Crítica:"Cenizas al mar", pretencioso surrealismo y redención con Fabián Vena

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"Cenizas al mar"
"Cenizas al mar"
Por Emiliano Basile     

El argentino Diego Musiak ("Cartas para Jenny", "Encontrados") hace en "Cenizas al mar" (2022) una película tan pretenciosa que pega la vuelta y descoloca al espectador constantemente.

"Esto parece surrealista" dice Iván, el personaje de Fabián Vena, en una suerte de síntesis del viaje interior que experimenta, en esta película que combina imágenes oníricas al mezclar sueños, anhelos y recuerdos por igual.

Ivan está procesando el duelo de su padre, convertido en cenizas y listo para ser arrojado al mar. Lo acompaña Ceci (Sonia Zavaleta), su novia menor que él, y se hospedan en un hotel frente a la playa que, por esas cosas del destino, pertenece a Sofía (María Ucedo), una expareja de Ivan con quien tuvo un intenso romance en el pasado.

"Cenizas al mar" pretende ser una historia sobre el duelo y la redención pero, cuánto más profunda intenta ser, más banal se vuelve su argumento, diálogos y puesta en escena. Imágenes en blanco y negro intercaladas para subrayar el pasado "perdido" del protagonista, diálogos inverosímiles y vueltas de tuerca -y de tono- le juegan en contra al film, que llega al punto del ridículo.

Los actores hacen lo que pueden ante una puesta de cámara que los expone y diálogos difíciles de asimilar. Vena, con cara de circunstancia toda la película, Ucedo un poco mejor mientras que Cumelen Sanz (La jefa) parece ser la más cómoda en su papel.

Las tomas cenitales del mar, su sonido constante incluso dentro de los interiores, y una iluminación sobreexpuesta que vira al blanco la pantalla, le dan un tinte sobrenatural, de ensoñación a la imagen. Este detalle sumado a la dirección de arte que acompaña la estética desde el vestuario y la escenografía minimalista son lo mejor del film en su intento de generar un clima enrarecido entre presente y pasado, vida y muerte. El no tiempo y no lugar adquieren una dimensión interesante.

Pero el desarrollo de ese pasado atado a las emociones, con revelaciones propias de una telenovela, rompen el clima y hacen sentir artificial tanto las vueltas de tuerca como la profundidad existencial planteada. Un cambio de tono desarticulado que hace de "Cenizas al mar" una película con buenas intenciones pero fallida.

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