Crítica Toronto: "Daniela Forever", sigue soñando
- por © NOTICINE.com
Por Santiago Echeverría
"Daniela Forever", la más reciente película del español Nacho Vigalondo, estrenada en el Festival de Toronto, combina elementos de ciencia ficción y drama romántico para explorar el duelo y la pérdida de una manera innovadora, utilizando el concepto de los sueños lúcidos como herramienta narrativa. Aunque la premisa es ingeniosa y la dirección visual destacable, la ejecución del guion presenta algunos problemas que impiden que el filme alcance su máximo potencial.
La historia sigue a Nick (Henry Golding), un DJ británico que vive en Madrid y lucha por superar la muerte de su novia, Daniela (Beatrice Grannò). Tras la sugerencia de una amiga, Nick se une a un ensayo clínico en el que se utilizan fármacos para inducir sueños lúcidos. Esto le permite reconstruir su vida con Daniela dentro de un espacio onírico, en el que puede controlar ciertos aspectos de su relación. Sin embargo, este control tiene límites, y pronto Nick descubre que incluso en sus sueños, no puede moldear la realidad a su antojo.
Uno de los aspectos más destacados del filme es su diseño visual. Vigalondo utiliza diferentes formatos para distinguir entre el mundo real y el de los sueños. La vida de Nick en el mundo real se presenta en un formato 4:3 con estética de Betamax, un recurso que refuerza la sensación de que su vida es una especie de "borrón digital". En contraste, las secuencias de los sueños están filmadas en un formato más amplio, lleno de colores vibrantes y texturas, lo que crea un ambiente más cálido e invitador que la propia realidad de Nick. Esta dualidad visual es efectiva para subrayar la desconexión emocional del protagonista y el atractivo de un mundo ficticio donde todo parece más "real" que la vida misma.
Las actuaciones son otro punto fuerte. Henry Golding interpreta con convicción a un hombre atrapado entre el dolor y la necesidad de seguir adelante, exhibiendo tanto el encanto de su personaje en los momentos románticos como su creciente angustia a medida que la trama avanza. Beatrice Grannò, por su parte, logra diferenciar sutilmente entre la Daniela real y la versión onírica de la misma, dando vida a una "simulación" que, aunque parece auténtica, nunca puede igualar la complejidad de la Daniela original.
A pesar de estos méritos, el guion de "Daniela Forever" presenta algunos problemas. Aunque la premisa es sólida, la película parece perderse en su propia narrativa, especialmente hacia el final. El concepto de la confusión entre el mundo real y el de los sueños es interesante, pero la transición es tan brusca que el espectador puede tener dificultades para seguir el hilo de los acontecimientos. Además, el desenlace abierto deja más preguntas que respuestas, lo que puede resultar frustrante para algunos espectadores.
Otro elemento a destacar es que el personaje de Nick, a pesar de ser el centro emocional de la película, no parece experimentar un desarrollo profundo. El film plantea interesantes cuestiones sobre el control y la idealización en las relaciones, pero no llega a explorar completamente las implicaciones morales de las acciones de Nick, quien manipula a la versión onírica de Daniela para ajustarla a su propio deseo de perfección.
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"Daniela Forever", la más reciente película del español Nacho Vigalondo, estrenada en el Festival de Toronto, combina elementos de ciencia ficción y drama romántico para explorar el duelo y la pérdida de una manera innovadora, utilizando el concepto de los sueños lúcidos como herramienta narrativa. Aunque la premisa es ingeniosa y la dirección visual destacable, la ejecución del guion presenta algunos problemas que impiden que el filme alcance su máximo potencial.
La historia sigue a Nick (Henry Golding), un DJ británico que vive en Madrid y lucha por superar la muerte de su novia, Daniela (Beatrice Grannò). Tras la sugerencia de una amiga, Nick se une a un ensayo clínico en el que se utilizan fármacos para inducir sueños lúcidos. Esto le permite reconstruir su vida con Daniela dentro de un espacio onírico, en el que puede controlar ciertos aspectos de su relación. Sin embargo, este control tiene límites, y pronto Nick descubre que incluso en sus sueños, no puede moldear la realidad a su antojo.
Uno de los aspectos más destacados del filme es su diseño visual. Vigalondo utiliza diferentes formatos para distinguir entre el mundo real y el de los sueños. La vida de Nick en el mundo real se presenta en un formato 4:3 con estética de Betamax, un recurso que refuerza la sensación de que su vida es una especie de "borrón digital". En contraste, las secuencias de los sueños están filmadas en un formato más amplio, lleno de colores vibrantes y texturas, lo que crea un ambiente más cálido e invitador que la propia realidad de Nick. Esta dualidad visual es efectiva para subrayar la desconexión emocional del protagonista y el atractivo de un mundo ficticio donde todo parece más "real" que la vida misma.
Las actuaciones son otro punto fuerte. Henry Golding interpreta con convicción a un hombre atrapado entre el dolor y la necesidad de seguir adelante, exhibiendo tanto el encanto de su personaje en los momentos románticos como su creciente angustia a medida que la trama avanza. Beatrice Grannò, por su parte, logra diferenciar sutilmente entre la Daniela real y la versión onírica de la misma, dando vida a una "simulación" que, aunque parece auténtica, nunca puede igualar la complejidad de la Daniela original.
A pesar de estos méritos, el guion de "Daniela Forever" presenta algunos problemas. Aunque la premisa es sólida, la película parece perderse en su propia narrativa, especialmente hacia el final. El concepto de la confusión entre el mundo real y el de los sueños es interesante, pero la transición es tan brusca que el espectador puede tener dificultades para seguir el hilo de los acontecimientos. Además, el desenlace abierto deja más preguntas que respuestas, lo que puede resultar frustrante para algunos espectadores.
Otro elemento a destacar es que el personaje de Nick, a pesar de ser el centro emocional de la película, no parece experimentar un desarrollo profundo. El film plantea interesantes cuestiones sobre el control y la idealización en las relaciones, pero no llega a explorar completamente las implicaciones morales de las acciones de Nick, quien manipula a la versión onírica de Daniela para ajustarla a su propio deseo de perfección.
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