones magistrales de los protagonistas de esta producción. Todos ellos en estado de gracia, cada uno en su registro, en el papel que les ha tocado y haciéndolo suyo. Roberto Alamo es Ubeda, un hombre más sensible y vulnerable de lo parece en un principio, al que por supuesto le cuesta reconocer su debilidad. Hovik Keuchkerian interpreta a Salva, el jefe de la brigada Puma, un tipo duro, pero con gran empatía y psicología, un perdedor que no se conforma. Vicki Luengo es Laia, la inspectora que tendrá en jaque a toda la tropa de antidisturbios, en un papel con giros complicados y desconcertantes que no vamos a desvelar.
Alex García es Alex, quizás algo incoherente con sus acciones, veleta, comprometido, leal en ocasiones, desleal, en otras, un personaje con muchas contradicciones. Raúl Arévalo interpreta a Diego, la cabeza pensante, el hombre analítico y frio, que no puede dejar de lado sus problemas familiares, de autoestima y de culpa. Raúl Prieto es Bermejo, un desquiciado obsesivo y violento, que parece que lo tiene todo bajo control, al que le cuesta integrarse en el grupo y en la vida. Y por ultimo Rubén, encarnado por Patrick Criado, la juventud en estado puro, la inconsciencia el ímpetu descontrolado y la irracionalidad.
Todos ellos forman ese grupo que intenta estar unido en la adversidad, y que por las características de cada uno, esa relación, se torna por momentos tormentosa violenta y difícil.
Sin duda estamos ante un producto muy bien facturado, muy bien gestado, y finalmente magistralmente materializado.
Preguntados sobre si habrá segunda temporada, se baraja como posibilidad, siempre y cuando encuentren una historia potente que pudiera dar continuidad, en Movistar+ están por la labor de renovar esta serie, así que crucemos los dedos, porque estamos de enhorabuena con un trabajo de tanta calidad como "Antidisturbios", que ya se ha vendido en muchos países de Europa.
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