Crítica Locarno: "Matadero", Santiago Fillol filma el escalofriante relato de Esteban Echeverría

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"Matadero"
"Matadero"
Por Muriel Del Don / Cineuropa

El director argentino Santiago Fillol, codirector del documental "Ich bin Enric Marco", seleccionado por el Festival de Cine de Locarno en 2009, y colaborador habitual de Oliver Laxe, con quien ha escrito los guiones de "Mimosas" en 2016 y "Lo que arde" en 2019, regresó a Locarno en la competición Cineasti del Presente para presentar su último largometraje, "Matadero", un ambicioso trabajo que pretende transcribir en imágenes el universo radical y revolucionario del relato homónimo de Esteban Echeverría, escrito entre 1838 y 1840.

El él, denuncia las derivas violentas y el totalitarismo del régimen de Juan Manuel de Rosas, comparándolo con la crueldad de los mataderos, lugares emblemáticos de explotación y muerte. "El matadero", coproducción entre Argentina, España y Francia, cuenta la historia de un grupo de campesinos que deciden matar y comerse a un hombre rico, símbolo de un poder injusto y opresor creado por los poderosos para los poderosos.

El matadero sirve a Echeverría como escenario de esta carnicería revolucionaria con un fuerte sabor simbólico. A pesar del aura de culto de la obra, "El matadero" nunca antes había sido llevado a la gran pantalla. Santiago Fillol acepta el reto, consciente de los peligros que puede entrañar tal empresa: ¿cómo representar la extrema violencia de unos actos que la sociedad ya ni siquiera considera humanos? ¿Cómo hacer actual una historia que está ambientada en el pasado y en una época muy específica, la de Argentina en la primera mitad del siglo XIX?

La película se abre con una cita de Echeverría: "La escena ambientada en el matadero era para verse, no para escribirse", elección que inmediatamente nos hace comprender qué camino ha decidido tomar Fillol. En efecto, el director de "Matadero" cuestiona desde el primer momento la posibilidad y la viabilidad de plasmar cinematográficamente la violencia ciega que se apoderó de los campesinos del matadero. Su película está dominada por la presencia de un misterioso director argentino, Jared (Julio Perillán), que llega a la pampa para rodar su última película. Lo que Jared quiere es escenificar la revuelta de un grupo de trabajadores que deciden sacrificar a sus amos, como si fueran animales en un matadero.

A diferencia de la obra de Echeverría, la película se desarrolla en 1973, un momento clave en la historia de Argentina, justo antes del ocaso de la era Perón (y el consiguiente golpe de Estado), en el que la persecución contra la izquierda se hizo cada vez más fuerte y violenta. De hecho, los jóvenes actores de la película se están organizando para integrar la militancia clandestina. "Matadero" es una dedicatoria a los idealistas de los años 70, a los que lucharon con ahínco por una sociedad más justa, y ello a costa de sus propias vidas. Fillol parece querer recordarnos que poco importa quien gane, lo importante es la lucha, la fuerza revolucionaria que anima la lucha.

A pesar de una narrativa que a veces carece del ritmo y del ímpetu radical que domina la obra de Echeverría, Fillol logra crear una película personal y a veces desestabilizadora. La elección de ambientar la historia en la década de 1970 evita la trampa del tributo obsequioso y mantiene vivo el espíritu de la obra original. Con "Matadero", el director argentino escenifica las tensiones, pulsiones y luchas de poder de una época, la de los 70, tristemente vigente en nuestros días. El relato de Echeverría sirve de base a Fillol, de matriz para contar la historia del rodaje clandestino de una película a través de los recuerdos de Vicenta (Malena Villa), la joven asistente de Jared.

"Matadero" es una película sobre la revolución pero también sobre el final de una era y la lucha por mantener viva la esperanza de un mundo mejor, sin importar el precio.

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