Crítica: "EL 47", el autobús de la resistencia

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"EL 47"
"EL 47"
Por Eduardo Larrocha      
   
"El 47"  es el título de la última película de Marcel Barrena, director catalán que aborda en este largometraje las  dificultades de abandonar tu tierra y crear una nueva vida en otro lugar. Se trata de un tema muy de actualidad, ya que de alguna forma todos somos hijos de la emigración. Así lo entendimos dramáticamente en "Mediterráneo"(2021)  su anterior película. Ahora en "El 47" y a bordo de un autobús conducido por un magnífico Eduard Fernández desvía su ruta habitual para llegar al barrio barcelonés de Torre Baró.
   
A base de lucha grupal, de resistencia y solidaridad se construye el argumento  de este drama con Manuel Vital como personaje nuclear. A modo de prólogo, las primeras secuencias muestran a emigrantes de Andalucía y Extremadura, que en los años cincuenta y  después de abandonar su tierra, en un descampado inhóspito, construyeron ladrillo a ladrillo sus chabolas primero y luego sencillas casas. Esa emigración interna fue consecuencia de la guerra civil, la pobreza y la represión. Dos décadas más tarde y arraigados ya en sus hogares los vecinos están a la espera de que las autoridades les pongan una línea de autobús hasta esa colina abandonada de la mano de la sociedad barcelonesa.

Con imágenes a veces casi documentales, la tensión de la película se traslada a los primeros años de la democracia y mira constantemente a las dificultades de la vida en ese suburbio marginado. Al frente de esa  lucha está la familia de Manolo, personaje real ya fallecido y cuyo valor y empeño convenció a Marcel Barrena  de que era un ejemplo a seguir. Confiesa el director que la historia la encontró en un blog, se puso a indagar y la nieta del protagonista le fue contando los detalles. Con Alberto Marini escribió el guión.


     
Junto a Eduard Fernández, que también trabajó con Marcel Barrena en "Mediterráneo", vemos en "El 47" a Clara Segura dejando los hábitos, a David Verdaguer, Zoe Bonafonte, de hija luchadora y, entre otros a Carlos Cuevas. Con todos esos actores y gente haciendo de sí misma se convierte en película coral llena de dignidad, porque coral y digna ha sido y es la lucha de los habitantes de Torre Baró.
     
A quienes hemos vivido los años en los que se desarrolla el argumento nos emocionan, por evocadoras, las canciones que suenan  en "El 47". De mi infancia, años 60,  una coral canta "Rusignol que vas a França". De mi juventud en los 70, junto a Chico Sánchez Ferlosio, la hija de Vital nos estremece de nostalgia improvisando "Gallo Rojo, gallo negro" que ha escuchado en el tocadiscos de su padre. Y la película la remata Valeria Castro, que ha compuesto para la ocasión e interpreta "El borde del mundo".
      
Basada en una historia real, "El 47" tiene el aroma de nuevo realismo social, como el de Vitorio de Sica o más actual el de Ken Loach o Robert Guediguian.  Esta -a pesar de todo- amable producción española da luz y brillo a una lucha que aún no ha terminado, porque ese barrio y muchos otros extrarradios siguen teniendo sus carencias y su gente sigue reclamando igualdad, aunque el heroico Manolo Vital ya no pueda enarbolar esa lucha.

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