Crítica Venecia: "Blanquita", una denuncia chilena de la pederastia
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Por Eduardo Larrocha
"El abusador puede violar, pero la víctima no puede pronunciar ni siquiera una mentira piadosa". Esta frase en boca de la protagonista sería la conclusión que sugiere "Blanquita" la película de Fernando Guzzoni de quien pudimos ver "Carne de perro" (2012). Laura López, encarna a la protagonista absoluta de "Blanquita", película que lleva en el título su nombre. Junto a ella el también actor chileno Alejandro Goic, en el papel del cura Manuel, lucha porque se haga una justicia que implicaría la caída en desgracia de autoridades políticas, incluido algún personaje vinculado a la ya lejana –aunque socialmente presente- Dictadura de Pinochet.
Pero las instituciones eclesiásticas y las judiciales miran para otro lado ante casos evidentes de pederastia, abusos y extorsiones.
Al ver esta película que adolece de algunas escenas oscuras, el espectador se identifica fácilmente con la protagonista, una intérprete muy natural y convincente. El personaje que encarna Laura López, ha vivido en un hogar de menores dirigido por Manuel. Cuando el sacerdote conoce el escándalo y la red de pederastia que le cuenta la joven, inicia una lucha buscando justicia. Blanca se convierte en un testigo incómodo y demasiado mediático del caso.
Resulta aún más estremecedor el que la película esté inspirada en hechos reales, el caso Spiniak que destapó una red de prostitución infantil liderada por un poderoso empresario chileno. Por la trayectoria anterior de Guzzoni entendemos que rueda, escribe y trabaja su cine desde el asombro, la inquietud y la indignación."Estamos muy orgullosos de iniciar el viaje de 'Blanquita' en un festival tan prestigioso e importante como Venecia. Creemos que es el mejor lugar para que el mensaje de la película comience a compartirse en el mundo", ha dicho Fernando Guzzoni. "'Blanquita' es una película que pone en tensión discusiones muy coyunturales sobre la impugnación al poder, el rol de la justicia, la banalización y crueldad de los medios de comunicación, el abuso sexual, la elite. La película es una parábola que interpela sobre la verdad y la mentira alejada de miradas moralizantes o binarias".
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"El abusador puede violar, pero la víctima no puede pronunciar ni siquiera una mentira piadosa". Esta frase en boca de la protagonista sería la conclusión que sugiere "Blanquita" la película de Fernando Guzzoni de quien pudimos ver "Carne de perro" (2012). Laura López, encarna a la protagonista absoluta de "Blanquita", película que lleva en el título su nombre. Junto a ella el también actor chileno Alejandro Goic, en el papel del cura Manuel, lucha porque se haga una justicia que implicaría la caída en desgracia de autoridades políticas, incluido algún personaje vinculado a la ya lejana –aunque socialmente presente- Dictadura de Pinochet.
Pero las instituciones eclesiásticas y las judiciales miran para otro lado ante casos evidentes de pederastia, abusos y extorsiones.
Al ver esta película que adolece de algunas escenas oscuras, el espectador se identifica fácilmente con la protagonista, una intérprete muy natural y convincente. El personaje que encarna Laura López, ha vivido en un hogar de menores dirigido por Manuel. Cuando el sacerdote conoce el escándalo y la red de pederastia que le cuenta la joven, inicia una lucha buscando justicia. Blanca se convierte en un testigo incómodo y demasiado mediático del caso.
Resulta aún más estremecedor el que la película esté inspirada en hechos reales, el caso Spiniak que destapó una red de prostitución infantil liderada por un poderoso empresario chileno. Por la trayectoria anterior de Guzzoni entendemos que rueda, escribe y trabaja su cine desde el asombro, la inquietud y la indignación."Estamos muy orgullosos de iniciar el viaje de 'Blanquita' en un festival tan prestigioso e importante como Venecia. Creemos que es el mejor lugar para que el mensaje de la película comience a compartirse en el mundo", ha dicho Fernando Guzzoni. "'Blanquita' es una película que pone en tensión discusiones muy coyunturales sobre la impugnación al poder, el rol de la justicia, la banalización y crueldad de los medios de comunicación, el abuso sexual, la elite. La película es una parábola que interpela sobre la verdad y la mentira alejada de miradas moralizantes o binarias".
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