Crítica: "Sky Rojo", un chute de adrenalina en mezcla "Pulp" latina y rock and roll

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Las tres huídas de "Sky Rojo"
Las tres huídas de "Sky Rojo"
Por Noemí Romero Vera   

La nueva serie de ficción de Alex Pina ("La casa de papel") que aborda el delicado tema de la prostitución, "Sky Rojo", se lanzó el pasado viernes 19 de marzo en Netflix. La serie se conforma por 8 episodios llenos de pura adrenalina y luces de neón que siguen la huída de tres prostitutas -la española Coral (Verónica Sánchez), la argentina Wendy (Lali Espósito) y la cubana Gina (Yany Prado)- en busca de su libertad, tras dejar a Romeo (Asier Etxeandia), el dueño del club de alterne "Las Novias" y su proxeneta, gravemente herido y con medio cuerpo paralizado. Con varios delitos graves a sus espaldas y sin poder acudir a la policía, las chicas tratan de escapar o plantar cara a sus perseguidores, Moisés (Miguel Angel Silvestre) y Christian (Enric Auquer), los secuaces de su proxeneta.

Los primeros minutos del primer episodio introducen de lleno en el universo de prostitución que rodea a las protagonistas a través de la voz en off de Coral (Verónica Sánchez). Así, por medio de flashbacks que marcan el ritmo de la narración, se van conociendo poco a poco detalles pasados de su vida, del cómo llegó a ser contratada por su proxeneta y su situación actual como prostituta. Sánchez está espléndida en el personaje protagónico junto al dúo formado por las soberbias Espósito y Prado. Las tres forjan una relación durante su estancia en el Club, y tras su fuga, los episodios continúan jugando con su presente y pasado, y ahondando en las personalidades y en el antes y después de cada una en el club y las consecuencias que la prostitución les trajo a sus vidas.

Todo ello se conforma a través de una propuesta visual que hace énfasis en el azul y el verde neón en las tomas dentro del Club Las Novias y el cálido en las tomas de exteriores, y que explotan en ritmos flamencos, latinos, y de rock and roll, causando entretenimiento y goce, expectación y perversión en los frenéticos 25 minutos de cada capítulo. La serie también está narrada en clave de humor negro con frases como: "¿Qué queremos ser, liebres o zorras?, muy del estilo de Pina y Martínez Lobato (cocreadora de "Vis a Vis" y también guionista de "La casa de Papel"), frases que marcan el tono de un retrato osado y reflexivo sin complejos de las redes de la prostitución de las que muchas mujeres no pueden escapar: personas sin salida laboral, estudios, sin posibilidad de prosperar, que salen en busca de un futuro para ellas y sus familias, y que viajan a países engañadas, sin esperar que las vayan a convertir en esclavas sexuales, que les quiten el pasaporte, y las tengan encerradas sin ninguna posibilidad de acción ni elección.

No obstante, aunque no sea una apuesta fiel del todo a la realidad, el contexto de fantasía visual, y huida desesperada y frenética logra teñirse al menos de una oda a la sororidad impregnado de rosa chicle y rojo sofá de escay. Así, el racord emocional desenfrenado de las historias de las tres mujeres confluye y converge. Tres mujeres en definitiva, que se han sentido siempre presas de una espiral de responsabilidad, deudas y amenazas de la que no podían escapar, y que buscan ahora convertirse en cazadoras de una libertad de elección de la que siempre se las ha privado.

Los personajes secundarios de la narración también están a la altura. Exteandia ejecuta a la perfección el papel de hombre despiadado y proxeneta explotador. Es alguien que considera a las mujeres y a las prostitutas meros instrumentos de negocio, y cabe mencionar también a Silvestre y Auquer (Moisés y Christian), dos hermanos que parecen beber del alivio cómico al que recuerdan el dúo de Vincent y Jules en "Pulp Fiction", o los matones de "Fargo", es decir, los clásicos "malos no tan malos": tipos inseguros, violentos cuya línea entre la ética y la inmoralidad es muy difusa y que siguen al líder porque hay una historia empática y trágica detrás de las acciones de sus personajes con las que poder conectar. Sin embargo, su historia no llega a calar del todo, quizá por la no tan perfecta química entre sus personajes, como si ocurre por el contrario con el trío protagonista.  

En definitiva, aunque después de algún que otro momento de exceso y absurdidad sin dejar de caer mucho en el cliché, y con dudas sobre su verosimilitud y la rotura alguna que otra vez del pacto con el espectador, la serie logra consagrarse como una locura visual violenta, impredecible, rítmica, y adictiva, que trae la realidad al espectador sobre lo que sufren en realidad muchas mujeres víctimas de trata. Los personajes logran ser supervivientes y proxenetas de cómic enmarcados en un contexto a modo de elementos de un engranaje que se engrasan perfectamente, en una mezcla entre "Pulp Fiction" y algún que otro guiño a "Kill Bill", con esencia a "Los Angeles de Charlie" y hasta "Thelma y Luise".

Sin duda, hay mucho de la brutalidad explícita tarantinesca que marcan el ritmo ágil y cardíaco de la ficción. No obstante, debido a los tonos latinos que acompañan a un reparto ensamblado a la perfección, el lenguaje propio que adquiere su premisa argumental y el cuidado apartado técnico, la serie se convierte en una creación singular y en una apuesta ambiciosa impecable, un "pulp latino" de aventura al límite y ritmo incesante, que logra gustar, sorprender, y destacarse.

Después de ver los 8 episodios a uno se le quedan ganas de ver más, y de saber qué va a pasar con el universo frenético en el que se ven envueltos y relacionados los personajes, algo quizá normal debido a la duración de cada episodio y teniendo en cuenta  que este formato solo se ha visto en sitcoms y comedias norteamericanas, y pocas veces ha sido probado en series de acción (aunque Disney Plus está probándolo ahora en sus proyectos de Marvel y Star Wars). Por suerte, "Sky Rojo" tendrá como mínimo dos temporadas, y Alex Pina debería encontrarse trabajando ya en la segunda.

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