Crítica: "Bajo naranja", la revolución desde el teatro argentino underground por Michael Taylor Jackson

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"Bajo naranja"
"Bajo naranja"
Por Emiliano Basile          

En su opera prima, "Bajo naranja" (2024), estrenada meses atrás en el BAFICI y ahora en salas argentinas, el actor, director y guionista Michael Taylor Jackson realiza este film sobre un grupo de teatro del underground que rompe paradigmas y tabúes con la representación.

Como un personaje ajeno a la cultura porteña, el realizador reinterpreta y confronta los imaginarios sociales y los prejuicios sexuales tanto de su país como de Argentina.

La trama sigue a un mochilero californiano (Taylor Jackson) que recorre Buenos Aires para rendir homenaje al pirata argentino que conquistó su ciudad natal de Monterrey en 1818. Pero cuando le roban los documentos, se ve obligado a unirse a un grupo de teatro independiente donde finalmente encuentra su lugar en el mundo. Durante su convivencia con el grupo, comienza a cuestionar y redefinir sus propias ideas y prejuicios, mientras, al mismo tiempo, deja una fuerte impresión en quienes lo rodean.



El autogestionado grupo teatral (con actuaciones de Sofía Gala Castiglione, Verá Spinetta, Bel Gatti y Gianluca Zonzini) enfrenta una crisis cuando le piden al protagonista interpretar a Henry Kissinger, el Secretario de Estado estadounidense que supervisó el Plan Cóndor. Los prejuicios de unos personajes hacia otros establecen el tono del relato.

"Bajo naranja" (2024) es una bocanada de aire fresco para la discusión política, la identidad sexual y la visión crítica del pasado. Todo esto se enmarca en un contexto con una alegre y desenfadada banda de artistas del underground teatral, que conviven entre presentaciones políticas, alimentación sustentable y poliamor.

El concepto de representación juega un papel clave en la película. Por un lado, la representación teatral como un espejo social, y por otro, como un medio para distanciarnos y protegernos de una realidad dolorosa y agresiva. En este juego entre realidad y ficción, Michael Taylor Jackson desarrolla un discurso innovador, distinto y, sin embargo, profundamente político e ideológico.

Desde la mirada externa del director, se plantea una crítica sobre el significado de nuestras palabras, costumbres y actitudes que, aunque naturalizadas, necesitan ser cuestionadas. La película invita a la reflexión y propone deconstruir imaginarios sobre los "yanquis" sin dejar de someterlos a revisión.

Con una estética punk y una actitud revolucionaria, "Bajo naranja" trae una perspectiva fresca sobre la resistencia cultural y el arte como agente de cambio social que define a los argentinos como individuos y sociedad.

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