Crítica Seminci: "La contadora de películas", cuando el cine era la religión común
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Por Eduardo Larrocha
"Estamos hechos del mismo material de los sueños", escribió Shakespeare y Hernán Rivera Letelier matiza en "La contadora de películas" que …"en realidad estamos hechos del mismo material de las películas". La danesa Lone Sherfig adapta la novela homónima del escritor y minero chileno.
Esta coproducción España, Francia y Chile está ambientada en el desierto de Atacama en los años sesenta del pasado siglo XX. Walter Salles, que nos encantó en 2004 con "Diarios de Motocicleta" y años más tarde nos impactó con "Ciudad de Dios", junto a Isabel Coixet firman el guión de "La contadora de películas" (2023). Relato y largometraje llevan al lector y al espectador a un pueblo minero de Chile adonde llegan algunas películas que fascinan a sus habitantes, aunque los de economía más precaria no pueden verlas en la gran pantalla. Por un precio más módico se han de conformar con que les ponga en situación y transmita sus emociones María Margarita, la hija de María Magnolia, que tiene una capacidad extraordinaria para hacerles revivir los momentos mágicos que ella ha visto en el cine del poblado.
Recuerdo cuando vi "Nostalgia de la luz", documental de Patricio Guzmán. Entonces quise visitar ese desierto pensando en sus noches inmensamente estrelladas. Bajo ese cielo nocturno, después de la jornada laboral, ocurren las escenas en el cine de "La contadora de películas", aunque la magia narrativa de la pequeña Margarita suele ocurrir de día ante un público cada vez más numeroso. El relato transmite la misma nostalgia que destila "Cinema Paradiso"(1988), de Giuseppe Tornatore.
Dos actrices noveles, Sara Becker y Alondra Valenzuela dan vida en diferentes momentos de su vida a la primero niña y joven y luego adulta protagonista que es quien hace el relato en un flashback mientras vuelve en autobús a su pasado en aquel pueblo minero de Atacama.
Completan muy dignamente el reparto de "La contadora de películas" la argentina Berénice Bejo, la madre ausente, Antonio de la Torre, padre y marido, y Daniel Brhül, responsable de las instalaciones mineras.
Este drama entre mágico y realista y a veces un poco banal inaugura este sábado la Semana Internacional de Cine de Valladolid. "La contadora de películas" viene a ser una fábula amable de amor al cine en una geografía austera en un tiempo que atraviesa una década para desembocar en el golpe militar de Pinochet –momento histórico que queda desdibujado- y continúa el relato aún otros seis años, para seguir las andanzas de María Margarita.
"La contadora de películas" resulta emocionante, sobre todo en la primera de las casi dos horas de metraje. Se pierde cuando la madre, sin saber muy bien por qué, abandona a la familia y se va a cantar a la ciudad de Antofagasta, capital de esa región andina. María Magnolia es una mujer que a pesar de vivir bajo difíciles condiciones, trata de transmitir a su hija su pasión por el arte.
A Lone Sherfig la conocemos de la Seminci de 2000 por "Italiano para principiantes", que se había llevado Oso de Plata en el Festival de Berlín y más tarde, en 2009 por "An Education" otra interesante comedia europea que muestra los esfuerzos de sus protagonistas para superar dificultades a base de empeño, valores éstos que comparte con "La contadora de películas".
A lo largo de sus ciento quince minutos vamos viendo en la gran pantalla secuencias de películas que nos resultan míticas como "El Apartamento" o "Espartaco" y que son parte de nuestro patrimonio emocional. Es decir que "La contadora de películas" está hecha con mayor o menor acierto, pero con las mejores intenciones para rescatar el valor que el relato y la ficción tienen para engrandecer nuestras vidas y crear lazos en una comunidad, en este caso andina y minera.
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"Estamos hechos del mismo material de los sueños", escribió Shakespeare y Hernán Rivera Letelier matiza en "La contadora de películas" que …"en realidad estamos hechos del mismo material de las películas". La danesa Lone Sherfig adapta la novela homónima del escritor y minero chileno.
Esta coproducción España, Francia y Chile está ambientada en el desierto de Atacama en los años sesenta del pasado siglo XX. Walter Salles, que nos encantó en 2004 con "Diarios de Motocicleta" y años más tarde nos impactó con "Ciudad de Dios", junto a Isabel Coixet firman el guión de "La contadora de películas" (2023). Relato y largometraje llevan al lector y al espectador a un pueblo minero de Chile adonde llegan algunas películas que fascinan a sus habitantes, aunque los de economía más precaria no pueden verlas en la gran pantalla. Por un precio más módico se han de conformar con que les ponga en situación y transmita sus emociones María Margarita, la hija de María Magnolia, que tiene una capacidad extraordinaria para hacerles revivir los momentos mágicos que ella ha visto en el cine del poblado.
Recuerdo cuando vi "Nostalgia de la luz", documental de Patricio Guzmán. Entonces quise visitar ese desierto pensando en sus noches inmensamente estrelladas. Bajo ese cielo nocturno, después de la jornada laboral, ocurren las escenas en el cine de "La contadora de películas", aunque la magia narrativa de la pequeña Margarita suele ocurrir de día ante un público cada vez más numeroso. El relato transmite la misma nostalgia que destila "Cinema Paradiso"(1988), de Giuseppe Tornatore.
Dos actrices noveles, Sara Becker y Alondra Valenzuela dan vida en diferentes momentos de su vida a la primero niña y joven y luego adulta protagonista que es quien hace el relato en un flashback mientras vuelve en autobús a su pasado en aquel pueblo minero de Atacama.
Completan muy dignamente el reparto de "La contadora de películas" la argentina Berénice Bejo, la madre ausente, Antonio de la Torre, padre y marido, y Daniel Brhül, responsable de las instalaciones mineras.
Este drama entre mágico y realista y a veces un poco banal inaugura este sábado la Semana Internacional de Cine de Valladolid. "La contadora de películas" viene a ser una fábula amable de amor al cine en una geografía austera en un tiempo que atraviesa una década para desembocar en el golpe militar de Pinochet –momento histórico que queda desdibujado- y continúa el relato aún otros seis años, para seguir las andanzas de María Margarita.
"La contadora de películas" resulta emocionante, sobre todo en la primera de las casi dos horas de metraje. Se pierde cuando la madre, sin saber muy bien por qué, abandona a la familia y se va a cantar a la ciudad de Antofagasta, capital de esa región andina. María Magnolia es una mujer que a pesar de vivir bajo difíciles condiciones, trata de transmitir a su hija su pasión por el arte.
A Lone Sherfig la conocemos de la Seminci de 2000 por "Italiano para principiantes", que se había llevado Oso de Plata en el Festival de Berlín y más tarde, en 2009 por "An Education" otra interesante comedia europea que muestra los esfuerzos de sus protagonistas para superar dificultades a base de empeño, valores éstos que comparte con "La contadora de películas".
A lo largo de sus ciento quince minutos vamos viendo en la gran pantalla secuencias de películas que nos resultan míticas como "El Apartamento" o "Espartaco" y que son parte de nuestro patrimonio emocional. Es decir que "La contadora de películas" está hecha con mayor o menor acierto, pero con las mejores intenciones para rescatar el valor que el relato y la ficción tienen para engrandecer nuestras vidas y crear lazos en una comunidad, en este caso andina y minera.
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