Crítica: “Bienvenidos al infierno”, el ritual satánico de Jimena Monteoliva

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“Bienvenidos al infierno”
“Bienvenidos al infierno”
Por Emiliano Basile   

Jimena Monteoliva (“Clementina”, “Matar al dragón”) recurre en su nuevo estreno, “Bienvenidos al infierno” (2022), a la estética del cine de explotación de los años setenta para hacer un alegato sobre el poder femenino.

Con el aporte de varios amigos de la casa en lo que a cine de género se refiere -Demián Salomón, Nicanor Loreti, Demián Rugna- Jimena Monteoliva se despacha con "Bienvenidos al infierno", un film nada sutil desde su título y menos, desde sus extremas imágenes.

Desde los diseños de títulos de crédito estamos ante un slasher clásico, de bajo presupuesto, donde Lucía (Constanza Cardillo), una chica que vive en una precaria casona de campo con su abuela muda (Marta Lubos), es secuestrada por el líder de una banda metalera (Demián Salomón) con el fin de utilizarla en un ritual satánico.

La película apela al imaginario colectivo de banda de rock metalero = satanismo = sacrificio de un inocente. Con esa idea desarrolla la trama en la cual Lucía se acerca a Cristian, el líder de la banda, en rol de groupie. Pero la cosa se pone oscura con los rockeros que se pintan la cara como Kiss y ella intenta escapar, embarazada, y con la única ayuda de su anciana abuela.

Con la música de heavy metal compuesta por Demián Rugna (""Aterrados") la fuga se pone truculenta, con escenas gore, y algún que otro chiste aislado para asimilar la brutal matanza. Nicanor Loreti ("Kriptonita") escribió el guión junto a Monteoliva y Camilo De Cabo, de este film que no se anda con tibiezas a la hora de tirar la carne, literalmente, al asador.

"Bienvenidos al infierno" es de esas películas cuya trama (por momentos dispareja) parece una simple excusa para llegar a su revelador final. Un clímax con mayúsculas que aporta el plus necesario a semejante propuesta.

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